La evolución humana no solo atañe a la alimentación, el modo de vida o la capacidad cerebral del género homo. Conforme el Homo sapiens progresaba, se ha ido acercando a la música con instrumentos cada vez más sofisticados. Aprovechando que el quinteto de trompas de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León va a actuar en el Museo de la Evolución Humana ha planteado su actuación ilustrando ese tema, el recorrido por la historia del instrumento de viento y su analogía con nuestra propia evolución.
Para adentrarse en esa idea que harán efectiva el jueves 25 bajo el título La trompa. De Atapuerca a Nueva York no solo se va a escuchar música. El grupo acudirá con ejemplares que hablan de su origen, como los cuernos o las caracolas que se utilizaban en la Prehistoria, y otros que explican su evolución hacia una tubería enrollada y con pistones, pasando por un derivado como la tuba wagneriana, instrumento que creó Wagner para sus óperas y está a medio camino entre la tuba y la trompa.
«En los últimos 300 años no ha evolucionado mucho. Es un poco inmovilista en este sentido, porque funciona bien y ahí está. Hay marcas y constructores que han intentado hacer cosas nuevas, pero como el resto de instrumentos de la orquesta no ha cambiado gran cosa», relata Emilio Climent, que estará acompañado por José Miguel Asensi, Carlos Balaguer, Martín Naveira y José Manuel González.
Los cambios más evidentes han sido aquellos ergonómicos que favorecen la comodidad, «aunque muchas veces sacrifican el sonido». «Tocar un instrumento es algo, entre comillas, 'antinatural' en cuanto a la posición, pero ese sacrificio lo asumes en beneficio de lo que estás escuchando. Es verdad que hay materiales que ayudan a que sea más fácil tocar, aleaciones diferentes de metal, boquillas... al gusto del instrumentista. Cada uno buscamos nuestras opciones para encontrar el sonido que nos identifique, pero la estructura es la misma», añade.
El quinteto se detendrá en aspectos como este y en detalles como que a la trompa se la considera el instrumento que conecta las maderas con los metales. En el caso de Emilio Climent, castellanoleonés de origen valenciano, eligió este instrumento al entrar en una banda y optar a él condicionado un poco por el director, que necesitaba su sonido. «En cuanto lo tuve en casa y empecé a descubrirlo, me enamoré», recuerda reconociéndose «un poco friki» como el resto de trompistas que forman parte de una asociación internacional y tienen una revista específica.
Todos estos aspectos y el resto de la historia de la trompa la narrará el quinteto interpretando un repertorio que alude al título con piezas que van de Haendel a Turner, pasando por Rossini, Tellemann, Mozart, Tscherepnine, Humperdinck y Bruckner hasta finalizar con Bernstein, sinónimo de la ciudad cosmopolita con la que concluye el recorrido iniciado en Atapuerca. (A las 20:15 horas. Entrada gratuita; reservas en el teléfono 947 421 000 o el correo reservas@museoevolucionhumana.com).