«Una chapuza». Así calificaron los alumnos, profesores de la Escuela de Enfermería, algún padre e incluso los representantes de la Universidad de Burgos (aceptaron el término) la fase final de la gestión para que estos estudios, tras años de intentonas fallidas, se hayan convertido ya en un grado de la UBU como el resto de los que se imparten en la ciudad.
El vicerrector de Ordenación Académica, Manuel Pérez Mateos, el vicerrector de Estudiantes, René Jesús Payo y el recién elegido decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, Fernando Lara, quisieron reunirse ayer con los alumnos para explicar las razones del caos de los últimos diez días y tratar de apaciguar los ánimos. Todo ello, porque ha sido a principios de este mes cuando los alumnos han sabido que la Junta aprobaba que Enfermería dependa ya de la UBU, que no hay profesores aún porque es necesario sacar un concurso público, que empezarán las clases más tarde que el resto de alumnos y que desconocen aún si tendrán que acudir a la Universidad por la mañana, por la tarde o en horario partido.
Lo primero que hizo Pérez Mateos fue dirigirse a los alumnos para decirles: «Sé que estáis muy enfadados. Y lo comprendo». El vicerrector incluso pidió disculpas aunque dejó claro, en repetidas ocasiones, que la UBU no ha tenido «ni la más mínima responsabilidad de que el anuncio se produjera tan tarde». Tanto él como Payo culparon a la Junta de un retraso que, a su juicio, debía haberse resuelto «en mayo». De hecho, confesaron que se fueron de vacaciones el 31 de julio «pensando que no se produciría» la integración. «Me enteré el viernes 30 de agosto».
Defendieron que la Universidad de Burgos tenía hechos todos los deberes y recordó, a modo de prueba, que el Consejo de Gobierno ya había aprobado la integración en marzo. Recriminaron que en mayo se les había garantizado que se firmaría el convenio de forma inminente y que la Administración regional, como se ha demostrado después, incumplió ese compromiso.
Con un salón de actos lleno de público, los asistentes tomaron la palabra para realizar preguntas y matizar algunas manifestaciones de los representantes de la institución académica con las que no estaban de acuerdo. La principal preocupación era que las clases pudieran ser en horario de tarde. Algo con lo que no contaban los estudiantes y que podía trastocar sus planes. La UBU defendió que el interés por ese horario era que se pudieran contratar «a los mejores profesionales». Se rebatió la idea argumentando que los enfermeros trabajan en todos los turnos y que ese no debía de ser un impedimento. Pérez Mateos se comprometió, sin garantizarlo, a que se hará todo lo posible para que las clases sean por la mañana. Una decisión, en cualquier caso, que condicionó a la disposición que tengan los docentes que salgan elegidos del concurso público que se ha convocado con carácter de urgencia.
Con el ambiente algo más relajado se acordó crear un grupo de trabajo con un representante de cada curso para que sean testigos y participen de cada paso que se dé de ahora en adelante. Lo que sí se sabe ya es que los alumnos de cuarto (con clases prácticas) empezarán el día 15 y de forma temporal estarán bajo la tutela de los antiguos docentes. El resto no lo hará hasta el 1 de octubre y se les garantiza que recuperarán las horas perdidas durante el curso.