En Búbal nadie echa de menos el móvil

S.F.L. / Burgos
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Los alumnos de primero de Bachillerato del instituto de Briviesca participan en la recuperación del pueblo oscense abandonado gracias a un proyecto de creación de una guía de aves del Pirineo y la Bureba

Los estudiantes briviescanos han convivido durante una semana y realizado diferentes actividades relacionadas con el mundo rural. - Foto: INSTITUTO LA BUREBA.

Cuando los 25 alumnos de 1º de Bachillerato del instituto de Briviesca se enteraron de que durante seis días solo tendrían acceso a sus teléfonos una hora se echaron las manos a la cabeza. Algunos llegaron a pensar que no lo soportarían. Pero nada más lejos de la realidad. En Búbal solo apetece tirar de móvil para captar con la cámara cada uno de sus distinguidos rincones. Nada de perder el tiempo con contenido para TikTok o wasapear hasta perder el control del tiempo.

Aprender de todo lo que ofrece la naturaleza y el trabajo diario del campo, donde han comprobado de primera mano las dificultades que pasan las personas que se dedican a ello, y sobre todo la dureza de estas labores, son una pizca de la cantidad de contenidos que durante esta semana han absorbido los jovencitos entre las ruinas de esta pequeña población de Huesca, abandonada por la construcción de un pantano hace más de medio siglo.

El proyecto de creación y publicación de una guía de aves del Pirineo aragonés que el departamento de Biología y Geología del centro presentó al Programa Recuperación y utilización educativa de pueblos abandonados del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes llamó tanto la atención que logró posicionarse entre los primeros de la lista de los seleccionados, por lo que los estudiantes pudieron elegir dónde disfrutar de una aventura tan singular. Las opciones de unas aulas de la naturaleza con un toque más personal que las habituales en Pineda de la Sierra, Busto de Bureba o Burgos eran tres, Granadilla (en Cáceres), Umbralejo (una localidad de la provincia de Guadalajara) y el escenario empedrado situado en pleno Valle de Tena. Lo tuvieron claro y de allí regresan encantados de mojarse bajo la lluvia mientras intentaban localizar con prismático en mano a los cientos de pájaros que suelen sobrevolar la zona, limpiar y dejar a punto las cuadras en las que descansa el ganado a lo largo del duro invierno, podar los árboles, mantener los caminos despejados de vegetación o proteger los fardos de alpaca.

Mario, Andrea, Sofía, Javier, Vega, Lara, Aimán o Toño son solo algunos de los que han participado en talleres, juegos, y trabajos relacionados con la flora, la fauna, el desarrollo sostenible y la problemática del abandono del mundo rural. Si tienen que decantarse por alguna práctica eligen el contacto directo con las ovejas de raza Churra Tensina y las gallinas. Además, tanto ellos como las dos profesoras que les han acompañado en el viaje, Raquel y Mónica, han intercambiado experiencias y se llevan de souvenir nuevas amistades con compañeros procedentes de Murcia. Desde el amanecer hasta el anochecer, Búbal ha cobrado vida.

Sus cinco casas -Tiburcio, Fanlo, Ainés, Mateo y Agut- también han dado el nombre a los grupos de trabajo en los que se han dividido. El horno original, las cuadras, una sala de juegos, la biblioteca, un amplio comedor e incluso una pintoresca iglesia quedarán en el recuerdo de los briviescanos por todo lo vivido. El museo, otro lugar muy destacado y también rescatado del olvido gracias al paso de más de 50.000 alumnos de todo el país desde 1984, recoge toda la historia, tradiciones ganaderas, agrícolas, musicales y trajes de época, inspiradores también para sacar adelante la guía.

De vuelta a casa y con los deberes a cuestas pendientes de terminar a lo largo del curso actual, los estudiantes complementarán su proyecto ambiental con una ampliación de la guía de aves del territorio burebano. Las excursiones con prismáticos acaban de empezar: la riqueza ornitológica de los Montes Obarenes y la red fluvial de la comarca les espera.