Un año más, el Tren del Vino no hará parada en la Ribera del Duero burgalesa. Renfe y la Diputación de Valladolid acaban de renovar su acuerdo, que permitirá a los turistas trasladarse desde Madrid hasta la capital vallisoletana y de ahí a diversos puntos de su provincia para disfrutar de una propuesta enoturística que aúna los viajes en tren con visitas a las bodegas durante un sábado al mes. Mientras tanto, en Aranda y la comarca la mayoría de los viajeros se ven obligados a llegar en coche. Sin tren Directo que una la capital ribereña con Madrid y cada vez con menos frecuencias de autobús, en el sector enoturístico de la comarca advierten de que estas «deficitarias» comunicaciones les penalizan. «Juega en nuestra contra, llega menos gente de la que vendría si tuviéramos ya no sólo tren, sino también más trayectos de bus con Madrid y Valladolid», defiende Beatriz Hernando, gerente de Ribiértete, una agencia dedicada al turismo y enoturismo.
Sin unas comunicaciones acordes al momento actual, el trabajo de los profesionales de este sector, clave en una comarca que acoge más del 70% del viñedo de la Denominación de Origen Ribera del Duero, «se hace muy difícil». Sobre todo, de cara a atraer visitas de un solo día. «Pese a lo cerca que Aranda está de Madrid, ir y volver en el mismo día en transporte público resulta casi una odisea», remarca Hernando, mientras lamenta: «Ni tren, ni bus, ni nada». Y es que el enoturista que recala en Aranda o algún municipio de la Ribera del Duero durante una única jornada para conocer sus bodegas y catar sus afamados caldos, se ve muy limitado en caso de que después tenga que conducir. Alcohol y volante resultan incompatibles.
En esta misma línea se pronuncia el gerente de la Bodega Histórica Don Carlos, Alberto Martín, quien, de primeras, lamenta que el Tren del Vino «por aquí poco va a pasar». Eso sí, teniendo en cuenta que cada vez más agencias organizan viajes de un solo día para ver bodegas, Martín subraya que «con buenas comunicaciones sería increíble, sobre todo a diario». Se refiere al tren, por supuesto, y también a las rutas de autobús. De hecho, hace un tiempo, «cuando había muchos horarios a Madrid», en su bodega tenían diseñadas varias actividades que les permitían amoldarse a los horarios de los viajes por autobús, tanto si los turistas visitaban Aranda por la mañana como si optaban por la tarde. Sin embargo, con los años se han perdido servicios por carretera «y lo tuvimos que quitar».
Pues bien, lo cierto es que Aranda contaba con mejores conexiones de autobús en los años 80 que en la actualidad. A mediados de 2023, la capital ribereña recuperó rutas perdidas a raíz de la pandemia, pero no todas las que había hace décadas. Ahora se ha pasado de 42 a 66 frecuencias semanales entre Aranda y Madrid, pero desde 2011 hasta 2020 hubo 84 rutas. Tampoco se igualan las conexiones de la década de los 80, cuando se alcanzaron los 68 viajes en ambos sentidos de lunes a domingo o las de los 90, época en la que hubo en torno a 70 frecuencias.
Ante este panorama, «el que quiere venir a Aranda está obligado a hacerlo en coche. No le queda otra, así que se complica si la visita es de un día. Es el mayor hándicap. Vienen a disfrutar del vino, pero si tienen que conducir...», añade Martín. En este sentido, defiende que contar con tren y más rutas de bus «nos daría mucho más movimiento a todos, bodegas, agencias, restaurantes... y se generarían más trabajos. Cuantas más comunicaciones, mejor. Es imprescindible».
«Nos influye mucho». En unos términos similares se manifiesta Pilar Zapatero, responsable de enoturismo en El Lagar de Isilla, que admite que la falta de unas comunicaciones en condiciones «nos influye mucho. Tanto, tanto que complica que vengan más personas». A su juicio, una buena conexión entre Madrid y Aranda «lo es todo». Pero la comarca suma 12 años sin ferrocarril y toca remar a contracorriente. A juicio de Zapatero, «si quieren promover esta zona, lo fundamental es facilitar una forma de llegar», se llame Tren del Vino o simplemente tren. «Se podrían hacer muchas más actividades. Hay que pelear por ello», concluye.