La Federación de Empresarios del Metal de Burgos (Femebur) y los sindicatos principales, CCOO y UGT, cerraron el acuerdo para un nuevo convenio colectivo de la industria siderometalúrgica hace algo más de un mes. El texto, vigente hasta 2026, prevé subidas del 2,5% cada año hasta 2025 y del 1,5% durante el último curso. Se trata, por tanto, de una mejora de las condiciones para los profesionales que se reparten por toda la provincia, también por Miranda. Precisamente, la ciudad arrastra serias dificultades para cubrir las vacantes del sector y, tras la aprobación del nuevo marco laboral, esta cuestión no ha cambiado. Al contrario, el problema tiende a volverse crónico.
Óscar Arriola, el propietario de Safemir Systems, reconoce que el convenio «de momento no se ha notado» en cuanto a la capacidad del sector para atraer a nuevos profesionales hacia Miranda. Según describe, el marco regulador del ámbito del metal «es más fuerte y tiene una subida importante», sin embargo, apunta que la situación «no cambia ni con esas condiciones». En su caso, la firma asentada en el vivero de la Cámara ofrece contratos incluso mejores a los que marca el texto como base.
Conforme a su descripción, «a todos los trabajadores del taller se les ha subido una categoría y además se les ha repartido un bono económico al cerrar el año porque habían ido las cosas bien». A esta cuestión, Arriola le suma otros intangibles, como la «flexibilidad» y el «buen ambiente» dentro del centro de trabajo, aunque ni sumando todos esos elementos logran captar a los trabajadores suficientes. Ahora mismo acumula sobre la mesa dos puestos vacantes y reconoce que, tras realizar «muchas entrevistas», ha asumido que «cuesta encontrar actitud».
Arriola no es el único empresario del sector que detecta ese problema. Eduardo Araguzo, dueño de Miranda Metalic Construction (MMC), comenta que «la verdad es que sigue siendo complicado» encontrar empleados. Según describe, el tejido industrial debe esforzarse para impulsar «la motivación de las personas para que quieran trabajar en estas cosas». Sobre ello, aclara que «ya no es solo el mundo del metal, sino que cualquier sector productivo tiene una escasez de mano de obra, porque son sectores que no atraen, generan más esfuerzo y eso ahora escasea».
El propietario de MMC recalca que las empresas mirandesas del metal «generan trabajo» y sus puestos se alzan como «una muy buena forma de ganarse la vida». Pese a ello, se ven obligados a «intentar innovar» o a «traer gente de fuera y trabajadores que hayan vuelto a Miranda recientemente» para poder cubrir sus vacantes. Eso sí, Araguzo añade que «hay que ser competitivo», algo que, a su modo de ver, no puede alcanzarse con un auge constante de los sueldos.
Desde su punto de vista, debe tenerse en cuenta cómo se «gestiona» la relación entre «la productividad y los salarios», porque si no se hace esa reflexión llegará un momento en el que el tejido empresarial «por mucho que quiera generar empleo, no podrá, porque tiene que ser rentable, y no se busca una rentabilidad exagerada, sino algo convencional». Araguzo remarca que el mercado laboral debe «ser sostenible» y cree que el convenio del metal «es muy caro, aunque hay muy poco paro en Burgos».
El propietario de MMC destaca que en la capital «se han perdido dos empresas potentes, una de baterías y otra de llantas», algo que relaciona con que los inversores «ven que hay poco paro y que el empleo es caro, entonces eso reduce las posibilidades de que vengan». Sobre ello, recuerda que «en países europeos que son nuestra competencia hay otras formas y si las fábricas de baterías se van a esos lugares al final se terminará yendo todo el entorno del automóvil que tenemos aquí». Por ese motivo demanda que «todos los implicados» remen «en la misma dirección».