Los 200 euros que hay que pagar por una desvitalización son, a veces, razón para dejar pasar un tratamiento que puede salvar un diente. Otro tanto ocurre con empastes o simples revisiones y el dentista José Manuel Díaz es de los que piensa que esto no puede ser, que una buena salud bucodental no puede estar supeditada a la capacidad económica. Así que hace años que se propuso que Burgos siguiera el ejemplo de otras capitales españolas y abriera, de la mano de la Fundación Odontología Solidaria, una clínica dental para todos aquellos que no tienen recursos suficientes para tratarse en consultas ordinarias. Ahora, con tanto esfuerzo como ayuda, lo ha conseguido y llevan dos meses viendo pacientes en un espacio cedido por San Juan de Dios, con entrada por los Cubos.
La clínica solidaria, la primera de la región de estas características, se puso en marcha con dos premisas: no se atiende a nadie que no haya sido derivado por trabajadores sociales del Ayuntamiento, de Sacyl o de entidades como Cáritas o Cruz Roja y el tratamiento es preventivo, nunca estético. Tampoco incluye extracciones ni implantes. «Queremos ayudar a quien no tiene recursos, porque creemos que la boca es fundamental y que hay que darle un valor», explica Díaz en la consulta que están atendiendo más de veinte dentistas, catorce higienistas y tres auxiliares, todos ellos voluntarios que acuden en horario de media jornada, dado que la actividad se compatibiliza con la ordinaria de sus clínicas.
«Aquí tenemos una veintena de pacientes y hay de todo, pero en general, estamos viendo bocas muy deterioradas», avanza Díaz, para explicar que las intervenciones más frecuentes están siendo empastes, endodoncias (desvitalizaciones) o dentaduras postizas.
Para esto último cuentan con la colaboración de cuatro protésicos, que han asumido una rebaja de tarifas importante para poder ofrecer «prótesis removibles» (dentaduras postizas o férulas) mucho más baratas que en el mercado ordinario: 50 euros. De este importe se hace cargo el paciente, así como de la visita, que sea cual sea el tratamiento, tiene un precio «simbólico» de 15 euros porque, como puntualiza Díaz, «es una manera de darle valor al trabajo».
Las palabras del dentista fueron corroboradas al instante por una paciente que prefirió no ser identificada pero que afirmó estar «feliz» con el trato recibido en la clínica de Odontología Solidaria. «Tengo una lesión en la articulación de la mandíbula que me causa muchos dolores en el ojo y en la cara. Me dijeron que, para solucionarlo, necesitaba una férula de descarga de entre 200 y 400 euros, que yo ahora no me puedo permitir.Pero hablando con la trabajadora social me derivaron aquí y estoy encantada de la vida», dijo, matizando que confía en poder volver con su hija.
Otra de las características de este espacio es que atiende las intervenciones pediátricas preventivas y funcionales que no cubre la sanidad pública; es decir, empastes en dientes de leche y, excepcionalmente, ortodoncias. «Hablamos de casos muy graves, en los que hay un problema funcional: dificultades para comer o para hablar», recalca Díaz, matizando que la fundación está preparando un protocolo concreto para atender a los menores. «La sanidad pública cubre entre los 6 y los 14 años, pero no los dientes de leche, que el niño necesita mantener para masticar bien y porque ocupan un espacio en la boca que no se puede dejar al aire porque, si no, el diente definitivo no saldría bien»
De esta manera, Burgos seguirá el ejemplo de Madrid, Valencia, Granollers, Zaragoza, Fuengirola, A Coruña y Albacete, donde Odontología Solidaria lleva hasta 25 años gestionando clínicas de este tipo. «Nosotros no inventamos nada, el modelo está más que probado y funciona», especificó este profesional, concluyendo que «calculo que en no mucho tiempo tendremos lista de espera».