Aunque la conocida como pirámide de los italianos, mausoleo ubicado en el puerto del Escudo que fue erigido en memoria de los legionarios que cayeron en el Frente del Norte durante la Guerra Civil cuando daban apoyo a los sublevados en su ofensiva sobre Santander, languidece ruinosa y vacía desde hace décadas, su reciente inclusión en el catálogo de símbolos y elementos contrarios a la Ley de Memoria Democrática le ha devuelto a la actualidad.
Y no sin polémica. Una que, además, promete revuelo no sólo en el circo patrio (la Junta de Castilla y León se ha aprestado esta semana a anunciar que lo va a declarar Bien de Interés Cultural), sino allende las fronteras. No en vano, el Gobierno italiano acaba de ser interpelado a través del Senado de aquel país para que interceda en favor del monumento que un día acogió los restos mortales de hasta 384 combatientes del Corpo di Truppe Volontarie (CTV).
La moción ha sido presentada por Roberto Menia, senador de Fratelli d'Italia, partido al que pertenece la presidenta del Gobierno, Giorgia Meloni, y fuentes consultadas por este periódico no dudan de que el Ejecutivo italiano presionará todo lo posible para que el Gobierno español dé marcha atrás en su idea de derribar el exótico monumento funerario. Dos han sido los ministerios interpelados por el senador italiano: el de Cultura y el de Defensa, nada menos. «Se trata de un monumento arquitectónicamente valioso, una expresión de las concepciones artísticas de ese periodo, una pirámide escalonada sobre la que se encuentra una gran cruz, que también se convirtió en un lugar marcado para el turismo; la propiedad sigue siendo del Gobierno italiano y hemos sabido que el Gobierno español tiene previsto su derribo al considerarlo un 'claro ejemplo de monumento de exaltación del franquismo y el fascismo que ataca la ley de la memoria democrática», reza la interpelación».
Para el senador transalpino, tanto las autoridades locales como los vecinos de la comarca en la que se enclava el mausoleo se oponen a su demolición «y proponen dejarla en pies siempre y cuando se cuente la historia. La sensación de la mayoría de los residentes es que sería una verdadera barbarie y un despropósito derribar la Pirámide de los Italianos».En opinión de Roberto Menia, «la destrucción de testimonios del pasado es peligrosa, expresa una actitud radicalizada, lamentablemente ya observada con consternación en otras partes del mundo, que de aplicarse en la práctica provocaría la destrucción de gran parte del patrimonio artístico y arquitectónico de la humanidad; una actitud destructiva de aniquilamiento alejada de la cultura europea y que no tiene cabida en la conciencia civil y en la pertenencia común a la Unión Europea».
Una obra singular. El insólito mausoleo fue erigido entre 1938 y 1939. Lo diseñó un arquitecto, escultor y grabador de origen dálmata afincado en Milán llamado Attilio Radic, aunque la ejecución corrió a cargo de Pietro Bergamini di Varza. Por más que el recinto en que se halla la pirámide se encuentre vallado, su acceso es sencillo, como demuestra el feroz vandalismo al que ha sido sometido. Asimismo, el paso inexorable paso del tiempo y la falta de mantenimiento han provocado que se encuentre profundamente deteriorada tanto en su interior como en el exterior. El columbario exhibe los nichos vacíos, restos rotos de lápidas, mucha suciedad y, aún visible, la leyenda Presente, presente, presente escrita en el dintel. Hay dos accesos a la cripta de la pirámide, adonde se puede acceder por herrumbrosas escaleras, aunque nada puede hallarse.
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