La mayoría de alcaldes de los nueve pueblos de la Ribera del Duero que mantienen al menos una sucursal bancaria en la actualidad se dan con un canto en los dientes. Es la frase que más repiten. Tras años de recortes, que se saldaron con el cierre de varias oficinas en la comarca, ahora encadenan un par de ejercicios de cierta tranquilidad. En líneas generales, se conforman con conservar este servicio, clave en el día a día de sus vecinos, pero lamentan que los horarios de apertura se hayan visto reducidos.
Es el caso de Milagros. Su regidor, Pedro Luis Miguel, comenta que han pasado de «tener atención a diario a sólo un día, más el cajero (que funciona 24 horas)». El problema radica en que las personas mayores no acaban de manejarse con autonomía. «Aquí viene gente de todos los pueblos de la zona. Al final, si tienen que solventar cualquier asunto se van a Aranda», advierte el alcalde, mientras admite que esta situación está generando quejas por parte de los vecinos. En este momento, la oficina de Milagros abre los viernes de 12 a 2 y media, excepto el último viernes de cada mes, cuyo horario se amplía de 8 y media hasta las 2 y media.
En esta línea se expresa Lidia Arribas, alcaldesa de Caleruega, donde se mantienen abiertas tres oficinas. Una presta servicio los miércoles, otra los martes y jueves y la tercera, que ha reducido medio día, abre lunes y miércoles. «Ni tan mal», reconoce Arribas. Eso sí, critica que al instalar el cajero disminuyeran los días de atención: «Se piensan que así lo tienen resuelto en los pueblos. Siguen sin entender que la gente mayor cuando cobra la pensión quiere retirar su dinero y ver los recibos en la oficina».
En Gumiel de Izán la situación resulta similar. «Hace un par de años, los tres bancos abrían a diario, incluso los jueves por la tarde», explica su alcalde, Jesús Briones. «Ya no es como antes, pero nos damos con un canto en los dientes», asegura, consciente de que en otros municipios no cuentan con ninguna sucursal. Por ejemplo, Tórtoles de Esgueva, donde la única oficina que había cerró en octubre de 2019.
Desde Ibercaja explican que el proceso de concentración bancaria en España «ha exigido a todas las entidades financieras mejorar su eficiencia para poder ser competitivos, que sumado a la progresiva digitalización, ha originado el cierre de oficinas». Su alcalde, Moisés Castro, admite que se sienten «un poco abandonados».
Mientras, en Peñaranda de Duero echan en falta un cajero. Llegaron a tenerlo, pero ya no. «Una vez que se pierden ciertos servicios es misión casi imposible recuperarlos», lamenta la concejala Paloma Plaza. Sea como fuere, el banco que conservan abre todos los días.
Arraigo. Para el alcalde de Roa,David Colinas, el hecho de mantener las entidades «es una buena señal». En este sentido, asegura que la Ribera «es una zona privilegiada». En su caso, suman cuatro oficinas que abren todos los días y una quinta que lo hace dos jornadas a la semana. «La banca online acapara muchas operaciones, pero lo tradicional aún está arraigado», defiende. También en Torresandino, Fuentecén, Sotillo de la Ribera y Vadocondes conservan sus bancos, así como la visita del ofibús. «Es verdad que se reduce poco a poco, pero intentaremos mantenerlo por todos los medios», zanja Luis Javier Herrera, regidor de Vadocondes.