El pasado 15 de febrero era noticia la caída de fragmentos de un meteorito en la región rusa de Cheliábinsk, causando varios heridos. Este hecho, aunque los expertos afirman que no tiene relación, coincidió con la mayor aproximación del asteroide 2012 DA14 a la tierra, poniendo de actualidad aspectos relacionados con la investigación de la materia extraterrestre. El suceso nos hace recordar la caída de un meteorito en Berlangas de Roa el 8 de julio de 1811. Anteriormente hay constancia de la posible caída de fragmentos de un meteorito cerca de Aranda, en Maderuelo (Segovia), en 1438. Resultó que en ese momento el rey Juan II se hallaba en la Ribera del Duero, concretamente en Roa, y le llegó la noticia de lo acontecido en la villa de Maderuelo. En la Crónica de Juan II se narra este sorprendente hecho con estas palabras: «Estando el Rey allí en Roa en el dicho año le fue dicho cómo en Maderuelo, villa del Condestable, había acaecido una cosa tan maravillosa que jamás fue vista ni oída en el mundo, la cual fue, que veían por el aire venir piedras muy grandes como de toba, livianas, que no pesaban más que pluma y aunque daban a algunos en la cabeza, no hacían daño ninguno, y de éstas cayeron muy gran muchedumbre en la dicha villa y cerca de ella y como en esto el Rey dudase y todos los que lo oían, mandó al Bachiller Juan Ruiz de Agredo, Alcaide en su Corte, que fuese a saber si esto era verdad, el cual fue y no solamente fue certificado ser así. Mas trajo algunas de aquellas piedras tan grandes como una pequeña almohada y tan livianas como pluma y todas huecas y flojas de que el Rey y todos los que vieron, se maravillaron mucho».
Todos estos hechos eran motivo de superstición, dado el desconocimiento de las verdaderas causas científicas que motivaban los meteoritos. A las 20 horas del 8 de julio de 1811 se produjo en Berlangas de Roa la caída de un meteorito y el hecho podría haber sido interpretado como en siglos anteriores. Esto no fue así ya que la presencia de las tropas napoleónicas, durante el último período de la Guerra de la Independencia, propició que el suceso fuera documentado perfectamente y que algunos ingenieros militares colaborasen en reconstruir los hechos y dejar constancia del acontecimiento para su posterior estudio por científicos franceses. El suceso nos ha llegado a través del relato del general Jean-Marie-Pierre-François Dorsenne (1773-1812), que en ese momento era gobernador de Burgos y comandante en jefe del Ejército del Norte de España. Los fragmentos recogidos han sido denominados como ‘Berlanguillas’, refiriéndose al lugar donde fue recogido. El general francés relata que ese día el cielo estaba despejado y en la carretera que va de Aranda de Duero a Roa, se oyó una gran detonación semejante al disparo de un cañón, seguida de otras tres muy seguidas y una cuarta más tarde, todo ello por espacio de un minuto. La situación bélica que vivía el país y el creciente poderío de las guerrillas hizo pensar en los pueblos vecinos que se había producido una explosión de un polvorín de proporciones gigantescas. El ruido se oyó desde Aranda donde estaban acantonadas las tropas francesas, así como desde lugares distantes a más de 30 kilómetros, como un cuartel francés que era conocido como Fuerte Cachavón. Unos labradores de Berlangas de Roa, que estaban trabajando en el campo, narraron que, ante la sorpresa que les causó el gran ruido, quedaron inmóviles y asustados, y es entonces cuando vieron cómo caía algo a la tierra que levantaba un torbellino de polvo. Un gato que estaba con ellos corrió hacia el lugar donde cayó el fragmento del meteorito y empezó a dar vueltas alrededor del socavón producido. Los labradores de Berlangas vieron que a una profundidad de unos 2 metros había una gran piedra todavía caliente e incandescente. El comandante de la plaza de Aranda de Duero mandó a Berlangas de Roa una dotación para que examinaran cuidadosamente los hechos a través de los testimonios de los vecinos, de las mediciones realizadas por el Departamento de Ingeniería Militar y de la recogida del mayor número posible de fragmentos del meteorito. El comandante francés envió a Dorsenne dos grandes fragmentos así como alguno de menor tamaño. En todo momento se documentó este meteorito como ‘Berlanguillas’, como sigue conociéndose hoy en la comunidad científica. Se trata de una de las caídas de meteoritos más estudiada de la época, gracias a las especiales circunstancias que vivía la comarca en ese momento con gran presencia de tropas en la comarca. No olvidemos que Aranda de Duero era un lugar muy importante estratégicamente, con gran presencia militar, por ser paso obligado entre Madrid y Francia. Apenas ocho años antes había sido descubierto el auténtico origen de los meteoritos y el interés de los científicos franceses por ellos era enorme. La sensibilidad científica del comandante de la plaza de Aranda y del general Dorsenne posibilitó que pudiera aportarse este importante testimonio para el estudio. Dorsenne envió los fragmentos del meteorito y la documentación al Museo del Jardín de Plantas de París, para que fuese estudiado en profundidad. Actualmente se conservan los fragmentos del meteorito de Berlangas en distintos museos e instituciones científicas. El mayor de ellos, de 1.200 gramos, se encuentra en el Museo Nacional de Historia Natural de París. Otro fragmento se conserva en el Observatorio del Vaticano, en la residencia veraniega del Papa de Castel Gandolfo. Este fragmento llegó por la donación que realizó hace unos 80 años la viuda del Marqués de Mauroy de su colección de minerales y meteoritos. Algún fragmento de pequeño tamaño se conserva en otras instituciones científicas dentro del programa de intercambio de materiales de este tipo, de acuerdo con los datos recopilados por la Meteoritical Society. Desgraciadamente no se conserva ningún fragmento del meteorito ‘Berlanguillas’ en España. En 1916 se legisló que todos los meteoritos caídos en territorio español fuesen propiedad del Estado. El ‘Berlanguillas’ ha sido nombrado por los grandes estudios de la investigación meteorítica del siglo XIX. Es una condrita del tipo L6, baja en hierro y de pequeño tamaño, por eso su impacto no generó grandes cráteres. En 2011, con motivo del bicentenario de la caída del meteorito, Jesús Martínez Frías, investigador del Centro de Astrobiología de Madrid, dirigió un cortometraje de 10 minutos titulado Berlanguillas, el meteorito olvidado. En el mismo rememora su indagación sobre la historia de este fragmento de materia extraterrestre viajando hasta París, Castel Gandolfo y Berlangas de Roa, haciendo constar que es el único meteorito cuya caída consta en la provincia de Burgos.