El hormigón eólico, último destino de los molinos

G. ARCE / Burgos
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Crece el interés de la industria de los aerogeneradores por un proyecto de la UBU que ha conseguido transformar las palas en un subproducto para pavimentar calles y caminos

La secuencia fotográfica resume tres años de investigaciones: la vieja pala, su triturado y su transformación en hormigón para pavimentos urbanos. - Foto: M.Á.V., A.R., L.L.A. y P.G.

Nada hace pensar que debajo de los pies están los restos de lo que en su día fue una pala de 25 metros de longitud que giró durante más de 20 años en lo alto de los montes sorianos. Las fibras de vidrio, las resinas poliméricas, las espumas de poliuretano y el PVC de su estructura se han transformado en un hormigón, tan común y ordinario en apariencia como el que pavimenta aceras, calles y caminos. 

Una investigación patentada por la UBU y financiada con ayuda de la Junta de Castilla y León ha dado con una de las soluciones más sencillas para hacer desaparecer los miles de aerogeneradores que empiezan a alcanzar su vida útil en España, lo que ha despertado el interés de la industria eólica, que tiene ante sí un horizonte de más de 65.000 toneladas de desechos en los próximos años.

La prueba del algodón está en un camino de 50 metros restaurado en la Milanera, muy cercano a los laboratorios del equipo de Construcción Sostenible de la UBU y de lo que será el futuro vivero de empresas del hidrógeno renovable. La energía eólica se transforma, también en un subproducto tan universal como el hormigón, sostenedor de nuestra civilización urbana.

Concretamente, son 200 metros cuadrados de pavimento de 15 centímetros de grosor construidos como en cualquier urbanización, con su zahorra de relleno, sus hormigoneras y sus operarios de la construcción repartiendo la masa uniformemente con las palas.

Vanesa Ortega y Marta Skaf, integrantes del equipo de investigación de la UBU liderado por el profesor Juan Manuel Manso, aclaran que a lo largo de los 50 metros de paseo se pisan tres tramos de pruebas diferentes. Uno de ellos es de hormigón corriente y moliente; otro incorpora una dosificación de un 1,5% de componentes de pala de aerogenerador convenientemente reciclados y mezclados; y en el tercero la mezcla asciende al 3% y es el que mejor comportamiento está teniendo.

Todavía nos queda mucho trabajo por delante y muchas soluciones por experimentar"
Vanesa Ortega, investigadora de la UBU

En total se han manejado 1.200 kilos de hormigón (mezclados y amasados en fresco en cubas de 10 metros cúbicos en una planta de hormigonado) en la prueba concepto. Una pequeña parte de los cuales procede de la vieja pala que primeramente se trituró en las cizallas de Hierros Foro, empresa colaboradora en este proyecto, y cuyos desechos se estudiaron, se analizaron, se testaron y se mezclaron en el laboratorio de Sucons de la Politécnica de la Milanera.

«Hemos comprobado y certificado que el comportamiento es muy parecido al hormigón convencional, incluso con una cierta mejora de la flexión y la compresión», explican las investigadoras, que recuerdan que se ha elegido el proceso de reciclado de las palas menos costoso y duradero posible.

Si sumamos los 3% de los miles y miles de aceras, caminos o calles que se pueden pavimentar en España a lo largo de un año, puntualizan Vanesa y Marta, es más que factible dar una segunda utilidad a los entre 1.500 y 2.000 aerogeneradores obsoletos que se desmontarán en España cada año hasta 2030.

Probado el éxito del hormigón eólico a la intemperie y su potencial comercial, el equipo de investigación que lo ha desarrollado centrará ahora sus esfuerzos en testar el amplio abanico de aplicaciones que puede tener los desechos de las palas para su uso en la construcción, como materia prima para prefabricados (viguetas, bordillos, paneles de fachada, etc.). 

«Estamos utilizando este subproducto en hormigones autocompactantes e incluso experimentaremos su uso en materiales bituminosos. También trabajamos en la incorporación de mayores porcentajes de residuos de pala en el propio hormigón, o con áridos reciclados procedentes de demoliciones», explican.

Convertir desechos en hormigón de calidad es una gran oportunidad para la industria eólica"
Marta Skaf, investigadora de la UBU

La repotenciación de los parques eólicos, es decir, la sustitución de los pequeños aerogeneradores por otros más grandes y más eficientes -algo que empezará en los parques de Burgos en poco tiempo- ha despertado el interés por este proyecto de investigación. «La transformación de estos parques pasa por dar una solución a sus desechos y creemos que es la industria eólica la que debe dar el paso para apostar por soluciones como las que hemos desarrollado nosotros».

Vanesa y Marta, integrantes de un equipo de 10 investigadores a los que se van sumando estudiantes y becarios a lo largo del curso, apuntan que un uso viable de sus trabajos será la incorporación del hormigón eólico en la enorme cimentación que necesitan los nuevos aerogeneradores, mucho más potentes y de mayores dimensiones que los de primera generación, lo que daría un nuevo sentido a la sostenibilidad de estas instalaciones en el largo plazo. 

En principio, no se barajan más pruebas de campo en Burgos por el alto coste de contratación de los trabajos de construcción, aunque los investigadores están convencidos de que el hormigón eólico será pronto un elemento de uso común en nuestras calles y carreteras.