La normativa marca que un patinete eléctrico no puede superar los 25 kilómetros por hora. De hecho, los fabricantes tienen la obligación de diseñarlos en base a estas limitaciones para que no puedan alcanzar grandes velocidades. Así que parece evidente que si uno de estos vehículos de movilidad personal hace saltar un radar en un núcleo urbano, es porque como mínimo ha duplicado la máxima permitida. Y lo que es peor, hay muchas posibilidades de que esté trucado o modificado. La Policía Local ha culminado una investigación que le ha permitido identificar y proponer para sanción a un individuo al que el cinemómetro de la avenida de Caja Círculo le 'cazó' no una, sino varias veces.
Tras varias detecciones de este mismo radar, agentes del cuerpo municipal de Burgos comenzaron a cotejar las imágenes captadas por el dispositivo con días y horas concretas a las que se producían. Cuando obtuvieron la información necesaria, sólo tuvieron que esperar pacientemente a que lo volviera a hacer. Ese momento llegó a finales del mes pasado.
Los policías locales llevaron a cabo una vigilancia discreta en la antigua carretera del Cementerio de San José la noche del 31 de enero. Sobre las 6 de la madrugada, el radar saltó. El patinete circulaba nada más y nada menos que a 73 kilómetros por hora. Es decir, que no sólo triplicaba prácticamente la velocidad permitida para este tipo de vehículos, sino que también superaba ampliamente las máximas para los coches.
Los agentes desplazados realizaron un sigiloso seguimiento a distancia hasta que, cuando llegaron a un lugar seguro, procedieron a darle el alto. Nada más inspeccionar el patinete, comprobaron que carecía de las condiciones y características técnicas para considerarlo un VMP. Solo había dos posibilidades, o había sido modificado o ya había sido adquirido de forma irregular, pues incumplía la legislación y regulación española.
(Más información, en la edición impresa de este domingo de Diario de Burgos o aquí)