Desde luego, entrar de lleno en comparar la capacidad del Coliseum con dos espacios polivalentes de la talla del Buesa Arena de Vitoria o del WiZink Center de Madrid sería tan ilógico como irreal porque son dos mundos muy diferentes. Sin embargo, la infraestructura burgalesa se pone frente al espejo de estos poderosos ejemplos del panorama nacional para entender por dónde puede trazar la línea a seguir.
Bastante tiene el recinto de El Plantío en sus actuales condiciones con sacar el máximo rendimiento a un calendario anual en el que conviven espectáculos deportivos, taurinos, culturales y sociales. Sin embargo, puestos a adaptar la vetusta infraestructura circular a las necesidades de los tiempos modernos, aún queda margen de maniobra para responder a los estándares exigidos una vez (casi) consumido el primer cuarto del siglo XXI.
Tanto el pabellón vasco como el gigante madrileño son infraestructuras públicas (de la Diputación y de la Comunidad, respectivamente) gestionadas por empresas privadas y con los recursos estructurales obligatorios para adaptarse con facilidad a las características de cada evento.
¿Puede Burgos disponer de un dotación de similares características a pequeña escala? «Tenemos un aforo de 8.000 espectadores y, por números, da para ser una instalación interesante para los promotores», responde Diego Rojas.
El representante de la empresa Evolución Tour ha organizado conciertos en el Coliseum y trabaja en otros complejos de España para llevar allí a los mejores artistas. Por su experiencia, no hace falta disponer de un aforo de 20.000 espectadores para disfrutar de una programación de calidad que encaje en el calendario del baloncesto, como es el caso de Burgos. «Me dijeron que hay que aprender de los grandes y me parece un buen consejo», resume Rojas.
Sin embargo, el Coliseum aún necesita un buen puñado de inversiones después de más de siete años de actividad para convertirse en un espacio dinámico con todas las garantías. La falta de una infraestructura de montaje fija multiplica los gastos de producción de los eventos, ya sea la instalación de los escenarios, la iluminación o el sonido. Sin esos mínimos técnicos y estructurales, es complicado que la iniciativa privada apueste por organizar un espectáculo cultural.
La instalación municipal deja en un segundo plano algunos espectáculos como los conciertos a la espera de esa inversión que cambie su realidad. «El baloncesto ha conseguido que la instalación sea la envidia de muchos y puede reunir a mucha gente. La música... con 10 o 20 conciertos al año el planteamiento sería distinto», asume Rojas, quien hace un guiño a la administración. «Sería interesante que vieran que toda inversión en el Coliseum ayudaría a traer eventos. Incluso, podría ser una buena sala de conciertos usando solo la zona de pista», expone.