El de ayer era un partido complejo. La clasificación decía que el Burgos jugaba contra el penúltimo clasificado, un equipo con el agua al cuello y que deambula por la cuerda floja, aunque echando un vistazo a la alineación del Málaga costaba creer que la máxima ambición de ese grupo de jugadores fuera alcanzar la permanencia. Al final los blanquinegros consiguieron un punto, que no sabe mal después de ir por detrás en el marcador. Pudieron ser tres o ninguno, y es que en el tramo final del choque ambos contendientes tuvieron opciones de hacer el segundo.
Lo positivo fue comprobar que el equipo tiene poder de reacción después de una primera parte en la que estuvo más pendiente de su portería que de la contraria. Calero apostó por la defensa de cinco y sorprendentemente metió a Juan Hernández de inicio. Al Burgos le faltó empuje en esos primeros 45 minutos.
El gol de Lago Junior en el 43 provocó que tras el descanso el cuadro burgalesista diera un paso adelante. Calero varió el dibujo, adelantó unos metros a Elgezabal, que pasó al centro del campo y metió a Mourad para fijar a los centrales. El equipo lo notó.
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