Hace unos días acudí al PAC del Hospital Divino Valles. Acompañaba a un familiar con una avería importante en una pierna que necesitaba una cura de enfermería. Nos atendieron bastante rápido (yo he tenido casi siempre suerte, salvo en temporada de gripe) y no dio tiempo a entablar las típicas conversaciones de sala de espera, pero sí surgió el comentario, que todos hemos pensado alguna vez, de: «Es una pena este edificio enorme, está desaprovechado ¿No dijeron que iban a hacer algo con él?».
Dijeron, sí. En la legislatura pasada, y en la anterior, y en la anterior. Pero no hay más que verlo, desde cerca o desde lejos. Un buen mamotreto al estilo de los hospitales ladrilleros de los años 80, encaramado en una ladera, orientado al solecillo del sur, con vistas espectaculares sobre la ciudad, un correcto acceso por carretera, línea de autobús urbano, un hermoso aparcamiento y hasta un helipuerto abandonado.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué no se aprovecha esta divina oportunidad, para uso sanitario o sociosanitario? ¿Acaso no admite una reforma que pudiera convertirlo, yo qué sé, en un centro de cuidados paliativos, en un centro especializado en determinadas patologías, incluso en residencia de mayores, o …?
Lo que no se utiliza se degrada, eso lo hemos visto con decenas de edificios que al cabo de poquísimos años tras su cierre acaban en estado comatoso, y este ya lleva demasiado tiempo vacío, o casi, por lo que la factura de su remodelación se va encareciendo cada minuto que pasa.
Ya sé que todas las ciudades tienen sus mamotretos abandonados, aunque Burgos seguramente sea uno de los casos 'top' en toda España. Pudo ocurrir lo mismo con el viejo Hospital Militar, que por suerte cobró vida gracias al uso universitario. Pero no se libran de una situación parecida el Hospital de la Concepción o el antiguo Centro de Especialidades de la Avenida del Cid, por no hablar de la penosa historia de la parcela del Yagüe.
Son los tristes herederos de lo que en su día supusieron el Teatro Principal o el Solar de Caballería. Por suerte, estos dos últimos resurgieron y volvieron a la vida, con los mismos o distintos usos de los que tenían anteriormente.
A ver si alguien con el necesario liderazgo político, la valentía de ejercerlo y las ganas de gastarse la pasta en lo que de verdad importa saca adelante, algún día, la imprescindible modernización del Divino Valles. El edificio ya está, solo hace falta echarle imaginación.