La «falta de capacidad» de la Jefatura Provincial de Tráfico de Burgos, es decir, su «escasa» plantilla de examinadores y de personal administrativo, y la convocatoria de exámenes de conducir «con cuentagotas», están ahogando económicamente a las autoescuelas de Burgos. La denuncia de este colectivo empresarial, que es extensible a la mayor parte de las provincias, coincide, paradójicamente, con un aumento del alumnado joven por vacaciones, al que este año se suma el de opositores a Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o Bomberos, que quieren obtener carnés de camión o moto para ganar puntos en las convocatorias; y a aquellos que utilizan la formación bonificada para obtener permisos profesionales para el transporte.
Las autoescuelas, denuncia el presidente de la asociación provincial que reúne a una decena de ellas, Juan Carlos Ramírez, han llegado al extremo de que quieren llevar alumnos a los exámenes «y no pueden», lo que supone asumir ellas las esperas y los retrasos de la Administración. Es un quebranto económico que esta «ahogando» a muchas empresas, ya de por sí afectadas por la progresiva caída de la demanda por el bajón demográfico y el menor uso del automóvil entre los jóvenes.
«Si no hay exámenes, no hay ingresos ni beneficios; es imposible mantener una plantilla y menos reinvertir para crecer en tamaño». Hasta la implantación por parte de Tráfico del sistema informático CAPA, explica Ramírez, los candidatos a examinarse se presentaban en Jefatura y se atendía a todos a medida que había capacidad de examinadores y plazas en pruebas, lo que ya era de por sí un hándicap.
Desde hace tres años, el sistema CAPA aplica una valoración distinta:reparte los exámenes prácticos entre todas las autoescuelas de la provincia de acuerdo con su alumnado, el número de examinadores y la cuota de exámenes prácticos que pueden asumir en su horario laboral. Un algoritmo prima a los candidatos que aprueban el teórico en primera convocatoria. Este reparto se realiza informáticamente en un turno cada 15 días.
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