Casa que no se habita acaba, tarde o temprano, en ruinas. Y eso es lo que ha sucedido en buena parte de los pueblos con las casas rectorales. Cuando en éstos había médico, boticario, escuela o panadero, no faltaba el cura para atender las necesidades espirituales de sus vecinos. La despoblación fue barriendo del mapa a todos esos profesionales, incluidos los párrocos que prácticamente han dejado de dar servicio a un único pueblo en el que solían vivir. Ahora, el cura hace más kilómetros que un taxista y reparte su responsabilidad entre varias localidades. Generalmente, en solo una mantiene su residencia, cuando no es en la capital, quedando la provincia repleta de casas del cura deshabitadas.
Para las parroquias y, por extensión para la Diócesis, estas casas son un valioso patrimonio pero también una carga cuyo mantenimiento resulta muy costoso una vez deshabitadas. A los largo de las 3 ó 4 últimas décadas se han vendido a ayuntamientos o particulares entre 200 y 300 casas de curas y quedarían otras 130 cuya titularidad sigue siendo de la parroquia, por lo que es el cura quien tiene la primera palabra sobre ellas, su posible venta, alquier, cesión u otro destino; el cura es soberano para proponer y decidir en función del interés que susciten.
¿Son susceptibles de salir a la venta esas 130 casas rectores ? ¿Están las parroquias deseosas de ‘desprenderse’ de ellas? Rodrigo Saiz, responsables de Bienes Patrimoniales de la Diócesis, aclara para empezar que la Diócesis no es una inmobiliaria y por tanto, no tienen ningún ánimo de especular con ellas, ni siquiera tiene un planteamiento general de venta o cesión sobre esos inmuebles. Pero también es cierto que si surge interés por ellas, no se cierra a estudiar las posibles ofertas o el interés de particulares, asociaciones, ayuntamientos u otras entidades. «Cada casa es un expediente singular», aclara Saiz, que incide en que de ello no se puede desprender que porque haya casas que están en mal estado, la Diócesis las vaya a vender, aunque en algunos casos pudiera ser.
A este respecto, menciona los casos de las casas rectorales de Los Balbases, Salas de Bureba, Quintanilla Escalada, Quincoces de Yuso o SantaMaría Tajadura al ser edificios grandes, con fachadas de piedra y otros atractivos, como patio o bodega y por tanto difícil de destinarse a un arrendamiento ordinario, pero ideales para un negocio de turismo rural o un proyecto social. De hecho, ese es el planteamiento que ven con buenos ojos el párroco y el alcalde de Los Balbases para la casa del cura del pueblo. El regidor, Esteban Martínez, añade que sería una buena salida, que además de revitalizar el pueblo turísticamente, evitaría al Ayuntamiento tener que promover un día el expediente de ruina dado el estado en que se encuentra. El inmueble tiene tres planta, de 150 metros cada una, patio con cochera y una bodegas con arcos de piedra. En cuanto a la Preceptoria de Quintanilla Escalada, la Junta baraja instalar la Casa del Parque del Ebro Rudrón.
Las enajenaciones de los bienes eclesiásticos, según el código canónico, son por pública subasta, salvo si existe un interés social, pastoral o humanitario que se puede evadir si son los ayuntamientos los interesados, como en Pineda de la Sierra o Villafranca Montes de Oca; en esos caso, se tasa y se vende directamente.
SUBASTAS, CESIONES...
Ademas de la venta, si hubiera interés, se podría ‘negociar’ otro tipo de acuerdo que ya se ha dado en algunos casos, como es la cesión para su explotación por equis años a cambio de que el adjudicatoria la arregle. Otros acuerdos han pasado por arreglos y usos que no se han cobrado hasta un número de años determinado.
En la provincia hay ejemplo diversos. Entre las casas cedidas a entidades públicas para un fin social están las de Barbadillo del Pez, Mamolar, que hizo de Ayuntamiento mientras se construyó el nuevo, La Nuez de Arriba, San Martín de Rubiales, Suzana (Miranda) oFresneda de la Sierra Tirón.
Por otra parte, desde la Diócesis recuerdan que hubo un proyecto de permuta con el Ayuntamiento de Fuentelcésped, que no cuajó por falta de subvenciones, según explica la alcaldesa, María Ángeles Bayo. El Ayuntamiento quería permutar la casa del cura por el local del consultorio médico para unir aquélla con un solar de titularidad municipal y construir un edificio de usos múltiples.
Entre las casas alquiladas a particulares, condonando la renta o con una simbólica a cambio de que el inquilino se encargue de arreglarla y de su mantenimiento, están las Rebolledo de la Torre, Arauzo de Miel oPedrosa de Tobalina. Entre las alquiladas sin ninguna condición, salvo el pago de la renta, Hurones, Cornejo de Sotoscueva, Solarana, Torregalindo, Villabasil, Royuela, Bugedo, Zuzones, Moradillo del Castillo, Moradillo de Sedano, Nofuentes y Cidad de Ebro. Por todas estas casas se perciben unos 20.000 euros al año.
Entre las más de 200 casas que se han vendido al constatar que no volvería cura y por lo gravoso del mantenimiento están las de Lomas de Villamediana, Villanueva de Odra, Espinosa de Cervera, Arenillas de Muñó, Villanueva de Lastra, Rebolledo de la Orden y Castrillo de Murcia (Será el Centro de Interpetación del Colacho).
En Espinosa de Cervera, la casa fue adquirida en subasta pública por un ‘hijo’ del pueblo que ya tiene proyecto para reformarla como segunda vivienda, ya que reside fuera. La alcaldesa, Nieves Espeja, añade que fue el Ayuntamiento quien apremió al cura del pueblo para que diera una salida al inmueble que tenía medio hundido el tejado y corría riesgo de desprendimiento. En Arenillas de Muñó también se vendió hace unos, por el mismo procedimiento, a un particular.