Aprender al aire libre, en verano y rodeado de otros niños es muchas veces la mejor opción para aquellos padres que quieren tener a sus hijos distraídos durante unas horas. Más aún si lo hacen sobre temas relacionados con la naturaleza y el medioambiente. Para ello, el 'Veranito Infantil 2024', organizado por la Fundación Oxígeno, lleva a cabo este verano una serie de campamentos urbanos que, cada cinco días, van cambiando de temática.
La edad de los niños es entre siete y catorce años, pagan un «precio popular» de diez euros por cada semana y se pasan cinco horas por la mañana y otras cuatro por la tarde realizando diferentes tipos de actividades. Algunas tan curiosas como bailar jotas, construir casas para bichos o pintar un mural. Unas veces hablan de pájaros, otras de fósiles o de ranas, y no podían faltar las lechugas y los tomates.
Todo ello en función de la semana que toque. «Tener un espacio de conocimiento y diversión para que los niños puedan conocer lo autóctono» es uno de los objetivos que pretenden lograr con estos campamentos.
Hacer actividades relacionadas con la naturaleza, al aire libre y desconectarse completamente de los móviles son algunas de las claves que ha dado Alberto, uno de los trabajadores de la fundación. Lo que pretenden es «plantar esa semilla para cuidar y conocer la naturaleza fuera de la zona de confort de los niños, como pueden ser sus casas o el colegio». Lo más importante, destaca, es que «desconecten, lo pasen bien y estén con amigos», en definitiva, que tengan ese contacto con la naturaleza.
Son unos campamentos financiados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y cuentan con la colaboración del Ayuntamiento.
Además, Burgos es una ciudad ideal para plantear estos eventos. «Tenemos entornos naturales muy cerca de la ciudad», asegura Alberto. El anillo verde o la zona urbana son otras de los espacios que pueden servir para realizar actividades de este tipo. Todo ello junto con la fauna, la vegetación o todas las aves que se pueden apreciar en las alturas de la capital burgalesa.
La Fundación hace todas sus actividades a nivel nacional, a pesar de tener su sede en Burgos. No solo se trata de campamentos, sino que, en estos 21 años de recorrido, también han dado charlas en colegios, realizando diferentes campañas sobre varios temas relacionados con el medio ambiente. Se encarga, sobre todo, de actividades de educación ambiental, voluntariado, conservación...
«Si todo funciona bien, como parece que está ocurriendo, los campamentos se seguirán celebrando en años posteriores», adelanta el propio Alberto.
«Tiene una parte bonita que es trabajar con niños; valoran mucho lo que haces, son muy agradecidos, lo disfrutan...», recalca el educador ambiental». Siempre hay algún «liante» por ahí, pero por todo lo demás parece que trabajar con ellos nunca defrauda y siempre puede venir bien, independientemente del tipo de actividades que se hagan.