De las rutas por Peña Amaya a descubrir una cima pakistaní

R.E. MAESTRO / Burgos
-

Jorge Bravo, vecino de Melgar de Fernamental que desde pequeño mostró su gran pasión por el alpinismo, alcanza con el Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca un pico del Karakórum donde no había llegado antes el ser humano

Jorge Bravo: "Lo que más me ha costado es tener calma. No puedes llegar allí y el primer día hacerlo todo". - Foto: DB

Recuerda perfectamente sus primeras rutas por la Peña Amaya y cree que de ahí viene gran parte de una pasión que ahora le ha llevado a descubrir una cima del Karakórum pakistaní. Jorge Bravo, vecino de Melgar de Fernamental, ha alcanzado junto a sus compañeros del Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) de Jaca un punto a 5.010 metros de altura nunca antes pisado por el ser humano y ha logrado así abrir una infinidad de oportunidades turísticas en esta zona. «El principal objetivo pasaba por dar una respuesta al Parque Natural de si esto era posible o no, pero les hemos ofrecido quitar la ruta que proponían y marcar una nueva que una persona que esté aclimatada puede hacer en seis días», explica este soldado de 25 años.

«Esta se trata de una de las expediciones más significativas porque fuimos a una zona inexplorada del Karakórum», expone Bravo. El Parque Nacional les pidió colaboración para comprobar si lo que estaba en los planos era correcto y así poder realizar bien la señalización. «Intentamos entrar por el valle del glaciar, pero estaba muy roto y decidimos ir por la arista, así que acabamos coronando un pico donde no había estado nadie», detalla. Han estado allí unos 20 días hasta conseguirlo, ya que han necesitado «aclimatarse» poco a poco y así evitar el denominado mal de altura, además de descubrir todos los secretos de este paisaje.

Lo más difícil pasa por jugar con la altura y eso «no entiende de si estás bien físicamente o técnicamente», dice el joven. Andar por la arista o recorrer zonas peligrosas son algunos de los mayores problemas a los que se ha enfrentado en esta ocasión. «Nosotros entrenamos todo el año, hacemos muchas salidas, somos apasionados de la montaña. Mi trabajo consiste en estar en la montaña y cuando termino me vuelvo a ir a la montaña otra vez», desarrolla, dejando claro que también es su pasión.

Jorge Bravo, junto a sus compañeros del Grupo Militar de Alta Montaña durante la expedición al pico Karakórum.Jorge Bravo, junto a sus compañeros del Grupo Militar de Alta Montaña durante la expedición al pico Karakórum. - Foto: DB

Con este desafío logra un sueño que se forjó desde bien pequeño. Su familia procede de la Serranía de Ronda, en Málaga, y reconoce que acompañaba a su tío a buscar a las cabras y las ovejas. Siempre ha vivido en Melgar de Fernamental, un pueblo sin montaña y en plena comarca Odra-Pisuerga, por lo que cada vez que tenía ocasión se escapaba a la Peña Amaya. Además, Adriano Martín Cófreces, vecino de Villadiego que ha realizado múltiples expediciones por todos los continentes y pertenece a este mismo grupo, siempre se ha alzado como su referente. «Con 19 años me fui a Jaca y me especialicé en las cuestiones más técnicas», afirma. Desde entonces ha pisado los alpes italianos, los franceses, los suizos... pero no recuerda algo tan extremo como lo que ha vivido esta vez en Pakistán.

Durante esta aventura ha estado acompañado por sus compañeros Marcos Clavería, Alberto Ayora, Salvador Geli, Jorge Palop, Enrique del Real y Sebastián Álvaro (mítico director de Al filo de lo imposible). Un viaje que no olvidarán nunca. No sabían lo que se iban a encontrar y la incertidumbre se ha convertido en uno de los mayores retos para el equipo. «Quizás adaptar la cabeza a eso haya sido lo más bonito y lo más complicado, no sabes lo que te espera», manifiesta Bravo, que aterrizó a finales de la semana pasada en la provincia burgalesa y ahora ya disfruta de unos días de vacaciones en Melgar.

«Yo soy una persona muy activa y necesito hacer actividad todos los días... así que a mí lo que más me ha costado es tener calma y paciencia, no puedes llegar allí el primer día y hacerlo todo, hay que subir y bajar hasta adaptarse», comenta. Por otro lado, aplaude que este hallazgo permitirá «mejorar la economía» del Valle de Husey, ya que en este entorno el turismo se ve como la principal fuente de ingresos y ahora este pueblo también se beneficiará de ello.