Miranda no frena su caída industrial y pierde 45 empresas

ARSENIO BESGA / Miranda
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El INE registraba 160 compañías de este ámbito en 2012, pero la cifra ha ido bajando casi cada curso hasta llegar a las 115 actuales. En cambio, tanto los servicios como el transporte han resistido mejor

En solo once años Miranda ha perdido el 30% de las industrias. - Foto: Valdivielso

Durante los últimos años la ciudad del Ebro ha sabido reinventarse y ha logrado captar diferentes iniciativas empresariales que han servido para mejorar con claridad sus cifras de empleo. Buena cuenta de ello da el flamante proyecto de Aldi, que generará de un plumazo al menos 130 puestos de trabajo, o el de Panattoni, que se convertirá en el mayor centro logístico de esta multinacional en toda la península Ibérica. Ahora bien, en este tiempo también se han registrado algunos datos negativos. Las cifras siempre son frías, pero en el caso del tejido industrial mirandés resultan directamente heladoras. Y es que el municipio del norte de Burgos no logra frenar la caída de este sector, que casi en cada ejercicio pierde alguna compañía.

Durante el último curso contabilizado por completo por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Miranda se perdieron doce empresas del ámbito industrial, puesto que en 2022 la entidad pública registraba 127 y a lo largo de 2023 el dato se quedó en solo 115. Este declive anual se suma a la caída que ya se venía dando durante la década anterior. Los datos oficiales solamente llegan hasta 2012 y, por aquel entonces, la ciudad del Ebro acumulaba hasta 160 firmas industriales.Es decir, que en apenas once años se han perdido 45 compañías de esta categoría, lo que supone prácticamente un 30% del total.

En cambio, otras actividades económicas han resistido mucho mejor el declive que comenzó con la crisis de 2008 y se aceleró desde los primeros años de la década de 2010. Los servicios aún se alzan como el principal referente del tejido empresarial mirandés. Durante el ejercicio 2012 había 950 marcas dedicadas a este mundo, en el que el INE incluye desde el transporte hasta el comercio y la hostelería, por ejemplo. Por su parte, en el último periodo contabilizado todavía existían 724.

Merino, frente a algunas noticias de Diario de Burgos sobre los cierres de Montefibre, Gamesa o Rottneros, entre otros. Merino, frente a algunas noticias de Diario de Burgos sobre los cierres de Montefibre, Gamesa o Rottneros, entre otros. - Foto: A.B.

Esta evolución no solo se ha dado en Miranda, sino que su entorno también se vio afectado por el colapso financiero de 2008 y la posterior crisis económica. En concreto, el INE registra que en toda la provincia se acumulaban hasta 1.917 empresas dedicadas al sector industrial allá por 2012, mientras que el pasado ejercicio se saldó con solamente 1.618. Además, en Burgos al completo, nuevamente, la logística, el comercio y la hostelería han sobrevivido con datos más elevados que las manufacturas o los ámbitos productivos propiamente dichos, ya que entre esas actividades hace once años había 10.130 firmas y, según las últimas estadísticas, todavía resisten casi 8.300. 

José Luis Merino | Antiguo secretario comarcal y de acción sindical de Comisiones Obreras

«Da verdadera pena. Te preguntas, ¿no vamos a ser capaces de levantar esto?»

La evolución del tejido económico de Miranda ha quedado grabada en las páginas de los periódicos, pero también en la retina de aquellos que la han vivido en primera persona. Uno de los que mejor la conoce es José Luis Merino, quien llegó a la ciudad del Ebro en 1971 y, prácticamente desde entonces, ha estado metido de lleno en el movimiento obrero. Primero fue delegado de Montefibre, después secretario comarcal de CCOO, más tarde se ocupó de la acción sindical de esta organización y, desde 2012, mantiene «una participación muy activa, aunque sin cargo».

Según cuenta, allá por la década de los 70 «la situación era bastante complicada» en fábricas como la suya. Sin embargo, desde ese momento comenzó a aumentar la producción, mejoraron las condiciones y Miranda alcanzó la cima de su desarrollo. Una cima efímera, por desgracia. Merino recuerda la relevancia que tuvo el sector químico en ese ascenso, aunque también apunta que este tipo de empresas comenzaron a quebrar antes que el resto y «luego llegó lo de la antigua Fefasa que tuvo problemas y volvió a cerrar, y después Montefibre, que ha sido un fracaso absoluto porque era la joya de la corona de la multinacional y se fue al garete». Aquellos eran los momentos posteriores a la crisis de 2008, cuyas consecuencias se siguieron extendiendo hasta mucho tiempo después, con las clausuras de firmas como MAC o Gamesa.

Con la perspectiva que dan tantos años de experiencia, este histórico sindicalista considera que la situación actual, tras un declive paulatino del sector, «da verdadera pena» y se hace una pregunta: «¿No vamos a ser capaces de levantar esto?». Merino cree que debe hacerse un esfuerzo por «vender lo que tenemos», pues este «ha sido un pueblo industrial y debe seguir siéndolo». De ahí que, desde su punto de vista, haya que «intentar por todos los medios que venga alguna empresa de cierta entidad, que durará lo que dure, porque todas tienen un ciclo, pero si son 50 años, serán 50 años de empleo, calidad de vida y actividad para que Miranda crezca o, al menos, se mantenga».

Y es que, según lo ve Merino, ahora mismo «estamos infinitamente peor que hace 20 años en términos económicos, porque antes los mileuristas eran los que tenían los sueldos más bajos y ahora ya no es así, pese a la pérdida de valor del dinero». En este sentido, reconoce que «hay un problema importantísimo», en tanto que se están captando compañías «de otro tipo» cuyas condiciones no se acercan a las que tuvo la industria y que «ocupan muchos metros cuadrados, pero no generan tantos empleos, tampoco indirectos». A modo de ejemplo, comenta que «en Montefibre entraban 30 camiones diarios y las empresas del metal tenían mucha actividad con su mantenimiento, pero eso se ha perdido». Ahora bien, sí reconoce que la ciudad del Ebro mantiene cierta fortaleza en la metalurgia, por lo que cree que, al menos, «eso va a aguantar».