Dos hijos de Felipe V, siete nietos de Carlos III, diez de Carlos IV y tres hijas de Isabel II, entre otros príncipes e infantes, fueron amamantados por nodrizas burgalesas, que eran elegidas en sus localidades de origen por los propios médicos de los reyes. El jurista Luis Cortés Echánove, académico correspondiente de la Fernán González, dio a conocer en esta institución en diciembre de 1966 una investigación realizada sobre el particular, según la cual entre los reinados de Felipe II y de Isabel II hasta sesenta mujeres de diferentes localidades burgalesas fueron amas de crías de los niños de la realeza española. Además de la capital, se eligieron a jóvenes en La Aguilera, Ibeas de Juarros, San Mamés, Cortes, Tobes, Carcedo, Santibáñez, Yudego, Villafría, Rubena, Quintanapalla, Rioseras, Revilla del Campo, Hormaza, Hurones, Mozoncillo de Juarros, Villorobe, Vivar del Cid, Villanueva Río Ubierna, Zael y Carazo.
Esta profesión, tan inequívocamente femenina como olvidada, se recuerda estos días en el Museo del Romanticismo de Madrid en una pequeña muestra realizada con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, que puede contemplarse hasta el próximo 25. Son variadas las referencias a las burgalesas que ejercieron como amas de cría. Un texto del propio Museo del Romanticismo, elaborado por una de sus técnicas, Isabel Ortega, saca del olvido a Andrea Aragón, natural de Carazo, y a Lorenza García, de Carcedo de Bureba, que fueron ama de cámara y ama de retén ( sustituta), respectivamente, de la infanta Eulalia, hija de la reina Isabel II.
Las princesas, además, no olvidaban a sus nodrizas. Cuenta Luis Cortés Echánove, que una hermana de Eulalia, Paz, visitó a Andrea Aragón cuando era muy anciana en la calle Trinas donde vivía y recordó que en 1921 la propia Eulalia, en una visita a la ciudad y al serle presentado el alcalde, Ricardo Díaz-Hoyuelos, por el cardenal Benlloch, le dijo: «Me considero de Burgos, alcalde, porque tengo el orgullo de haber sido amamantada por nodriza burgalesa».
Siempre según Cortés Echánove, las amas y sus familias obtenían beneficios de los Reyes hasta el punto de que tenían privilegio de hidalguía, una circunstancia que se mantuvo hasta el siglo XIX.
Que eran un personal extremadamente cercano a los reyes y con un alto estatus se constata en la imagen que aparece sobre estas líneas, el cuadro Desembarco de Fernando VII en el Puerto de Santa María, de José Aparicio Inglada y que se encuentra también en el Museo del Romanticismo. A la izquierda del barco y de perfil se puede ver a la burgalesa Juana Rábanos con el infantito Francisco de Asís María, duque de Cádiz, y junto a ella, de frente, Juliana Arnáiz. Ambas llevan vestidos y collares típicos de la Sierra, que en 2006 fueron recuperados por los indumentaristas Alfonso Díez y Vicente Ausín para vestir a la reina de las fiestas.
Para este oficio no valía cualquiera. El estudioso Jesús Mª Jabato recuperó en 2004 para DB los requisitos que se exigían para ser nodriza real, que fueron publicados en el Boletín Extraordinario del Gobierno de la Provincia de Burgos: Debían proceder de una localidad sana, tener de 22 a 26 años, ser de complexión robusta, demostrar buena conducta moral y estar criando a su segundo o tercer hijo. Tanto ella como el marido tenían que haber estado vacunados desde la infancia y no padecer en sus familias erupciones o enfermedades de la piel. A él también se le exigían requisitos: Que no pasara de los 30 y que su ocupación fuera la del cultivo de la tierra.