La escuela de Virtus formó a sus niños entre 1930 y finales de los sesenta. Cada año, entre 35 y 40 alumnos recibían allí sus lecciones hasta que el imparable éxodo rural redujo a mínimos sus escolares y obligó a reagruparlos en el colegio de Soncillo. El edificio «generaba cultura y no quiero que pierda esa esencia, sino que siga irradiando cultura y conocimiento». Lo cuenta Felisa Palacio, alma mater del proyecto cultural 'La escuela virtuosa', que en el verano de 2022 y de nuevo este agosto ha reunido a niños y mayores alrededor de multitud de iniciativas y también los está inmortalizando gracias a la exposición Moradas y moradores.
Las imágenes de la fotógrafa Ana Martín y los textos explicativos de cada hogar y cada familia escritos por Palacio, periodista de profesión, componen esta «burbuja del tiempo de Virtus muy sencilla», que busca detener el reloj y mostrar a las familias que lo deseen junto a sus casas, testigos muy silenciosas, pero a la vez llenas de recuerdos del devenir local. En pasado verano quedaron inmortalizadas ocho. Éste se han sumado cinco más y el proyecto sigue abierto a quienes deseen dejar testimonio de su vínculo con Virtus para que dentro de varias décadas sigan en la memoria colectiva.
Los apellidos Ruiz y Peña se repiten de manera insistente. También aparecen los Díaz, Martínez, González o San Miguel. Abuelas, abuelos, hijos, hijas, nietos, hermanos... posan alegres ante sus hogares de todo el año o refugio estival y de vacaciones. Pero no siempre tuvieron los mismos moradores. La muestra, que recoge la historia reciente de esta localidad del Valle de Valdebezana con grandes casonas de arquitectura popular montañesa, también desentraña como, por ejemplo, la conocida como 'Casa de Manolo', residieron diferentes familias. Allí nació Mari Cruz Peña, madre de Teresa Palacio, en 1939, al haber perdido su hogar en un bombardeo de la Guerra Civil, pero también Marimar Ruiz en 1961, mientras que Tere y su marido Abilio la habitaron después provisionalmente y ahora cuenta con nuevos propietarios, descendientes de quienes la levantaron.
'Moradas y moradores', la burbuja del tiempo de Virtus - Foto: A.C.Entre las más antiguas, de 1768, se encuentra la que ahora es el hogar de Tere, quien no pudo acudir al encuentro con DB. Otros ya nunca volverán a posar para una fotografía, como Esteban, fallecido a los 96 años y que en 2022 tuvo la oportunidad de sumarse al proyecto de 'Moradas y moradores'.
Una de las más mayores que entrevistó DB, Palmira Peña Ruiz, de 80 años, posó ante Ana Martín con su marido, uno de sus hijos, una nieta y dos hermanas. Ella, como tantos, salió muy pequeña de Virtus, con solo 14 años para estudiar en Santander. De allí marchó después a Baracaldo para seguir formándose y pronto comenzó a trabajar en las oficinas de una Agencia de Aduanas en Bilbao. Enrique González, de 84 años, partió del pueblo con 15 años para trabajar en la empresa Electricidad Industrial. Corría el año 1954 y en Vizcaya ya tenía hermanas que fueron «a servir». Ahora pasa la mayor parte de su tiempo en Virtus y cada vez menos en Santurce. En su opinión, los nativos del pueblo han mejorado sus casas gracias a la bonanza económica lograda, sobre todo, en el Gran Bilbao, pero también en Santander, Madrid o Burgos.
Los próximos 9 y 10 de septiembre, en las fiestas de Santa María La Mayor, el pueblo volverá a rezumar vida por un fin de semana y muchos aprovecharán para disfrutar de la exposición y recuperar los recuerdos que les traen sus protagonistas. La escuela de Virtus, que durante más de 50 años permaneció cerrada, ha recuperado el aliento.