La jefa de Endocrinología, Pilar Álvarez, y el de Medicina Interna, Luis Buzón, han renunciado a seguir haciéndose cargo de sendos servicios asistenciales del HUBU por razones relacionadas con la gestión del personal. Y más en concreto, por discrepancias tras el último concurso de traslados y el proceso de consolidación de facultativos que encadenaban años de interinidad, porque ha generado dificultades, según coinciden fuentes no oficiales del hospital. Estas dimisiones acaban con más de dos años de tranquilidad entre los altos mandos del complejo, después de la cascada de despedidas -a la que se sumaron los ceses- vivida entre comienzos del 2020 y finales del 2021; en lo peor de la pandemia.

Hace tiempo que uno de los principales problemas del HUBU, sino el mayor, es de personal. Todos los datos disponibles evidencian que hay un problema en todas las categorías que no se da en el hospital de Salamanca ni en los Valladolid y tampoco en el de León, aunque la situación de este último es más similar a la del burgalés. La situación dista de ser nueva, pero ninguna de las personas que ha asumido la gerencia del HUBU en los últimos años ha aclarado las razones por las que Burgos no tiene la capacidad de atracción que Valladolid, Salamanca o León sí. Y así se constata en cada proceso de estabilización de personal iniciado por la Consejería de Sanidad con el objetivo de afianzar plantillas y reducir la temporalidad, que en el HUBU es muy elevada.

El último concurso de traslados, extraordinario por el elevado número de plazas convocadas en todas las categorías, no fue excepción: de las 201 de enfermería ofertadas se solicitaron 19 y de las 116 médicas, hubo interés por 52. A esto hay que añadir que es frecuente que se produzcan renuncias y que quien elige plaza en un destino acabe solicitando una comisión de servicio para ejercer en el hospital del que procedía.

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