La Isabel I y el HUBU investigan cómo curar más la anorexia

A.G. / Burgos
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Buscan jóvenes sanas de 14 a 18 años que serán sometidas a estudios físicos y mentales para comparar sus datos con los de las afectadas

Actividad en uno de los laboratorios de la Universidad Isabel I. - Foto: Valdivielso

Es una de las enfermedades mentales más prevalentes en mujeres jóvenes y de las que más se vieron afectadas - en general, todos los trastornos de la conducta alimentaria lo fueron- por el confinamiento de los primeros meses de la pandemia: los casos aumentaron, hubo más recaídas y nuevos diagnósticos, como señalaron desde la Unidad Regional de Trastornos de la Alimentación (URTA) del Hospital Universitario de Burgos. La anorexia nerviosa se caracteriza por una fuerte restricción de la alimentación que provoca una disminución sustancial de peso llegando a provocar desnutrición. Las pacientes tienen, además, una gran distorsión de su imagen corporal. Y el pronóstico no suele ser bueno ya que hasta un 20% de los casos se  cronifican, a veces los tratamientos no van bien, hay recaídas en hasta el 30% e incluso llega a producir la muerte (por complicaciones de la enfermedad y por suicidio). 

Con el objetivo de poner un grano de arena para revertir estas malas cifras, un equipo formado por la Universidad Isabel I, el Hospital Universitario de Burgos (HUBU), la Universidad de Oviedo, el Hospital Central de Asturias (HUCA) y la Universidad Europea de Madrid lleva ya un tiempo trabajando en el proyecto Desenmascarando el perfil de microRNA y riesgo poligénico en anorexia nerviosa, cuya investigadora principal es Miriam Martínez Castro, bióloga molecular, directora del grado de Nutrición Humana y Dietética y decana de Ciencias de la Salud de la Isabel I. El trabajo ha sido financiado con 50.000 euros por la Fundación la Caixa y Fundación Caja de Burgos y en el equipo están la psiquiatra Pilar Tejedor, coordinadora de la URTA del hospital burgalés, el biotecnólogo Eduardo Téllez; Selene Baos, doctora en Bioquímica, Biología Molecular y Biomedicina; Miguel Ángel Pérez, doctor en Medicina y María Fernández del Valle, especialista en ejercicio físico en anorexia. 

«Los microRNA son pequeñas moléculas de ARN sobre las que varias investigaciones han demostrado ya que pueden ser prometedores biomarcadores para el diagnóstico de algunas enfermedades -igual que el PSA indica cáncer de próstata- y que hasta ahora únicamente se han investigado en cáncer y patologías autoinmunes o neurológicas, por lo que la información disponible en anorexia nerviosa es prácticamente inexistente», explica Martínez Castro. 

A las mujeres participantes -un grupo, pacientes de anorexia que han sido hospitalizadas en el hospital burgalés y en el asturiano, y el otro, chicas sanas- se les está sometiendo a una serie de pruebas:  un perfil de microRNAs, cálculo del riesgo que tienen de sufrir la enfermedad y estudios de salud física y mental. El segundo, a base de cuestionarios y el primero, con pruebas de esfuerzo para conocer su capacidad cardiorespiratoria, un análisis de la composición corporal y una medida de fuerza de miembros superiores e inferiores, además del nivel de actividad física, con tecnología de última generación de la que dispone la Universidad Isabel I. «Estamos muy agradecidas a las chicas y mujeres que han participado cuando se lo han propuesto en el HUBU y en el HUCA porque consideran que ponen un grano de arena para evitar que otras pasen lo que están viviendo ellas», indicó la investigadora principal».

En cuanto al grupo control (nombre con el que se conoce a los participantes de un estudio científico que no son intervenidos para comparar sus resultados con el grupo experimental) se compondrán de mujeres jóvenes con buena salud física y mental y que realicen alguna actividad deportiva. Hasta ahora se han incluido de forma voluntaria algunas trabajadoras y alumnas de la universidad pero se necesita un impulso para poder concluir con éxito la investigación. 

Por eso, el equipo quiere hacer un llamamiento a toda la sociedad para que colabore y pide la incorporación al proyecto de chicas entre 14 y 18 años sin ninguna patología «que quieran contribuir al avance de la ciencia». Como ya se ha dicho, las pruebas son una extracción de sangre y otras de tipo físico, la participación es libre e informada y pueden abandonarla en cualquier momento. Si se desea recibir más información se puede poner en contacto con la siguiente dirección de correo electrónico: proyecto.miran@gmail.com.