El arzobispo de Burgos reorganiza la diócesis con más laicado

A.G. / Burgos
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Se estrena un departamento denominado 'para el primer anuncio' que intentará atraer a quienes se han alejado de la institución e incluso a quienes nunca han estado.

Monseñor Mario Iceta, en un encuentro con los medios de comunicación - Foto: Luis López Araico

El próximo 5 de diciembre se van a cumplir tres años desde que Mario Iceta tomó posesión como arzobispo de Burgos en sustitución de Fidel Herranz -entonces retirado por edad, a pesar de que expresó su voluntad de proseguir durante el año 2021 para celebrar el octavo centenario de la Catedral, y ahora emérito-. El sacerdote vasco llegaba desde la diócesis de Bilbao, tras una carrera fulgurante y lo hacía con  «entrega e ilusión» pero en un momento excepcionalmente duro por la pandemia de covid-19 y las restricciones que aún se mantenían. De hecho, su toma de posesión estuvo precedida de una cierta polémica con respecto al aforo. Y aunque el Derecho Canónico advierte de que un cambio de obispo supone automáticamente el cese de todas las personas integradas en la estructura mantenida hasta entonces, Iceta no quiso tocar nada antes de conocer el terreno y a la gente, entre otras cosas, además, porque la Asamblea Diocesana ya estaba empezada cuando llegó. Es ahora, pues, cuando ha hecho los cambios con los que deja su impronta y su forma de entender la comunidad católica.

La reorganización de la diócesis ha estado precedida de un análisis de cada uno de los responsables de las áreas (delegaciones, secretariados y departamentos) sobre la pertinencia de introducir cambios o incorporar nuevos campos de acción, y de la opinión del Consejo Pastoral Diocesano, un organismo formado por 70 personas -la mitad, laicas- que asesora al arzobispo en las grandes decisiones y que en mayo dio el visto bueno a la nueva estructura que, según explica el vicario de Pastoral, José Luis Lastra, «no ha supuesto grandes cambios» pero sí decisiones sobre qué órganos se mantenían, cuáles desaparecían y cuáles se fusionaban. 

Así, se han quedado 18 delegaciones -que son, por así decir, las entidades de mayor rango- y 16 secretariados, departamentos y centros. La apuesta de Mario Iceta ha sido incrementar la presencia de mujeres (son un 29% largo del total y la cifra crecerá porque hay aún vacantes para las que solo se barajan nombres femeninos), darle mayor importancia al laicado e incorporar nuevas inquietudes como la ecología, en sintonía con los movimientos realizados por la Conferencia Episcopal. No se ha creado ninguna nueva delegación pero sí se ha desdoblado la que unificaba Universidad (que ahora es un secretariado en el que sigue Jesús Mª Álvarez) y Cultura, que queda domo delegación y bajo la responsabilidad del vicario general, Carlos Izquierdo.

El departamento de Ecología Integral -un asunto en el que ya hace tiempo que trabajan muchos grupos católicos burgaleses pero que no tenía 'oficialidad'- también es, como se ha dicho, de nuevo cuño y aunque aún está vacante Lastra explicó que se barajan solo nombres de mujeres para ocuparlo. Otras novedades son un secretariado de personas mayores (a cargo de Amelia Díez) y uno más dirigido al colectivo con discapacidad (con el seminarista y aún laico Guillermo Pérez); también se ha creado otro denominado Bíblico, que aún no tiene titular, y la Delegación de Misiones, que antes tenía a un cura a la cabeza, ahora está a cargo de la laica Maite Domínguez; Juventud cuenta con el sacerdote Carlos Navarro al frente «aunque se intentó buscar a un laico incluso ofreciéndole un sueldo, porque creemos que este área necesita dedicación, pero no hemos encontrar a nadie; vamos a seguir intentando encontrar a un joven de Iglesia y laico», apunta Lastra. 

Se estrena un área, que lleva por singular nombre Secretariado para el Primer Anuncio, que se ha propuesto acercar a la Iglesia Católica a aquellas personas que en algún momento de su vida estuvieron dentro pero que se han alejado y a las que nunca han estado allí presentes.  Lastra dice que la encuesta realizada en 2021 sobre la sociología católica burgalesa dejó unos datos durísimos sobre el alejamiento cada vez más palpable de la población a pesar de que más de la mitad aún se considera católica «sobre todo, por tradición». Las cifras sobre la práctica eran aún peores ya que solo el 20% aseguraba ir a misa los domingos, aunque Lastra asegura con toda honestidad que nunca se lo llegaron a creer, y un 80% decía no participar en ninguna actividad más. 

«Estamos en una sociedad cada vez menos cristiana de fe y culturalmente y queremos intentar algo, pero a la gente no se les puede ofrecer misa, rosario y procesión. La idea es crear actividades de convivencia y lugares de encuentro a las que invitar a personas que no vienen a la parroquia y en las que dar a conocer lo que hacemos.  Está sobre la mesa la posibilidad de abrir un centro juvenil al que los chavales puedan acudir los sábados por la tarde. En esta línea  se ha empezado trabajando con las parejas que se quieren casar por la Iglesia, a las que ya no se les ha ofrecido los clásicos cursillos prematrimoniales sino unas cenas en las que se ha charlado sobre muchos asuntos». 

Todos estos nombramientos van a tener un año menor de vigencia del que tenían hasta ahora (cuatro en vez de cinco) por decisión de Mario Iceta. En total son, en las 18 delegaciones, 10 curas, 6 laicas, un religioso y una religiosa, y en los 16 secretariados y departamentos, 8 curas, 5 laicos, 2 laicas y una religiosa, y quedan aún tres departamentos y un secretariado sin responsable. «Lo que descompensa es el número de curas que somos, aproximadamente la mitad, pero no hay ninguna cosa inamovible. Se intenta que haya un equilibrio y un poco de todo, pero no nos movemos por cupos sino pensando en las personas que puedan animar mejor sus áreas, aunque en conjunto sí que pretendemos que haya más laicado». 

Uno de los objetivos de la Iglesia Católica burgalesa es que cada vez más se profesionalicen las tareas y en este sentido -y siguiendo el mandato de la Asamblea- se ha creado un fondo para formación de manera que quienes deseen tener más recorrido académico en el área que desempeña no se lo tenga que pagar de su bolsillo «ya que, al final, es para un servicio a la diócesis». Este primer año se han habilitado 6.000 euros «pero si hay personas que quieran hacer algunos estudios para desempeñar una tarea se atenderá su demanda». 

«Desequilibrio».  Para el colectivo Mujeres en la Iglesia de Burgos por la Igualdad, de reciente creación, las recientes designaciones del arzobispo mantienen el desequilibrio que ya existía en la curia entre hombres y mujeres. «Continúa la tendencia de nombrar sacerdotes para cargos para los que no necesariamente hay que serlo y curiosamente esta decisión choca con el mandato del recién aprobado Plan Pastoral Diocesano para el periodo 2023-2027, una de cuyas acciones apremia a 'procurar una mayor incorporación de laicos y religiosos en los diversos servicios y cargos de responsabilidad a todos los niveles eclesiales, incrementando de un modo especial la presencia significativa de la mujer'.  Y no parece ir en la dirección del Sínodo en el que la Iglesia Universal está inmerso, cuya tendencia es incrementar la participación real del laicado y las mujeres», explicó el colectivo a este periódico.

Dentro de los movimientos que ha realizado la diócesis burgalesa  echan de menos la incorporación de alguna mujer al Consejo de Gobierno, «incluso que se cree este órgano en sustitución del actual Consejo Episcopal compuesto solo por los vicarios y, por tanto, solo por hombres»: «Cada vez son más las diócesis que ya han incorporado mujeres a estos organismos. Si lo han hecho las diócesis de Salamanca, León, Vitoria o Valladolid, ¿cuál es la dificultad para hacerlo también en Burgos?», se preguntan sus representantes.