Terapia de guardería o de cómo reparar la memoria

I.M.L. / Aranda
-

Los afectados de alzhéimer de AFAR y los alumnos de la Guardería Duendes comparten aprendizaje con grandes resultados • La actividad tiene ya una andadura de dos cursos

Los mayores se prestan a realizar actividades y juegos para que los niños vayan aprendiendo distintos conceptos. - Foto: DB

Hay momentos en los que la diferencia de edad puede ser un abismo si hablamos en cifras pero un suspiro en cuanto al desarrollo cognitivo. Un niño en su último curso de guardería, cuando ronda los 3 años de edad, puede saber más o menos lo mismo que recuerda un anciano, que le supera en 80 años de experiencia vital, aquejado de la enfermedad de Alzheimer. Lo que ambos tienen muy desarrollada es la necesidad de dar y recibir afecto y eso facilita que del contacto entre ambos colectivos se puedan obtener beneficios tanto para los niños como para los abuelos.

Esa premisa la constataban cada día desde la Asociación de Familiares y Enfermos de Alzheimer de Aranda y la Ribera (AFAR) y la compartieron con la responsable de la Guardería Duendes para proponer la realización de una actividad conjunta. «Estudiamos la situación para ver si podíamos plantear alguna actividad conjunta entre los pequeños y los mayores porque habían visto que cada vez que iba algún nieto de algún usuario, los mayores respondían fenomenal, porque todos los estímulos que se haga a una personas que padece alzhéimer y que les haga estar más activos y contentos les vienen bien», explica Mayra Chicote, directora de la Guardería Duendes.

Esta idea surgió hace dos años, se bautizó el proyecto como ‘El Gran Maestro’ y se puso en práctica con los niños de 2 a 3 años, que una vez al mes reciben en su ‘cole’ a los ocho abuelos. «Tenemos talleres ya preparados para cada mes, de juegos tradicionales, de canciones, de profesiones», relata Chicote. Y a fuerza de compartir ratos juntos, la confianza se hace tal que ya han aprendido unos de otros. «Adaptamos el desarrollo de los niños y el nivel de deterioro cognitivo de los mayores para que sea parejo y la participación de los niños y los mayores sea pareja», comenta María Galán, terapeuta ocupacional de AFAR.

Tanto es así que los mayores intentan enseñar a los niños los diferentes colores, que ellos todavía recuerdan, y los niños les recompensan cantando con ellos su canción de despedida, el popular Adiós con el corazón, que ya se han aprendido, demostrando así que la memoria y el aprendizaje son dos caminos contrapuestos que en un punto de la vida se cruzan.