Cuando Burgos soñó con tener playa

DIEGO PÉREZ LUENGO / Burgos
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La playa fluvial de Fuente Prior lleva desde 2016 sin ser apta para el baño pero en su origen supuso un reclamo para los burgaleses, que vieron en su entorno en lugar ideal para pasar el día y darse un chapuzón

Los más pequeños tuvieron en la arena un motivo de diversión; prueba de ello esta imagen de 1998. - Foto: ÓSCAR NAVARRO

Hubo un día en el que los burgaleses soñaron con tener mar, con no tenerse que desplazar a las costas nacionales para darse un baño de agua salada. Lo pensaron, lo desearon y hubo un día en el que se despertaron con una playa. No daba al Cantábrico ni se acercaba al Mediterráneo, su temperatura estaba más cercana del Atlántico pero su único vínculo con él era el destino del cristal líquido que besaba su arena. En 1985, en pleno parque de Fuentes Blancas, se inauguró una playa de agua dulce que alimentó la ilusión de muchos.

Porque el verano es ilusión y tener un sitio al que poder ir, un lugar formal en el que refrescarte haciéndote creer que estás en cualquier destino de costa fue un lujo y una novedad. Aunque solo fuera por ver a los niños jugar con la arena haciendo castillos que nunca se llevaría la marea. O tirando la toalla sobre una superficie más amable que cualquier tramo de tierra dura.

Como recoge Jesús Carazo en Aquel Burgos sombrío en el que fuimos felices, el Arlanzón servía antes de la moda de las piscinas, de espacio de baño para jóvenes y mayores. Muchos acudían a Fuente Prior y otros tantos optaban por agolparse en los trampones, unas pequeñas presas que remansaban la corriente en pleno paseo de la Quinta. Fede capturó una imagen algo más abajo de ese punto el 30 de junio de 1968 donde se puede contemplar a numerosos bañistas experimentando con el agua mientras varios grupos de personas charlan a la orilla. Hasta ese momento los márgenes del Arlanzón era lo más parecido a una playa que tenía la capital.

Las zonas de baño se extendían por toda la Quinta y nadie parecía echar de menos otro punto en el que refrescarse. En las fotografías Burgos requiere un esfuerzo para ser reconocible y todos los figurantes parecen tener algo que hacer. Antes incluso de esa instantánea de 1968, aparece otra de agosto de 1956, en este caso en Fuente Prior. El césped recogiendo la sombra de los árboles parece ofrecer el entorno ideal para llevarse la comida y pasar un día diferente. Un plan de familia que cambiaría casi 30 años después con la llegada de la arena.

En la actualidad y desde 2016 la playa artificial de Fuentes Blancas no es apta para el baño. Pero hasta llegar a esta situación ha sido un escenario ideal para numerosos usos. El primero y más popular el de refrescarse. Sumergirse en su naturaleza y navegar por su frescor. Buscar animales a los que saludar o encontrar amigos con los que poder jugar. Y los que no disfrutasen con el agua siempre tenían la opción de desplegar su toalla y moldear con la silueta de su cuerpo la arena, como en las mejores playas. 

Pero al margen de eso también se han disputado numerosas competiciones deportivas veraniegas. Con el final de la temporada habitual muchas son las disciplinas que se abren a versiones en arena. Fútbol, voleibol o balonmano son algunos ejemplos. El torneo Ciudad de Burgos de voley playa llegó a celebrar doce ediciones en las que las redes y los balones tomaban el protagonismo.

El balonmano playa, por su parte, también gozó de episodios de competición. Aunque ninguna de estas dos prácticas gozaron de una continuidad que las llevase hasta nuestros días. 

La actualidad. En abril de 2024 la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Burgos se planteaba regenerar el espacio de Fuente Prior aprovechando que la Junta de Castilla y León está ejecutando una depuradora aguas arriba. El objetivo de esta idea es la de mejorar ambas orillas de este entorno y conectarlas con el humedal. Si finalmente se lleva a cabo tendrá que contar con la aprobación de la Confederación Hidrográfica del Duero.

En 2016 la Junta de Castilla y León decidió prohibir el baño después de realizar varios análisis sobre la calidad del agua. En los años 2012 y 2013 los valores empezaron a ser insuficientes de forma constante y en 2015 se hicieron recomendaciones de vetar el baño de forma permanente. El socorrista que vigilaba el emplazamiento natural desapareció y la vegetación empezó a hacer acto de presencia.

Desde ese momento la playa fluvial cayó en el olvido, tanto que Josué Temiño, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Burgos en la anterior legislatura, declaró en 2022 que «nadie había solicitado bañarse en el río por ningún cauce de participación ciudadana», por lo que su criterio fue «priorizar el baño en las piscinas municipales».

En la actualidad, la playa con la que soñó Burgos, está muy lejos de ser lo que muchos imaginaron. La hierba ha crecido tanto en el agua como en la orilla y ha perdido parte de su encanto. La arena ha pasado a estar más dura y pese a que todavía hay quien acude con su toalla a disfrutar del sol, los momentos en los que los niños jugaban a edificar castillos que no se llevaba la marea, quedan perdidos en ese mar que Burgos quiso tener.