Ha exprimido su trayectoria profesional hasta el último segundo. También la ha disfrutado, con pasión y vocación a partes iguales. Ahora, con 70 años recién cumplidos, el pasado miércoles 4 de diciembre, el doctor Carlos Hernando colgó la bata. Lo hace con la friolera de 47 años de carrera a sus espaldas, de los cuales los últimos 31 ha ejercido como médico en la localidad ribereña de Gumiel de Mercado. Se despide «totalmente» satisfecho y sintiéndose querido por los vecinos del que ya es como su pueblo, así como de La Aguilera, que asumió en 2014. Al final, dice, «formas parte de su vida, te conocen bien y tú les conoces bien».
El suyo ha sido un camino ligado de principio a fin al medio rural. Tras licenciarse en Medicina en 1978 en la Universidad de Valladolid, con apenas 23 primaveras, Hernando se colegió y al día siguiente ya empezó a trabajar. Analizó la lista con los partidos médicos que había libres y se decantó por Villatuelda y Terradillos de Esgueva, muy cerca de su Anguix natal. Cuenta que estaba «solo ante el peligro», que no había enfermeros, por lo que él ponía las inyecciones y cosía heridas, tampoco existían los centros de salud y debía permanecer localizable las 24 horas del día.
Apenas tres meses después, tuvo que marcharse a Madrid para cumplir con el servicio militar obligatorio que prestó como facultativo y, una vez superado, regresó a la Ribera del Duero. Sin tiempo que perder, el 2 de enero de 1980 recaló en Villanueva de Gumiel, donde desempeñó su labor como interino hasta finales de 1983 y, de forma simultánea, trabajó en Urgencias en el Hospital arandino de los Santos Reyes, del que se llevó un gran aprendizaje.
No tardó en aprobar las oposiciones al cuerpo de médicos titulares y de ahí, en un concurso de traslados, se mudó a Quintanilla San García para sumar otros cuatro intensos años. Vivía en Briviesca y se desplazaba a diario. Además, la suerte le sonrió en lo personal. Y es que estando allí, se casó. La boda se celebró en Cuéllar, el pueblo de su mujer. Por aquel entonces, las raíces comenzaron a tirar y el doctor aprovechó un nuevo concurso para acercarse a casa. «Lo más cercano fue Langa», en la provincia de Soria y a escasos 28 kilómetros de Aranda, donde ejerció de 1987 a 1993. En tierras sorianas nacieron sus dos hijos y comenzaron a ir al colegio... hasta que, por fin, en el 1993, a Hernando le llegó la oportunidad de sumarse al equipo de Aranda Rural.
(El reportaje completo, en la edición impresa de este viernes de Diario de Burgos)