Son una gota en el océano de la emigración juvenil que la provincia de Burgos lleva décadas soportando, pero su vuelta no es tan importante desde el punto de vista cuantitativo sino cualitativo. Cada menor de 40 años que regresa supone una indudable buena noticia, y cualquier novedad positiva en la tendencia general de negatividad es digna de celebrarse.
114 jóvenes burgaleses han regresado a su tierra desde 2016 -22 en el último año- gracias al programa de ayudas 'Pasaporte de vuelta' que impulsa la Junta de Castilla y León y del que se han beneficiado 111 personas en el conjunto de la región. Burgos es la provincia con más perceptores, por encima incluso de León o Valladolid pese a que estas dos últimas tienen más volumen de población.
Los agraciados recibirán cuantías de entre 2.200 y 4.800 euros, dependiendo de sus circunstancias personales. El objetivo de estas ayudas, tal y como lo expresa la Junta, es "el fomento del retorno y particularmente la integración social y laboral de la población beneficiaria. Los requisitos para optar a estas ayudas son tener más de 18 años, ser oriundo o procedentes de Castilla y León, que la vuelta se haya producido o se vaya a producir desde el extranjero a cualquier municipio de la región y carecer de bienes inmuebles de valor superior a 50.000 euros".
Servando del Pozo: "Al menos el gobierno se está responsabilizando de que tengamos que salir fuera" - Foto: Luis López AraicoEsa es la lectura oficial, pero tras los papeles del Boletín Oficial de la Comunidad en el que se publicó la resolución de la convocatoria hay personas, y dos de ellas relatan aquí para Diario de Burgos sus historias particulares de aventura y superación personal.
Judith González Varga, 32 años. De China a Mecerreyes
"La ayuda se agradece, aunque lo ideal sería un mercado laboral mejor"
Judith González: "Había ganas de regresar, aunque el paso por China esté bien como una experiencia" - Foto: Luis López AraicoDespués de estudiar Psicología en Salamanca y graduarse en Antropología Social y Cultural por la UNED, y tras una experiencia de dos años en Madrid, donde "las condiciones tampoco eran nada del otro mundo", trabajando y ejerciendo al mismo tiempo el voluntariado, Judith González se marchó al lejano Oriente.
"Me animó un amigo que estaba trabajando en China. Yo no pensaba para nada que fuera a acabar allí, no tenía un especial conocimiento del país ni curiosidad, pero allí me fui para ser profesora de español en una universidad, un entorno fácil de manejar para lo que suele ser China".
Vivía en Xiangtan, provincia de Hunan, al sureste del país , una ciudad de casi 3 millones de habitantes donde le pilló la crisis del coronavirus. "Estaba de viaje y cuando la cosa empezó a ponerse más fuerte me vine a España", relata. "Estuve dando clases online y me marché de nuevo pasando las correspondientes cuarentenas", añade.
Este último detalle no es baladí. Judith debió de ser de las pocas españolas, e incluso extranjeras en general, que regresó a la China post pandémica, pues las restricciones de entrada al gigante asiático llegaron a ser tremendamente exigentes.
Hasta que el verano pasado se asentó definitivamente en su tierra de origen. Vive ahora a caballo entre Miranda de Ebro y Mecerreyes. "En el pueblo estoy muy a gusto, de allí son mis dos abuelos". Y está en búsqueda activa de empleo. Dice que le gustaría encontrar un trabajo "enfocado a los servicios sociales, con inmigración, refugiados, de mediación cultural, algo que aúne psicología y antropología porque esa es mi formación".
Fue después de estar en España cuando se enteró de que existía un programa de ayudas de la Junta de Castilla y León, "una aportación económica que se agradece, sin duda, pero lo ideal para los jóvenes es que tuviéramos un mercado laboral mejor para poder volver", afirma.
No se arrepiente para nada de haber vuelto a casa. "Había ganas ya, aunque el paso por China estuvo bien como experiencia". Le falta poner la guinda al pastel de su retorno mediante un contrato decente que le garantice un futuro mejor.
Servando del Pozo, 34 años. De Chile a Burgos
"Formarnos aquí y tener que marchar es un desperdicio"
Burgalés del 87, ingeniero de Caminos, formado en la UBU y posteriormente en Madrid, el último año de carrera tuvo la oportunidad de irse de Erasmus a Italia y aquello le abrió la mente a la idea de viajar y vivir fuera. Por medio de un compañero supo de las buenas condiciones de trabajo que ofrecía Chile y no se lo pensó demasiado.
"Era un país seguro, con una forma de vida similar a la de España. Aquí no teníamos muchas opciones laborales y nos fuimos a probar", relata Servando del Pozo. Era el lejano 2013. Hace nada menos que ocho años. "Desde que llegamos siempre tuvimos la idea de volver. Normalmente cualquier gran proyecto de ingeniería dura menos de cinco años, pero la crisis en España no se pasaba, así que la estancia se alargó un poco, porque además allí estaba bien", relata.
Sin embargo, definitivamente le surgió una oportunidad de regreso y aterrizó en Madrid el día 1 de marzo de 2020. Dos semanas después el mundo entero se paró por la pandemia. Tardó un año en encontrar un empleo, pero desde esta primavera trabaja para una empresa burgalesa en temas industriales. Para entrar en ella también le ha servido la experiencia chilena, donde entre otras tareas estuvo dirigiendo la construcción de centrales hidroeléctricas aprovechando el curso de los grandes ríos.
Año y medio después de su regreso, el balance es positivo. Reconoce que ha tenido muchas dificultades por tantos meses desempleado, "pero las decisiones se toman siempre para mejor". Y aunque la ayuda de la Junta no fue decisiva para optar por el regreso, "lo tuve en consideración porque me hablaron de este tipo de incentivos y me pareció interesante".
Reflexiona Servando que "es muy positivo la ayuda a la gente expatriada. Cuando un gobierno hace eso es porque el gobierno está tomando una responsabilidad ante el hecho de que profesionales del país tengan que salir fuera porque no hay oportunidades aquí. Ahora espero que trabajen también en mejorar la oferta laboral y evitar que profesionales cualificados se vayan a Alemania, Inglaterra u otros países porque eso es un desperdicio de talento. Es como si el Madrid o el Barça estuvieran formando jugadores jóvenes y que no pudieran pasar por el primer equipo". El símil futbolístico le sirve, nunca mejor dicho, de remate.