La magia del más difícil todavía

R. PÉREZ BARREDO / Madrid
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El dúo burgalés Fetén Fetén confirma estar en la cumbre del folk patrio tras llenar el Circo Price en un concierto mágico que contó con la presencia de artistas de primera línea

El público abarrotó el impresionante escenario circense del mítico Price, ubicado en el corazón de Madrid. - Foto: Rodrigo Mena

Si el circo siempre invita a la magia y a la emoción, al número inesperado y sorprendente, el espectáculo con el que se cerró el Festival de Invierno (Inverfest) en su sede del Circo Price de Madrid lo tuvo todo para dejar en el corazón de los espectadores la sensación de haber asistido a un acontecimiento único, tan especial que todavía hoy su evocación provoca un placentero cosquilleo, algo así como un aleteo en el alma. Son dos fenómenos Diego Galaz y Jorge Arribas, Jorge Arribas y Diego Galaz, esos musicazos burgaleses que atienden al nombre artístico de Fetén Fetén. Decir que son una referencia de la música folk es algo que, por evidente para quienes ya conocen su trabajo o, no conociéndolo aún, estén ya resueltos a subsanar esa falla, no merece la pena cuestionarse ahora, porque estas líneas sólo aspiran a poner negro sobre blanco que esta pareja es muy grande. Y que su concierto en el Circo Price no fue sino la constatación de esa realidad. De una realidad que es maravillosa y que, para cualquier burgalés -sea o no amante de la música popular- debería constituir todo un orgullo.

Con un aforo tan repleto como expectante, la puesta en escena estuvo a la altura de la cita: el primer tema -violín y acordeón- fue un chute de energía, una declaración de intenciones que hechizó al personal hasta sentarlo definitivamente en la butaca y dejarlo mudo. Cuando Galaz tomó la palabra para saludar (además de con el violín y otros instrumentos este tipo tiene talento como orador si de lo que se trata es de meterse a la gente en el bolsillo) dejó muy clara la filosofía de lo que Fetén Fetén representa: la voz secular del pueblo, la tradición ancestral que emana de la sencillez y que tiene tanta verdad como belleza. «Somos de pueblo y flipamos con ver el Price lleno», afirmó con sincera humildad. Fue la primera de las muchas ovaciones que se escucharon en el recoleto escenario, una maravilla para ver y escuchar, un espacio que aunque con miles de personas se antoja íntimo, cercano, casi familiar en la conexión artistas/público.

En adelante, acompañados por Xosé Lois Romero con el bouzouki y Pedro Pascual con la percusión, los Fetén regalaron una sesión de encantamiento en la que nada faltó: por el escenario, convertido en gran chistera, estos prestidigitadores de la música tradicional hicieron aparecer un elenco de artistazos que dejó a muchos boquiabiertos y fascinados. Para cuando se extendió esa alfombra roja por la que desfilaron todos los invitados de lujo, Galaz yArribas ya habían cautivado a los asistentes haciéndoles dibujar olas con las brazos al ritmo de su 'Jota del wasabi', temazo marca de la casa que sirve siempre para reivindicar ese baile tan cumbre que si no existiera no podría explicarse el folclore patrio. Tras otro de sus clásicos -la seguidilla 'Pan Tumaca'-, llegó la primera sorpresa de la noche: hicieron su aparición en el coqueto escenario del Price los integrantes de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.), banda burgalesa que aunque no necesitaba presentación -tal es su éxito y reconocimiento- los Fetén quisieron hacerla en su justa medida: son un grupazo de campanillas, admirable por su música y su manera de estar en el mundo, por su humildad y su compromiso y respeto por esa música popular a la que honrado con ese hallazgo que es su Nuevo cancionero burgalés.

Los burgaleses  reivindicaron sus orígenes haciendo lo que mejor saben: magia


Como no podía ser de otra manera, los burgaleses hicieron vibrar al público interpretando su revisión de 'La molinera', que puso a todos los pelos de punta: las voces de David Ruiz y Alvar de Pablo consiguieron un efecto hipnótico y que los miles de asistentes se retreparan en sus butacas para gozar de tanta belleza. La fiesta no había hecho más que empezar. Y al asombro propio del escenario en el que sucedieron los hechos (todo es posible en el circo) se sumó Ayna, genial intérprete de silbidos: la puesta en escena de esta soprano del viento, en armonía con las manos, dejó boquiabierta y alucinando a la gente, que aplaudió a rabiar, ya cautiva de un espectáculo que iba camino de la historia. Sonó la hermosa zanfona, tan llena de saudade y como homenaje a la emigración, y la estupenda María de la Flor interpretó el tema que Julieta Venegas hace en el disco Cantables de los Fetén.

Aún estaba por alcanzarse el clímax, que llegó a continuación. Algunos se habían apercibido, pero no la mayoría: ocupaba una de las butacas de la platea un tipo con blanca melena y porte distinguido que fue reclamado en el escenario por el dúo burgalés. No era un asistente más: recorrió el pasillo para unirse a los artistas Amancio Prada entre una calurosa ovación. Tan emocionado estaba el cantautor leonés, leyenda de la música patria, que antes de cantar el tema que compartió con Galaz y Arribas se vino arriba para, con su hermosa voz, entonar 'Miña Terra' a capella para escalofrío del público. Fue un momento mágico. Una intensa oda a la belleza. Si ya había recibido la aclamación de los presentes antes siquiera de pisar el escenario, cuando bajó de éste los aplausos y los vítores fueron atronadores.

Para que nadie se acomodara demasiado en sus sillones o amagara con relajarse en exceso hizo su aparición en el escenario el grupo Mayalde. El gran Eusebio y su familia, a la manera de Melquíades y sus gitanos en Cien años de soledad, hicieron exhibición de ilusionismo haciendo sonar sus calderos como quien arrancara la vida a un muerto. Fue fascinante, y sin duda otro de los momentos de una noche irrepetible que terminaría de iluminar con su voz y su presencia Pasión Vega y María Toro, el formidable Xabier Díaz, Jambrina y Madrid, Martín Bhrun, Josete Ordóñez, Miguel Rodrigáñez, David El Indio y Luis Ángel Fernández, sin olvidar los bailes de Noemí Orgaz y Jaime Puente, que hicieron con sus cuerpos que la música tomara forma y se viera además de oírse. Son Fetén Fetén mucho más que un dúo, mucho más que dos: exponentes de la música tradicional, referentes de los sonidos populares, Jorge Arribas y Diego Galaz no conoces límites. Su última pirueta, el más difícil todavía que es llenar un aforo como el del Price, fue magia pura y es ya historia de la música burgalesa.