Prêt-à-porter burebano a la vista de sus propietarios

S.F.L. / La Parte de Bureba
-

El local de usos múltiples de La Parte de Bureba acoge una muestra de trajes de época de finales del siglo XIX y principios del XX cedidos por una vecina y una colección de fotografías antiguas que puede ampliarse

Javier Fernández, uno de los impulsores del proyecto, pretende mantener abierta la exposición durante un tiempo. - Foto: S.F.L.

Celia Ruiz custodia en su vivienda de La Parte de Bureba un tesoro textil de finales del siglo XIX y principios del XX que hasta el momento muy pocos habían presenciado. Las joyas en forma de saya, pololos, vestidos, camisones, chalecos, tirantes, refajos o chaquetillas, carentes de piedras preciosas, pero elaboradas con seda natural, algodón y otros materiales, se conservan a las mil maravillas más de un siglo después de su fabricación gracias al mimo con el que las trata su propietaria. Envueltas en plástico para protegerlas de la humedad y las polillas y colgadas individualmente en perchas parecen recién salidas del taller. 

Cada una de ellas arrastra una historia, la de aquel hombre, mujer o niño que en su día portó con el mayor de los estilos. Han ido pasando de generación en generación hasta llegar a sus manos, y después de unas cuantas peticiones de algunos allegados, la coleccionista ha dado el paso de mostrarlas al público. Entre las piezas expuestas en el local de usos múltiples -ubicado en la segunda planta del Ayuntamiento- los visitantes podrán observar por ejemplo el trajecito blanco con puntilla que lució su padre, Salvador Ruiz, el día de su bautizo en el año 1908, o un poncho de caballero de 1869 al que le acompaña un sombrero negro de estilo borsalino tan demandado en la actualidad.

La colección también incluye los complementos de la época. Abanicos de madera decorados con pinturas de colores, un elegante bolso pequeño de piel negro o un paraguas -denominado sombrilla- que mantiene todas las varillas en su sitio, con cachava de madera y estampado floral en blanco y negro del año 1882 invocan a viajar en el tiempo y visualizar los outfits de la época. De cada una de las piezas cuelga una etiqueta amarilla en la que en vez de aparecer el precio se puede leer el nombre y el año aproximado de fabricación.

Una pequeña zona del local se ha reservado para disfrutar del vídeo. Una pequeña zona del local se ha reservado para disfrutar del vídeo. - Foto: S.F.L.

Como si del Museo del Traje de Madrid se tratara, los asistentes disfrutarán sin vitrinas de por medio de todas las piezas que penden de las paredes. Queda prohibido tocar, pero no es obligatorio guardar una distancia de seguridad concreta. Cada cual podrá acercar sus ojos más o menos y fantasear con los detalles visibles empleados para confeccionar la ropa que lucieron tanto en el campo como en las calles de la pequeña localidad sus gentes.  Aquellas que a modo de homenaje vigilan las piezas desde las instantáneas en blanco y negro que complementan la muestra.

Los impulsores de la iniciativa, Pilar y Javier, reunieron algunas fotos antiguas de familiares, amigos e hijos del pueblo y mientras las seleccionaban cayeron en la conclusión de que muchas personas vinculadas a los modelos «jamás las habían visto». Por ello, decidieron buscar unos soportes de apoyo -forrados con ejemplares de Diario de Burgos- y ordenarlas por año y familias. Poco a poco fue colaborando más gente hasta superar el centenar de imágenes expuestas. 

Grupos de niños, camaradas, trabajadores del campo, mujeres; o bautizos, comuniones y bodas quedaron captadas para el disfrute de las nuevas generaciones. Entre todas, destaca la más antigua, cedida por el alcalde de La Parte, José Ruiz, en la que se aprecia a su abuelo de bebé con el resto de hermanos y sus padres. «Una antiquísima foto que sacarían en torno a 1890», comenta. La muestra, que ha desencadenado lágrimas de emoción, admite la incorporación de más imágenes.

SESIÓN DE CINE EN LA SALA

Los visitantes podrán ver escenas de las partes I y II del documental 'Tal como éramos'
Un 16 de noviembre del año 1990 el salón-teatro de la Caja de Ahorros Municipal de Burgos acogió la presentación del documental Tal como éramos, en el que se mostraban las labores que realizaban en el campo en los años cincuenta, como la siega, el acarreo o la trilla en la localidad de La Parte de Bureba. Realizado por Leandro Rodríguez y Javier Fernández, dos apasionados del mundo audiovisual, quedaron totalmente reflejadas las tareas de recolección y labranza en tierras castellanas con el fin de contar a los niños cómo se desarrolló la vida de sus abuelos en los duros años de la posguerra. 

Ahora, 33 años después de su estreno, vuelve a estar en el candelero. La sala de usos múltiples que acoge la exposición de trajes de época y la colección de fotografías antiguas reserva un espacio para que los asistentes tomen asiento y disfruten de algunas escenas de las partes I y II del trabajo, esta última rodada por los mismos autores en 1993. 

Durante más de dos años los vecinos del pueblo se convirtieron en improvisados actores. El equipo de rodaje profesional con el que llevaron a cabo la grabación también estuvo compuesto por Ricardo Torres y Antonio Monje, y varios de los fotogramas que aparecen en el proyecto ahora se pueden observar enmarcados en una de las paredes del mismo local. Orgulloso del resultado de sus trabajos y de que décadas después la gente se siga emocionando, Fernández declara que pretenden proyectar ambas partes del documental en el bar con la intención de que los más jóvenes sean conscientes de las faenas llevadas a cabo por sus antepasados. Cabe destacar que el primer trabajo fue galardonado con una mención especial en el Certamen Internacional de Cine y Vídeo Agrario que organizó la Feria Internacional de la Maquinaria Agrícola de Zargoza.

El éxito cosechado con el primer documental animó a Rodríguez, Fernández y Monje a repetir experiencia. En esta ocasión, el filme (con 150 minutos registrados, pero 29 seleccionados) se rodó además de en La Parte, en Cornudilla, Cascajares de Bureba y Palazuelos de la Sierra. Contó con la participación de más de 20 vecinos y las imágenes mostraron escenas cotidianas de la vida en el campo, como la elaboración de pan o las reuniones entre los residentes en la taberna durante los meses de invierno.