La reactivación turística del Castillo no solo afectará a la fortaleza, en plena rehabilitación, sino también a la antigua iglesia de San Román, que volaron los franceses durante el asedio de 1812 y que constituyó la huida de las tropas napoleónicas de Burgos aunque no pudieron destruir sus muros. El área de Turismo del Ayuntamiento de Burgos, que dirige el concejal Carlos Niño, pretende retomar las excavaciones y hacer la zona visitable para locales y foráneos a corto plazo y ya se ha comenzado a trabajar en ese objetivo.
El primer paso será reservar una partida, bien en la próxima modificación de crédito o en el presupuesto de 2025, para contratar la continuidad de los trabajos arqueológicos en la zona. Los restos fueron hallados en 2015 por la arqueóloga Fabiola Monzón tras la realización de sondeos y continuaron en años sucesivos pero hasta 2021 y luego se interrumpieron por la pandemia. «Ya hay unos trabajos hechos y me parece interesante retomar la excavación de la antigua iglesia para recuperarla. La idea es que todos los años se avance un poco más y hacer partícipe a los visitantes de estas excavaciones a medida que se va avanzando en las mismas a través de la instalación de una pasarela», indicó Niño.
En este sentido, se irán dando los pasos para lograr este objetivo de que las ruinas sean visitadas como un recurso turístico más para completar la visita al Castillo. «Es un espacio muy interesante para conocer la historia de la ciudad y queremos hacerlo visitable. La arqueóloga ha hecho un estudio y hay potencial pero iremos paso a paso», insistió.
El primer paso para este mismo año será encargar la elaboración de un estudio sobre los hallazgos que se han salido a la luz en diferentes campañas de excavación. Los concejales de Medio Ambiente, Cultura y Urbanismo visitaron la zona hace unas semanas para ir trabajando en la idea y dejar para un segundo paso el estudio de la judería.
La última campaña de excavaciones en San Román fue en 2021 y se centró en las naves, consiguiéndose documentar las fachadas norte y sur de la iglesia, así como varios pilares que permitieron recomponer en cierto modo su planta, ya que aún queda pendiente de localizar su cabecera y la fachada occidental. Tras la retirada del terraplén generado con las tropas napoleónicas tras su voladura en octubre de 1812 salieron a la luz las numerosas sepulturas que ocupan la mayor parte del suelo en consonancia con la costumbre de utilizar las iglesias como cementerios.
Uno de los sepulcros que han podido ser identificados pertenece al mercader burgalés Gómez de Quintanadueñas, «ilustre personaje hijodalgo del siglo XVI descendiente de una de las estirpes mercantiles más representativas del comercio entre España y Flandes, tal y como publicó este periódico (ver DB de 16 de julio). En el año 1510, Gómez de Quintanadueñas alcanzó el título de cónsul de España en Brujas, y fue uno de los principales representantes de la Universidad de Mercaderes de Burgos; fue asimismo miembro del Consulado del Mar con sede en la Llana, donde Gómez también poseía casas y su residencia», explicaba la arqueóloga Fabiola Monzón. Este rico mercader murió el 22 de noviembre de 1553 y en su testamento señaló su deseo de ser enterrado en la iglesia de San Román junto a sus dos esposas, y en el panteón familiar. A esta iglesia contribuyó generosamente para la reconstrucción de la torre y el remate de chapitel.
Última campaña en 2021. La última campaña de excavaciones en las ruinas de la iglesia de San Román trajo aparejada el hallazgo de la capilla de San Andrés, el acceso a una cripta «por completo desconocida», ubicada bajo este espacio, así como numerosos elementos de la decoración del templo y otros objetos que hacen referencia a la Guerra de la Independencia.
La falta de planes de empleo desde esta fecha provocó que los trabajos se paralizaran pero ahora el equipo de Gobierno ha apostado por su recuperación. La zona se tapó con una manta geotextil y estos días el área de Medio Ambiente ordenará la limpieza del entorno que se ha llenado de maleza y da una imagen de abandono impropia de la importancia histórica que tienen estos descubrimientos.