La historia de la relación que mantienen Ana y Óscar, una pareja en la treintena que se acerca a la cuarentena, a través de lo que les pasa durante el mismo día, Nochevieja-Año Nuevo, durante diez años de su vida, se ha convertido en una de las series del momento. Junto a Los años nuevos siempre aparece el nombre de Rodrigo Sorogoyen, pero en la cabecera de esta creación de Movistar+ va acompañado por los de la madrileña Paula Fabra y la burgalesa Sara Cano.
Ha causado furor. Estreno internacional en el Festival de Venecia, paso por la Seminci de Valladolid, cuatro nominaciones, entre ellas a Mejor Guion, en los Premios Feroz, que se entregan el 25 de enero... Y, lo más importante para Cano, el aplauso y cariño de los espectadores. «La serie ha atravesado a mucha gente a nivel emocional y nos lo han trasladado de manera generosa. Es muy bonito recibir continuamente mensajes de conocidos con el pantallazo de WhatsApp en el que todo un grupo habla de ella. Ha sido inesperado». Parte de ese éxito, sopesa, se debe a que todos sus hacedores se ven reflejados en ella. «La década de los 30 a los 40 es la que acabamos de vivir nosotros, con la sensación de que pasaban un montón de cosas, de dejar atrás la juventud, empezar a madurar, a tener pérdidas importantes... Estar tan pegados a ella nos ha ayudado a que la gente se identifique tanto».
Un empujón en una propuesta que presentaba varios retos: conseguir que el público rellenara los huecos de los 364 días que no se ven sin ser muy explícitos, mantenerse fiel al espíritu naturalista de este retrato generacional sin que los protagonistas dejaran de ser dos personas corrientes, a las que no podían pasar grandes cosas en la misma jornada, y no juzgar a los personajes en sus decisiones. «Había que escucharlos para ver por dónde podría ir la historia», advierte y confiesa que la construcción de Ana (Iria del Río) fue más difícil que la de Óscar (Francesco Carril). «Nos daba miedo que cayera mal porque es una chica que toma sus decisiones, que duda... Y eso a las mujeres a veces no se nos permite», detalla sin olvidar otros desafíos más divertidos como el de conseguir que cada Nochevieja transcurriera en un escenario y una situación. Un hotel, una ciudad, la cena de las uvas, la madrugada...
«Ha sido un proceso de escritura precioso y muy intenso. ¡Un viajazo!», resume aún maravillada por todo lo aprendido durante un proceso que ha sido largo, en todos los sentidos. La propia gestación de Los años nuevos daría para una telenovela, con un primer capítulo que se remontaría a 2018. Ese año, Sorogoyen, Ruy para los amigos, buscaba guionistas para un proyecto, quería gente nueva. Y ahí, tras dos pruebas, entró Cano, que ha visto como la serie era comprada y rechazada, con rodajes cancelados e iniciados contrarreloj, con jornadas interminables en casa del director de As bestas para plantear las tramas y el contenido emocional, con tachones, con un sinfín de versiones, con reelaboraciones cuando lo escrito rechinaba en los personajes, con capítulos que se atragantaban y otros que salían solos, con risas y lágrimas... Una aventura que, enfatiza, ha merecido mucho la pena.