Carmen Ríos comprobó el pasado 2 de enero que su hija de 11 años tenía fiebre, 39 grados, y se quejaba de dolor en el abdomen. Era la segunda vez que la niña tenía la regla, por lo que Ríos atribuyó el malestar a la menstruación y la temperatura a una posible infección, así que le dio paracetamol y un par de pastillas de antibiótico que tenían en casa. Al día siguiente, la cría seguía igual y la familia optó por llevarla a las urgencias de Atención Primaria, en el Divino Valles, donde los derivaron al HUBU por «probable apendicitis». Las pruebas realizadas en el hospital no solo verificaron el diagnóstico, sino que indicaron que había perforación, peritonitis, y una inflamación alrededor denominada 'plastrón'. Ingresó inmediatamente en planta, fue operada de urgencia al cuarto día y tras 30 horas de posoperatorio estable en la UCI, la pequeña murió por una hemorragia de origen desconocido, según el informe médico oficial.
La familia, que admite haberse negado a que el hospital hiciera autopsia para determinar qué desencadenó la defunción, cuenta públicamente su experiencia apenas dos semanas después del fallecimiento para pedir las explicaciones que, sostienen, el HUBU todavía no les ha dado. Y tampoco Sacyl. «Hemos pedido informes de todo, porque la niña no se quejó hasta el día 2 de enero, pero tres o cuatro meses antes ya fuimos a Urgencias porque sentía dolor en la zona y tenía fiebre. Nos dijeron que era infección de orina, pero ahora dudamos y nadie nos explica si el plastrón viene de atrás», afirman, matizando que también tuvo vómitos.
Así, el relato vuelve de nuevo al 3 de enero, cuando el especialista de guardia en Cirugía Pediátrica decidió que la niña ingresara en planta para recibir, siempre según el informe, tratamiento antibiótico intravenoso. «Ante evolución desfavorable, se indica cirugía», añade el documento, sin especificar que la niña fue operada el domingo 7 de enero, a primera hora. «No entendemos por qué no lo hicieron el primer día. Sí nos dijeron que era una operación de riesgo y, en vez de una hora, tardaron tres y mi niña salió directamente a la UCI», recuerda su madre, antes de narrar lo que también detalla el informe: que en la intervención se comprobó que había mucha pus y necesidad de limpiar, liberar y reparar tejidos de otros órganos próximos, en algunos casos con «zonas necróticas». El informe, no obstante, añade que, al terminar, se comprobó el correcto funcionamiento del intestino con suero con azul de metilo «sin observarse salida del mismo a cavidad abdominal». Una vez finalizada, «el cirujano nos dijo que había sido complicada, pero que había salido bien y que la niña estaba estable, pero que la mandaba a la UCI para tenerla dormida y que no se moviera», añaden sus padres, subrayando que «teóricamente, salió bien de la operación». Sin embargo, afirman que no han podido hablar de nuevo con el especialista que la operó porque solo lo vieron en el momento de la defunción y, ahora, les han indicado que «se ha marchado» fuera de Burgos.
El informe, no obstante, afirma que la menor ingresó en la UCI pediátrica «hemodinámicamente estable», con «coagulación normal» y «sin signos de sangrado activo». Destacan que los médicos «nos informaban y el día 8, sobre las 17.00 horas, el doctor nos dijo que no nos quedáramos más a dormir, que estaba estable y que al día siguiente iban a empezar a despertarla. Y que era cuando mi niña iba a necesitar que estuviéramos. Nos dijeron que el corazón funcionaba bien, los riñones, el hígado... Todo estaba monitorizado», explican, no sin matizar que ella indicó «dos veces que el catéter de la yugular derecha se le había soltado y que pitaba».
El testimonio de la pareja se quiebra a partir de este momento, que el informe detalla en orden cronológico y que concluyó con el diagnóstico de fallecimiento. «A lo largo del segundo día de estancia en UCI, el 8 de enero, mantiene estabilidad clínica y en controles analíticos», algo que certifican con control a las 20.30 horas. A las 23.40 horas, en cambio, hay valoración «por inestabilidad hemodinámica» y se indica que, con respecto a horas previas, había aumentado la frecuencia cardiaca y disminuido la presión arterial. Se hace ecografía, se administra tratamiento y se le coloca un nuevo catéter en vena yugular izquierda porque «se sospecha de malfunción» del colocado en el lado derecho. La inestabilidad hemodinámica «persiste» y pasada la medianoche, se produce la parada cardiorrespiratoria. «Se inician de inmediato las maniobras avanzadas de reanimación cardiopulmonar», sin respuesta, «y entra en asistolia en cuestión de segundos». Es decir, el corazón dejó de funcionar. Las maniobras se prolongaron «durante 70 minutos», con administración de fármacos y «transfusión masiva» de sangre, entre otras cosas. A pesar de ello, la cría no recuperó actividad cardíaca ni signos vitales. Y en la madrugada del 9 de enero falleció.
La causa, según el certificado, es un «shock hemorrágico», que provocó el paro cardíaco. Pero la causa que desencadenó el desenlace se desconoce. Los padres llegaron al hospital cuando trataban de reanimarla y Ríos explica que se negó a la autopsia «porque no quería que le abrieran otra vez el cuerpo a mi niña». La última ecografía sí permitió ver que en el abdomen no estaba la sangre que la cría perdió - «se aprecia escasa cantidad de líquido»- y tampoco derrame pleural o neumotórax.
Carmen Ríos y Miguel Ángel Nieves, sin embargo, necesitan más explicaciones acerca del proceso, de los tiempos y las decisiones tomadas. Y avanzan que harán «todo lo posible» para conseguirlas. «Queremos saber qué pasó», concluyen.