No representan el principal motivo por el que profesores y alumnos acuden a la Defensora Universitaria de la UBU para exponer sus quejas y reclamaciones, aunque sí es una problemática que suele estar presente en sus balances de curso, especialmente en el pasado, cuando la inteligencia artificial (IA), o más en concreto el asistente de conversación gratuita ChatGPT, comenzó a emplearse de forma inadecuada en la realización de trabajos. La institución académica detectó los primeros casos y, con ellos, llegaron los suspensos fruto de la aplicación de la normativa de evaluación para este tipo de prácticas, traduciéndose todo ello en conflictos que terminaron en manos de este órgano unipersonal que ocupa la catedrática Julia Arcos.
Hasta ocho expedientes se estudiaron el curso pasado, sin que la IAfuera la protagonista de su totalidad, ya que también llegaron casos de copias al uso, para lo cual la Universidad de Burgos dispone desde hace tiempo de una herramienta digital con la que detectarlo a través de informes de similitud que permiten saber al docente hasta qué punto un texto ha sido calcado de otro sin referenciarlo. El desenlace fue diferente, según detalla Arcos, en referencia a actuaciones de mediación para evitar el suspenso, a la confirmación del mismo o, por el contrario, a la imposibilidad de poder demostrarlo. «Tiene que haber evidencias muy claras para ello», comenta, no sin antes subrayar que «la mayoría de los alumnos son honrados» frente a alguna que otra excepción.
De igual forma, la Defensora Universitaria pone de relieve el cambio de metodologías de evaluación que aplican ya muchos profesores para evitar este tipo de situaciones. En este sentido, apunta a exposiciones orales o a trabajos que se realizan en horas de clase, principalmente para frenar el uso de las aplicaciones de IA al resultar en la mayoría de los casos indetectables y, por tanto, impedir la justificación de que el alumno no ha superado una materia.
Menor incidencia este año. Desde que se popularizó sobre todo ese asistente de comunicación, la comunidad académica, encabezada por el Rectorado y los decanos de las facultades y centros, se ha empleado en frenar el uso inadecuado del mismo, además de trabajar en un protocolo de actuación conjunto en el campus y de intentar abordar los aspectos positivos y las infinitas posibilidades que ofrece esta herramienta. De hecho, la también catedrática de Química reconoce que las medidas adoptadas están dando sus frutos al «notarse más el curso pasado que en lo que llevamos de este».