En 2001 el Burgos CF preparaba la plantilla para jugar en Segunda División, tras el histórico gol de Dani Pendín. José María Quintano era el presidente y contrató a un entrenador navarro, Enrique Martín, para llevar el equipo. Y, lógicamente, Enrique Martín se fijó en su club de procedencia, Osasuna, para fortalecer la plantilla. Y fichó un veterano, pero historia viva del conjunto navarro, Ángel Miguel Merino. Con 35 años el futbolista hizo las maletas y se trasladó a Burgos con su familia y un niño de solo 5 años, llamado Mikel. 23 años después aquel niño se ha convertido en el héroe del fútbol español tras su golazo ante Alemania al final de la prórroga.

La familia Merino se instaló cerca del polideportivo Javier Gómez, donde el Vadillos tenía su escuela de fútbol para los más pequeños. Y Miguel Merino se acercó un día y preguntó a los responsables del club si su hijo, que no paraba de jugar con la pelota, podía jugar con ellos. Y allí comenzó su carrera como futbolista. No era ni benjamín, ni estaba federado, pero formaba parte de aquel grupo de críos que soñaban con llegar algún día a jugar en el club de sus amores.

Mikel Merino lo consiguió. Su padre se retiró un año después, tras jugar en el Ceuta 21 partidos, y regresó a Pamplona. Mikel fue quemando etapas hasta llegar a la cantera de Osasuna y debutar con Jan Urban en el primer equipo. Y curiosidades de la vida, Enrique Martín, técnico que había traído a su padre a Burgos, llevó a Osasuna a Primera División y Mikel Merino, con 19 años, jugó 34 partidos. Su enorme progresión lo llevó a Alemania, al Borussia Dortmund y posteriormente al Newcastle hasta que lo fichó la Real Sociedad. Allí lleva seis temporadas y su entrenador es Imanol Alguacil, entrenador que cerró su etapa como futbolista en 2002 en el Burgos Club de Fútbol de Carlos Terrazas, justo un año después de que Mikel Merino diese sus primeros pelotazos en las categorías inferiores del Vadillos. Ahora el futbolista de 28 años saborea la gloria tras su golazo a Alemania.