El movimiento se demuestra andando. Y en el caso de la alta velocidad ferroviaria, la mastodóntica maquinaria solo coge ritmo de verdad cuando los avances son tangibles, con la esperanza de que la inercia sea imparable.
La licitación del primer tramo del AVE Burgos-Vitoria entre Pancorbo y Ameyugo tiene un valor trascendental porque no solo supone el pistoletazo de salida a una obra esperada desde hace muchos años. Este paso es la puesta en marcha de una conexión que jugará un papel clave en el futuro de las comunicaciones de la capital y de Miranda de Ebro, con todo lo que eso significa desde un punto de vista laboral, económico y de fijación de población.
La inversión de 363 millones de euros aprobada recientemente por el Consejo de Ministros impulsará una obra muy compleja que requerirá la construcción de tres túneles -uno de ellos tendrá cuatro kilómetros de longitud para cruzar los Montes Obarenes- y de otros tres viaductos que sobrevolarán la A-1. 'Solo' son 8,4 kilómetros y la empresa adjudicataria dispondrá de 52 meses para ejecutar este delicado trabajo mientras se lanza la licitación del resto de los segmentos.
Habrá que armarse de paciencia con la vista fijada en la década de los 30 para ver en servicio una línea de alta velocidad que aún podría ser más beneficiosa para la provincia si se aprueba la conexión del País Vasco con Pamplona a través de Vitoria en lugar de la alternativa planteada por Guipúzcoa a través del municipio de Ezkio.
Ya queda menos para ver en acción a las primeras máquinas sobre el terreno. El corredor entre la Y Vasca y Madrid con parada en Burgos y Miranda supondrá una gran oportunidad, una obra fundamental que -de paso- acelerará la duplicación de la vía pendiente hasta Venta de Baños. Llevará tiempo, pero el AVE a Vitoria, por fin, será realidad.