El hijo más joven de Donald Trump, Barron, de 18 años, ha emergido como un digno heredero del presidente estadounidense con un futuro prometedor tanto en política, tras asesorar a su padre para su victoria electoral, como en los negocios, siguiendo los pasos del magnate. Nacido en 2006, en Nueva York, el joven sobresalió entre la élite presente en la toma de posesión del nuevo mandatario de la semana pasada, no solo por su altura, sino también por un porte serio en el que muchos seguidores del movimiento MAGA (Hacer América grande de nuevo) atisbaron un brillante porvenir, según decenas de comentarios en las redes.
El líder republicano lo felicitó por ayudarle a conseguir «el voto joven», al haberle animado a dejarse entrevistar en los pódcast más populares del país, como el de Joe Rogan. Al escuchar el elogio de su padre, el joven Trump se levantó en la grada y, visiblemente regocijado, se puso la mano en el oído para avivar los aplausos.
Barron también protagonizó ese día otros momentos que dejaron entrever una marcada personalidad: estrechó la mano del presidente saliente, el demócrata Joe Biden, y de la que fuera su número dos, Kamala Harris, y se mantuvo impertérrito mientras el multimillonario Elon Musk, a su lado, gesticulaba con efusividad ante la cámara, lo que propició buenas palabras sobre sus modales.
El único hijo del conservador y su tercera y actual esposa, la exmodelo Melania Trump, había estado hasta ahora en un segundo plano, un hecho más que razonable por su minoría de edad, pues tenía solo 10 años cuando el magnate ganó sus primeras elecciones, en 2016.
Estudios
Poco a poco, se va sabiendo más sobre él. Tras graduarse en la escuela privada Oxbridge Academy de West Palm Beach (Florida), cercana a la mansión familiar de Mar-a-Lago, Barron tomó las riendas de su educación: eligió Económicas en la facultad Stern de la Universidad de Nueva York (NYU), rompiendo así con la tradición de formarse en la prestigiosa Ivy League.
El mandatario republicano calificó la facultad Stern como «buena» y no pareció tomarse mal que su hijo no quisiera imitarle estudiando en Wharton (Universidad de Pensilvania), mientras que su madre reveló a una cadena estadounidense que el adolescente «quería estar en Nueva York, estudiar en Nueva York y vivir en su casa», la Torre Trump.
Melania, que hace años le describió como un «pequeño Donald», desveló también que durante su crianza lo animó a ser «él mismo» y decidir «sus propios síes y noes». Esa autonomía de Barron sobre su trayectoria quedó patente durante la campaña electoral, cuando el Partido Republicano lo eligió como delegado para Florida. Él rechazó el puesto, que habría compartido con sus dos hermanos varones, debido a «compromisos previos».
Proyectos inmobiliarios. Y si en la investidura dejó claro que sí tiene una incipiente carrera política, de momento como asesor, ahora se conocen sus primeros pasos como empresario, pues nada más entrar en la edad adulta puso en marcha una compañía, aunque por ahora se encuentra paralizada tras la victoria electoral de su padre.
Según un medio norteamericano, la firma se dedicará a proyectos inmobiliarios de lujo, incluidos campos de golf, en los estados de Utah, Arizona e Idaho, de acuerdo con uno de sus socios, Cameron Roxburgh, un antiguo compañero de clase del joven.
La orientación de esa empresa, llamada Trump, Fulcher & Roxburgh Capital, demuestra el apetito de Barron por el mismo sector por el que su padre se hizo famoso y que le valió el impulso hasta la Casa Blanca.
Si bien la figura del pequeño de los Trump sigue siendo muy privada, una vez situada bajo los focos han aparecido cada vez más personas con ganas de hablar en los últimos tiempos, como su sastre, Nathan Pearce, que lo conoce desde hace dos años. El modisto lo describió en una revista como un joven inteligente, «con los pies en la tierra, amable y hospitalario», capaz de reclamar su lugar en una sala llena de hombres poderosos, y con un «sentido del humor seco». El mundo está atento a sus pasos.