Pueblos que temen morir de bonitos

R. PÉREZ BARREDO / Tobera-Frías
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Las localidades más pintorescas afrontan un verano de turismo cada vez más masivo. Núcleos pequeños como Tobera -que es un barrio de Frías- u Orbaneja del Castillo tratan de gestionar con más servicios las crecientes avalanchas de visitantes

Los gallegos Adrián y María se acercaron el pasado jueves en moto atraídos por la fama de Tobera, atravesado por cascadas del río Molinar. - Foto: Alberto Rodrigo

Es media mañana del jueves y se hace complicado ya aparcar en Tobera, que aún parece desperezarse de su sueño de piedra y agua. De un tiempo a esta parte, el turismo masivo -e invasivo en ocasiones- se enseñorea de pueblos tan pintorescos como este que baña con bellísimas cascadas el río Molinar. Las redes sociales, los influencers, los reportajes que un día sí, otro también, se hacen eco de lugares tan especiales, provocan avalanchas de visitantes, de turistas que quieren hacerse la foto en un sitio tan mágico. Lo es Tobera, como lo son Frías, Orbaneja del Castillo o Puentedey, por citar sólo unos pocos emplazamientos de la provincia de Burgos que 'padecen' esta realidad, que tiene sus cosas buenas pero también regulares, e incluso malas. Cualquier fin de semana del año, los puentes más señeros o la Semana Santa suelen disparar las visitas. También en verano, claro, especialmente en agosto.

Estas localidades afrontan el recién comenzado estío como los últimos: entre la resignación y el hartazgo por un fenómeno imparable, ya que la falta de servicios lastra la posibilidad de acoger con garantías tantas multitudes, y los habitantes de estos lugares -pueblos pequeños y tranquilos- ven alterada su vida por la saturación de visitantes de forma ya demasiado cotidiana. Así lo reconoce Tomás Pérez, alcalde de Frías, municipio al que pertenece Tobera, en la que apenas reside de forma permanente una veintena de personas. "Tobera se está masificando de una manera exagerada. La gente que vive allí empieza a estar ya bastante harta", admite el regidor.

Mónica Angulo, que regenta el acogedor y precioso Hotel Rural 'Cascadas de Tobera', admite que el pueblo empieza a estar "sobrepasado". Asegura que hasta hace poco, en uno de los emplazamientos reservados para aparcamiento de residentes, estacionaban caravanas, y aunque hace ya dos meses que una señal prohíbe que se aparque allí, un día sí y otro también llegan vehículos de todo tipo. "A veces no puedo ni aparcar yo en mi trabajo. Estamos un poco hartos, porque la gente no respeta nada. El turismo, cuando se masifica, pierde su encanto", apunta Angulo. La creciente fama de Tobera tiene su síntoma en el hecho de que, durante la breve entrevista, recala en este establecimiento rural una turista holandesa, conocedora de la belleza del pueblo y del entorno. También los gallegos Adrián y María, que han llegado en moto, sabían del tirón de este lugar y no se lo querían perder. "Los fines de semana es increíble ver esto: colas y colas de turistas que recorren las calles, suben al mirador, se hacen fotos en las cascadas. Como un hormiguero", remata Angulo.

El turismo, cuando se masifica, pierde su encanto. Estamos un poco cansados porque hay gente que no respeta nada"
Mónica Angulo, regenta el Hotel Rural Cascadas de Tobera

Icíar y Patricia, dos vecinas de Tobera, admiten que en unos pocos años su pueblo ha registrado un cambio más que notable en cuanto al número de visitantes. A la primera, que vive a la entrada del pueblo, no le molesta especialmente ese aluvión; la segunda, que vive en la calle principal, reconoce que "la tranquilidad que teníamos se ha perdido", aunque tampoco sea algo que le irrite especialmente, si bien concede que a otros vecinos sí les causa malestar. Tomás Pérez está intentando habilitar una nueva parcela en el entorno del pueblo para convertirla en aparcamiento y evitar problemas, pero reconoce que está siendo complicado.

Frías, que es más grande y cuenta con más recursos, también registra un índice de turistas cada vez mayor. Es cierto que siempre ha gozado de la vitola de ser uno de los pueblos más bonitos y singulares de la provincia y aun de España, pero su alcalde asegura que en los últimos tiempos la expectación por visitar la ciudad más pequeña de este país ha crecido de forma exponencial. "Las redes sociales lo han favorecido; y los reportajes, que con internet llegan a todos los sitios. Y en medios con tanto prestigio como National Geographic", apunta Pérez aludiendo al que publicó esta prestigiosa revista hace unas pocas semanas, en el que se contaban todas las maravillas que atesora esta singular localidad.

Tobera se está masificando de forma exagerada"
Tomás Pérez, alcalde de Frías

En Orbaneja del Castillo, otro de los pueblos con más tirón turístico de la provincia, está incrementando servicios para no colapsar. Su alcalde, José Martínez, es consciente de que hay momentos del año en los que el número de visitas sobrepasa la capacidad del pueblo, pero también que este boom tiene un retorno que se debe aprovechar. Según sus datos, este precioso pueblo, en el que están empadronadas 50 personas, recibe anualmente en torno a 200.000 turistas, una cifra altísima. Aunque van solventando el problema del aparcamiento, siempre surgen otros, como el estacionamiento de autocaravanas, motivo por el cual el Ayuntamiento va a colocar parquímetros para regularlo. Tras un Viernes Santo de récord, en Orbaneja ya se preparan para un verano -especialmente el mes de agosto- que promete relanzar más al pueblo, que ha estrenado oficina de turismo. "Cada vez llama más gente", apostilla el regidor de esta villa.

Distintas sensibilidades. Desde la Asociación Los pueblos más Bonitos de España, creada para promocionar zonas preferentemente rurales y de pequeños municipios (a este colectivo pertenecen en Burgos Frías, Puentedey, Lerma, Covarrubias, Caleruega y Castrojeriz), "el 98 por ciento de nuestros pueblos no tiene un turismo masivo. No creemos que en Puentedey o en Frías lo haya; al contrario, es beneficioso sobre todo para que los pueblos vayan creciendo y generando puestos de trabajo en hostelería, en restauración o en comercios. Eso no significa que pueda haber momentos puntuales, como puede ser Semana Santa o algún momento en el mes de agosto, en que se pueda dar algún momento de saturación", explica Francisco Mestre, presidente de la asociación, que considera que la masificación se produce más a otra escala, en grandes núcleos a los que arriban cruceros o en algunos puntos de la isla de Mallorca.

En este sentido, señala que las localidades que forman parte de este colectivo (son más de un centenar de toda España) "van a acoger siempre bien a todos los visitantes. Hay muchos pueblos de Burgos y de otras provincias del interior que sólo tienen esto, el turismo. Quizás haya más problemas entre quienes tienen en estos lugares su segunda residencia que entre quienes viven allí todo el año. Yo vivo en un pueblo, y el hecho de que haya turismo entre semana me parece beneficioso y positivo. Hay restaurantes que no abrirían sus puertas de no ser así. Pero no nos consta que haya turismo masivo en Burgos. Suelo hablar con los alcaldes de los pueblos y no hemos recibido quejas en ese sentido. También es cierto que hay sensibilidades de todo tipo".