Lleva vinculada a la Fundación Universidades y Enseñanzas Superiores de Castilla y León desde 2016 y cuatro años en Burgos impartiendo clases de Danza Española a los más pequeños de la Escuela Profesional Ana Laguna. Natural de Madrid, encabeza el nuevo equipo directivo del centro después de haber sido secretaria del grupo que lideraba Amaya Iglesias, su antecesora en el cargo. Siguiendo las líneas marcadas en el anterior mandato, Nazareth Martínez luchará para que la danza tenga un mayor peso desde el punto de vista educativo, pero también en lo social y lo artístico.
¿Qué se le pasó por la cabeza cuando le propusieron la dirección?
Es una llamada que te cambia la vida. Tenía que decidir entre seguir o no seguir en el equipo directivo -con otro cargo y la vorágine que implica- o centrarme en las clases. Pero acepté la locura. Me lo pensé mucho porque es un cambio de vida importante por la muchísima carga administrativa que conlleva y porque tu jornada no termina cuando te vas a casa. Yluego está la toma de decisiones que recaen sobre ti. Es una importante responsabilidad.
¿Cuáles son las urgencias o los objetivos que se ha marcado o le gustaría llevar a cabo?
Cuando hablo de la Escuela siempre me refiero a ella como 'la casa' porque todos son partes fundamentales, desde el conserje o las trabajadoras de la limpieza a los músicos que tenemos bajo mínimos y que nos acompañan. Esa es una necesidad, por ejemplo. En la actualidad contamos con cuatro músicos, pero es insuficiente para cubrir ambas especialidades desde primero de Elemental a sexto de Profesional. Necesitaríamos que fueran el doble.
Cuando estuve como parte del anterior equipo directivo pude escuchar mucho. Y la idea es continuar con las líneas prioritarias de la anterior dirección. Porque se trata de que la Escuela crezca y que Burgos siga siendo un punto fundamental a nivel de danza. Aparte hay luchas que ya estaban iniciadas y que hay que continuar.
Una, entonces, será pedir más músicos. ¿Cuál es la prioritaria?
Contar con un instituto vespertino, una lucha que ya comenzó Amaya Iglesias. Las bailarinas y los bailarines de profesional van a la Escuela por la mañana y tienen que compaginar sus estudios de bachillerato en el nocturno. Nosotros lo que pedimos es que puedan acudir a esos estudios por las tardes, en un turno vespertino. Si en Madrid se hace, aquí también es factible. Sabemos, además, que en el instituto Diego Porcelos, donde se imparte el nocturno, estarían dispuestos a organizarse. Falta una ayuda económica y que crean en esa posibilidad. Porque la excusa que nos ponen es que son pocos alumnos y alumnas. Pero seguiremos insistiendo porque hay que arriesgar. Y aquí los grupos políticos tienen que apoyarnos.
Otro problema reciente es lo de la simultaneidad, que ha cambiado con la nueva ley. ¿Puede explicarlo?
Es complicado. Al final las enseñanzas artísticas, que siempre están relegadas, no salen bien paradas. Lo que ha ocurrido es que algunas asignaturas que eran optativas han pasado a ser obligatorias. Si antes podían convalidar sus estudios artísticos y simultanear alguna optativa, disponían de más tiempo para la danza. Pero ahora la carga lectiva aumenta, y con ella las horas que le deben dedicar. Si a eso le añades que en danza, según subes de curso, tienes que ampliar el tiempo de ensayo, no digo que sea incompatible, pero sí difícil.
Esos cambios en la ley tienen que ver con otra reclamación eterna: revertir el hecho de que socialmente la danza no se considera una profesión...
Efectivamente.
¿Y eso cómo se consigue?
Hay que cambiarlo desde las aulas, desde los más pequeños, porque es una causa educacional principalmente. Invertimos una gran cantidad de tiempo en aspectos como el fútbol u otros tipos de ocio, que son capaces de parar el planeta. No digo que con la danza tenga que pasar lo mismo. O bueno, por qué no.
¿Pero por qué desde fuera, los ciudadanos, seguimos preguntando a un bailarín que si 'solo' se dedica a eso, como si no fuera una profesión plena?
No sé si es porque la gente cree que en general los artistas no pueden vivir de su arte o porque lo que interesa es fomentar otras cosas, como el fútbol. Hay existe una dificultad muy grande ya que nos movemos por modas. Lo digo porque aunque la educación ha ido cambiando, quien acude a los teatros a ver danza es sobre todo público mayor. Hay muy poca gente de entre 15 y 25 años. Supongo que tenemos que ponerlo de actualidad y es nuestra responsabilidad participar en el mundo tecnológico, las redes sociales, etc. Pero para valorar todo esto y conseguir que esté de moda, hay una labor muy importante que hay que hacer en casa y en los coles. Con el Conservatorio de Música Rafael Frühbeck hemos hablado de facilitar que nuestros alumnos vayan a escuchar sus conciertos y ellos vengan a vernos bailar. Hay que darle el valor que tiene y eso es, sobre todo, educacional.
No sé si ayuda que no haya muchas salidas profesionales en España para los bailarines de clásico, por ejemplo. ¿Ha mejorado esa circunstancia?
Todo ha cambiado mucho. Cuando yo me incorporé al mundo profesional, los que ya estaban pertenecían a la generación que se tiraba tres o seis meses de gira. Eso ya no se da porque han variado los formatos.
Pero si no hay compañías en España, no hay otra opción que irse.
Según la especialidad, sí, así es. Pero en Danza Española no hay otro país mejor que el nuestro para trabajar. Contemporáneo es más versátil. Y en clásico lo fuerte está en Europa, sí, donde por su herencia todos los teatros tienen una compañía, cosa que aquí no pasa. Pero creo que en España empieza a cambiar.
Producciones propias como la ópera del pasado domingo, 'Dido y Eneas', con participación de alumnos y exalumnos de la Escuela ayudan a generar vocaciones y asentar disciplinas. ¿Hasta qué punto son importantes este tipo de colaboraciones para la Escuela?
Son fundamentales para los estudiantes porque en algunos casos es su primer contacto con el mundo profesional o es su preámbulo. Es un modo de saber qué te piden en una compañía, qué horas se necesitan, cómo se ensaya... porque en la Escuela están muy arropados. Así que hace falta que se hagan más producciones de este tipo porque coreógrafos hay, bailarines también y lo que falta es un poco de ayuda económica, de programación variada en los teatros empezando por estas cosas, y falta apostar.
¿Qué opciones hay para crear un Ballet de la Escuela?
Hay un inicio de proyecto que necesita que le insuflemos un poco de energía para que crezca. Sobre todo en lo económico porque es nuestro principal hándicap y donde primero nos ponen pegas. Es verdad que nosotros tenemos una jornada de 8 de la mañana a diez de la noche por lo que en el centro sería imposible a nivel de aulas. Pero hay otros espacios. Por ejemplo, una salita en La Estación sería antástico. El proyecto está ahí, esperando, porque tenemos otras prioridades.
Repasémolas entonces.
La danza no es solo el baile, sino todo lo que conlleva el cuidado del cuerpo. Y en ese sentido necesitamos una persona que nos oriente a nivel psicológico, que acompañe a profesorado y alumnado.
¿Podemos seguir sin ello? Sí, pero supone una gran dificultad para todos.
Necesitamos también convenios y lazos con la ciudad para seguir construyendo juntos y relacionarnos.Hacernos sonar en la ciudad.
Un psicólogo en este tipo de enseñanza debería ser obligatorio porque los estudiantes se exigen mucho, han de dejar otras cosas de lado, necesitan disciplina y fuerza de voluntad...
Sí. Puede haber frustración, ansiedad, estrés... Y al final trabajamos con el cuerpo, se exige una estética y hay problemas de trastornos de alimentación. Por eso necesitamos ayuda de un profesional.
¿Tienen algún caso?
Ha habido algunos. Es verdad que se detectan a tiempo y no ha habido mayor dificultad, pero hay que estar muy atentos.
¿Cómo ha sido la matrícula este año?
Estamos muy bien. Hemos aumentado un 10% con respecto a años anteriores. Ha habido 37 niños y niñas de primer ingreso. Yen total hay 227 matrículas.
¿Se mantiene el porcentaje de un alumno de fuera por cada cinco de casa?
Sí, tenemos 43 estudiantes que pertenecen a otras Comunidades que no son Castilla y León, que en su mayoría proceden del norte de España. Eso es gracias en parte al proyecto de profesores especialistas para los últimos cursos que además desemboca en los talleres coreográficos. Y esto es muy goloso porque no lo hay en la mayoría de los sitios. Este curso estarán en Danza Clásica: Luca Vetere (primer trimestre), Julio Arozarena (segundo) y Laura Bruña (trimestre); Danza Contemporánea: Blenard Azizag, Carmen Fumero y Fabián Thomé (primero, segundo y tercer trimestre, respectivamente).
¿Y el número de varones ha aumentado también?
También. Tenemos diez chavales en Enseñanzas Elementales y quince en Profesionales.
¿Hay alguna novedad con respecto a las actividades extra escolares que realizan?
En principio no. Retomamos, eso sí, algunas que hacíamos antes de la pandemia, como la colaboración con la OSCyL(Orquesta Sinfónica de Castilla y León). De momento se mostrará en Valladolid, pero estamos negociando para que pueda haber dos sesiones, una allí y otra en Burgos; a ver si lo logramos para el próximo curso. Nuestras actividades más destacadas son: la Jornada de Puertas Abiertas en diciembre para que las familias puedan conocer desde dentro el trabajo diario; la Muestra Profesor Especialista que se celebrará el 16 diciembre y el 21 junio; la Muestra de Enseñanzas Profesionales el 28 marzo; la Gala de Danza y Taller Coreográfico el 23 de marzo; un intercambio con el conservatorio de danza de Biarrtiz a primeros de febrero; Emocionarte, actividad para los colegios, del 18 al 28 de abril; la colaboración con la OSCyL los días 27 y 28 de abril; y Muestra de Enseñanzas Elementales en junio.