Resulta prácticamente imposible imaginar unas fiestas de Miranda, un verano o un programa trimestral del Teatro Apolo sin que la Banda Municipal de Música se alce como uno de los principales protagonistas. Pero esto no es algo nuevo, sino que ha ocurrido en la ciudad del Ebro desde hace casi una centuria. 95 años, para ser exactos. Este jueves mismo se cumplió el aniversario de su actuación inaugural allá por 1929 y el colectivo lo quiso celebrar con un evento en la plaza de la Constitución, en el que apostaron por «hacer un pequeño guiño a las obras que se tocaron en aquel primer concierto con referencias a quienes han sido directores y han compuesto alguna obra en alusión a la ciudad o a la Banda».
Así lo explica la actual directora, María del Mar Magán, quien apunta que todos y cada uno de los miembros que componen este colectivo llevan «con mucho orgullo» su pertenencia al mismo, ya que forman parte de un grupo casi único en la ciudad del Ebro. Y es que, como comenta, «hay pocas instituciones que puedan decir que tienen esta longevidad». Pero, para ella, la importancia del grupo no solo ha de medirse por el número de años que ha logrado sumar, sino que también «debe tenerse en cuenta que antes no existían los discos y la música llegaba a través de la Banda», a lo que añade que «ahora hay mucha competencia, porque hay discos, plataformas y orquestas de todo tipo, pero la Banda todavía es algo que está arraigado en el pueblo y se ha convertido en una de las señas de identidad» del propio municipio.
Durante ese extenso recorrido, Magán describe que «el sacrificio siempre ha estado presente por parte de los músicos, aunque la dedicación pueda variar en función de los tiempos». En este sentido, aclara que, por mucho que hoy sea un grupo muy reconocible, a lo largo de sus 95 años de vida ha ido evolucionando mucho. Por ejemplo, rememora que allá por 1928, cuando se dan los primeros pasos para crearla, «los componentes estudiaban música en la propia Banda, era el director junto con uno o dos músicos quienes les enseñaban, pero sin el nivel de especialización con el instrumento que puede haber hoy», de ahí que costara «mucho trabajo» exponer el primer repertorio, que contó con la participación de 27 intérpretes.
Con el paso del tiempo, el ritmo de sus partituras se mantuvo sin ninguna pausa y se fueron sumando iniciativas como la academia, el posterior Conservatorio o la escuela municipal, que facilitaron el aprendizaje por parte de los miembros. Aunque esa evolución no redujo el peso que tenía una figura, la más visible: el director. Sobre ello, precisamente, la actual responsable describe que «lo característico de esta Banda es que solo ha tenido cuatro directores, que es algo muy curioso y que cuesta encontrar». Según relata, el más longevo fue el primero que tomó la batuta, Gregorio Solabarrieta, quien se mantuvo al frente unos 35 años. Después llegó el turno de Manuel Celdrán y, más tarde, el de Dionisio Díez, a quien sucedió la propia Magán hace ya casi tres décadas, en las que siempre ha «intentado hacerlo lo mejor posible».