Para Rodrigo Álvarez esta Vuelta a Burgos siempre permanecerá en su memoria. Este burgalés debuta en casa y su motivación es máxima. Quizás por todo lo anterior el del Burgos BH fue el primero en buscar el protagonismo. En cuanto Miguel Ángel de los Mozos, director de la Vuelta, sacudió la bandera buscó los 'focos' y los encontró de inmediato. Sus primeros metros en carrera fueron una demostración de intenciones. Afronta la ronda provincial para ser protagonista y en la primera jornada lo logró con creces.
Llegó a meta claramente fatigado, guardando los botes para los suyos y disculpándose con los niños que le pedían el botellín. «Ya lo siento, se los tengo que dar a unos amigos, otro día», le dijo amablemente a un joven aficionado antes de hacerse una foto con él. Buscaba la sombra y es que estaba acalorado.
«Es la primera Vuelta a Burgos que disputo y para mí ha sido súper especial. He tratado de disfrutar, aunque es complicado», comentó al poco de atravesar la meta. Las circunstancias eran especiales y es que «acabar en la ciudad en la que vives delante de tu familia y tus amigos, siendo del equipo de aquí es una sensación que hasta ahora no había vivido».
Era uno de los más demandados de la llegada y durante el recorrido uno de los nombres que más gritaron los aficionados. Reconoció a «muchos» en las cunetas. «Gente con la que he compartido club, compañeros de grupeta, amigos, aficionados del equipo, familia...», señaló.
No solo se filtró en la escapada, sino que quiso buscar el sobresaliente. Sabía que llegar a meta y disputar la victoria era una odisea, ya que el pelotón nunca les dejó ventaja suficiente. Se vació en las últimas rampas del Aguilón, un puerto por el que pasa en cientos de ocasiones durante el año, pero no pudo alcanzar su objetivo, que era luchar por el maillot de la montaña.
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