«La música ya no está tan valorada como medio de expresión y valor cultural»

R. Pérez Barredo / Burgos
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Conversaciones sobre música con... Fernando Delgado, bajista, guitarrista y compositor

Burgos y la música grabada en los genes. Eso es lo que comparten los protagonistas de esta serie de quienes hallaron en un pedazo de vinilo o en una guitarra de saldo una escalera para llamar a las puertas del cielo.
 
Cogió por primera vez una guitarra en los albores de la década de los 80, empujado por la música de Led Zeppelin y Deep Purple. «Cuando los descubrí fue como asistir a una explosión de fuerza.Fue una catarsis, una liberación». Cuatro años después se subió a un escenario con su primera banda, Guardia Vaticana. «Entonces le dábamos mucha importancia a las letras; la música iba por detrás.No había muchos medios. Cuando tienes 19 años eres irreverente. Tienes expansión, fuerza. La música queda un poco atrás», dice Fernando Delgado, bajista, guitarrista, teclista y compositor que sigue haciendo música hoy, tantos años después de que hiciera sonar su primer acorde. Conserva, además, la misma figura espigada y delgada, así como un característico hieratismo: ni subido a un escenario ante 15.000 personas, ni grabando un videoclip para La bola de cristal, ni actuando en directo para el mítico programa musiquero A uan ba buluba balam bambú se ve alterado su lenguaje corporal.
Fernando Delgado fue protagonista de la eclosión musical de los 80. Y no sólo en el Burgos de Las Llanas: también conoció aquel Madrid de Hortaleza y Malasaña, de la mitificada Movida. Aunque su primera formación fue Guardia Vaticana, con la segunda, Incidentes Genuinos, probó las mieles del éxito. Fue, después de Milagro y antes de Magenta, la banda liderada por Chema Rey, el grupo burgalés que se codeó en aquella prodigiosa década con quienes hoy conforman el altar ochentero de la música. Incidentes Genuinos, con Pepillo como cantante y en plan estelar, triunfó en la sala Rock-Ola y en varios programas de televisión de la época. «Lo viví con muchas ganas, aunque también con dudas. No sabías adónde ibas a llegar con aquello. Era consciente de dónde me metía, pero luego la repercusión -la televisión, un concierto- es otra cosa».
Fueron años burbujeantes, veloces. Delgado recuerdo un Madrid «emergente». «El movimiento cultural era increíble, no sólo en cuanto a música: fotografía, diseño, cine... Lo normal era encontrarte cualquier noche con Almodóvar, McNamara, Ouka Leele... Es cierto que se ha mitificado mucho, pero todo aquello fue un filón para la prensa de la época. Todo era nuevo y teníamos muchas ganas de hacer todo nuevo; fue como si todo estuviese permitido.No había tanta censura; si acaso, censurilla. Lo que percibí es que había una explosión de creatividad por todos los lados, en todos los frente del arte y la cultura».
Tiene grabado a fuego lo que considera que fue su vivencia más mágica de aquellos años. Sucedió en el Palacio de los Deportes de Madrid. Fue hacia la mitad de la década. Se organizaba la Fiesta del Estudiante y la Radio, con 24 horas de música en directo que se retransmitían a través de Radio 3 y TVE. «Había tres escenarios, un equipo de televisión increíble (creo que cinco cámaras) y a nosotros nos tocó salir a las seis de la mañana. Había 15.000 personas viéndonos. Fue un acontecimiento único. La sensación fue increíble, como de estar en una nube. Fue increíble.El sueño de todo músico: tener un camerino donde se guardan sólo bajos o guitarras, algo que no habíamos visto nunca; tres escenarios y que un técnico te enchufe el instrumento y te diga: en 30 segundos estás en el aire. Y no quedó otra que aguantar la presión. Pero lo único que quieres a esa edad es tocar, da igual si ante 15.000 personas en Madrid o ante 50 en un bar de Burgos.La sensación es la misma: estás en un escenario y quieres contar cosas.Quieres explotar porque tienes tanta energía dentro que te sobra».
Ahora, con la perspectiva del tiempo, este músico multidisciplinar y reflexivo evoca aquella época con cariño pero sin nostalgia. «Es como haber flotado en una nube que luego se ha esfumado. Lo vivía día a día, a caballo entre Burgos y Madrid, Continental para arriba, Continental para abajo. Y las jornadas eran interminables: grababas en estudio, grababas en televisión, grababas en la radio y también vivías la noche y coqueteabas con todas las tentaciones... No parabas.Con 20 años se aguanta todo. Además, en esa época creías que ibas a llegar a algo.Estabas rozando... Pero se quedó ahí, en el roce. Tuvimos repercusión nacional». Incidentes Genuinos llegó a compartir escenario con Ilegales, con Golpes Bajos, con Siniestro Total... A Fernando Delgada le gustaban muchos grupos de entonces: Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, Loquillo, Kaka de Luxe... En la cresta de aquella ola, llegó a grabar un disco, pero el productor no supo encajarlo, a la discográfica no le cuadró... «Hubo miles de razones, y ahí se quedó la cosa». E Incidentes Genuinos se disolvió.
Pero Fernando Delgado siguió haciendo música. «Era la idea que tenía. Y, a veces, eso es lo más difícil: mantener la ilusión. Pero es que la música es como un veneno: se te mete y ya no lo puedes quitar. Yo paso al lado de una guitarra y el cuerpo me pide tocar, me pide unos mimos, como un niño que te extendiera los brazos. No puedes decir: ya no toco más. Otra cosa es la presencia pública. Pero a nivel personal tienes que tocar todos los días, todas las semanas. Mira los Stones. Podían haber dejado de tocar hacer 40 años, pero es que tienen lo mismo que tengo yo. O Neil Young, que es de los más honestos del panorama, porque sin hacer un exceso de márketing es un tío que llena. O Van Morrison.Necesitan tocar y crear. Morirán con las botas puestas. Yo espero morir con las botas puestas.La música es lo que gira en torno a mi vida. Ésta siempre nos acompaña, desde que nacemos hasta que morimos. No me imagino un sólo día sin música». 
Tras regresar a Burgos colaboró con grupos como Magenta o Presos de la Época. Luego de un parón de cinco años, se lo montó en solitario. Desde 1994 ha editado trece discos, nada menos. Ganó madurez y sosiego. «Con el tiempo te vuelves más tranquilo, más equilibrado. Sabes que luego tienes que bajar del escenario y seguir con tu vida», subraya. «A mí me inspira la vida diaria, lo cotidiano». Su vida es la música, propia y ajena. «Puedo empezar el día con Beethoven y seguir con Led Zeppelin. Siempre empiezo y termino el día con música». Fernando Delgado aloja miles de discos en su casa. Y pincha mucho vinilo. Dice que suena mejor.
 
El panorama actual. Tres décadas después de aquella eclosión musical que zarandeó todos los cimientos patrios, Fernando Delgado mira a la industria musical con tristeza. «Se ha reducido todo a la mínima expresión.Hay compañías como la Sony que tuvo en su día 300 empleados en España; ahora no sé si llegará a la veintena. Y a nivel de grupos, lo mismo. Es horrible. Triunfan cuatro y el resto son gregarios.Pero ahora es mucho más difícil llegar que antes.Cuando yo tenía veinte años había alguna esperanza más para grabar con una discográfica.Aunque nunca se pierde la esperanza, esto es lo que hay». En este sentido, cree que la industria intenta dirigir ahora más que nunca los gustos de la gente. «Pero es que es su negocio. Y el negocio más redondo es el que llega a más gente. La música estándar. La música un poco más distinta y especial no les interesa. Apuestan por lo que puede llegar a 20 millones de personas, no lo que puede llegar a sólo 100.000».
Sin embargo, cree que hoy también se hace música, y buena música, en todos los sitios. «Ahora hay los mismos grupos que entonces, pero creo que no se da tanta importancia a la música como entonces. La música ya no está tan valorada como medio de expresión y valor cultural. Los chavales se mueven más por youtube y no consideran la música parte de una cultura necesaria. En televisión no hay ya un solo programa de música a una hora normal. Los hay a las tres de la madrugada. Entonces se potenciaba la música: La bola de cristal, Aplauso, A tope, A uan ba buluba balam bambú... que mostraban a los grupos emergentes, que ofrecían una oportunidad. En los 80 el censo de grupos en Burgos era de 140, y yo apuesto a que ahora hay los mismos o parecidos.Pero no se les ve tanto. No tienen la difusión que deberían tener, un apoyo a la base. Y eso que cuentan con una discografía que tienen sus padres muy importante.Nosotros tuvimos que buscarnos la vida. Y otra ventaja: cuentan con un material instrumental muy bueno a precios razonables. Ha bajado mucho con respecto a cuando yo empecé por aquello de los aranceles y demás. La gente compra buen material.En los 80 era de segunda clase. Hay otro nivel y hay más conocimiento musical». 
Fernando Delgado no ha dejado de componer. Mucho más pronto que tarde alumbrará un nuevo trabajo. Imposible curarse del veneno de la música. Ni falta que hace.