Nerea e Ibai llegan a Poza poco antes de que el reloj marque las 12. Medio día. Disponen de apenas un par de horas para visitar los atractivos más destacados de la villa y salir pitando hacia su próximo destino, Burgos capital. La idea es comer por el camino pero, «¿podremos comprar algo aquí?», se preguntan. Una vecina que escucha -sin querer- la conversación les indica el camino hacia el supermercado, ubicado en la calle Corralejo, que por un momento puede llegar a pasar desapercibido. Atraviesan la estrecha puerta y una sonriente cajera les saluda. Ellos la responden igual. Recorren los pasillos del local hasta llegar al del fondo, el más especial por la selección de productos expuestos. En la cesta cae un paté de mejillones La Curiosa, un bote de lomos de bonito de Orcasol para un bocata y de postre yogur natural de Ovejero. Pagan, la cuenta no se dispara, y se van contentos.
En la cola se acumulan bastantes personas y Katerine Fleites apenas puede mantener la cabeza levantada del cajón. Cerca, Pedro controla que las estanterías no se vacíen y que los clientes salgan satisfechos. Él junto a su primo Rafa han tomado las riendas de un negocio que se vio obligado a reducir su horario al fin de semana -unas horas- a raíz de un imprevisto. Conscientes de que los pozanos y la cantidad de turistas que reciben al día necesitaban un servio ampliado, apostaron por tomar el control. Poco a poco se hacen con el día a día aunque reconocen que «cuesta, y mucho», gestionar una tienda de estas características sin experiencia.
Lo han conseguido, con esfuerzo e infinidad de horas de dedicación, y la clientela está respondiendo. La idea que han desarrollado suena bien y sabe mejor. Un súper de pueblo con productos de calidad a precios competitivos. Cuesta creerlo, pero los artículos gourmet y delicatessen -no son lo mismo- colocados en algunas de las estanterías tan solo pueden encontrarse en locales especializados o grandes superficies. Comida preparada, que te puedes llevar y degustar al instante, dulces, bonito, latillas, conservas, gulas, espárragos, paté de crema de anchoa del Cantábrico, aceite y vinagre de Jaén, dulces, postres, especias, una selección de buenos vinos… La oferta va más allá de una simple marca. Los precios, un poquito más elevados que los de los productos de las baldas vecinas.
Si uno gira al otro pasillo se topa también con esos artículos, pero de gama y precio inferior. En el supermercado de Poza hay para todos los gustos y necesidades. Además de alimentación -la frutería se incorporará a medio plazo y ya hay selección de congelados- en una localidad sin ferretería ni bazar es necesario disponer de género necesario en la vida cotidiana. Amazon responde rápido y los pedidos no se hacen de rogar demasiado. Sin embargo, los empresarios apostaron por incluir mercancía para la limpieza del hogar, pilas, tijeras, cubiertos, tiritas... un poco de todo. «Aquí es necesario», comenta Pedro.
Empleo. Las ventas funcionan y el saber estar de la empleada tiene mucho que ver. Llegó de Cubo hace poco más de tres semanas tras recibir la ciudadanía española, y según puso un pie en la localidad se incorporó a su puesto de trabajo. Asegura que el cambio de dinero se hace un poco cuesta arriba alguna vez y agradece enormemente a sus jefes la confianza que han depositado en ella. «¿Te puedes creer que todavía no he visitado todo el pueblo?», expone con gracia. Otras obligaciones se lo impiden. Hasta octubre, el establecimiento permanecerá con sus puertas abiertas de martes a domingo (entre semana solo de 10 a 14 horas y los fines de semana también hora y media por la tarde), y a partir de entonces el horario se reducirá a dos días entre semana (por definir), sábados y domingos. Los pozanos, sobre todo los que residen a diario, se muestran más que contentos por no verse con la necesidad de tener que desplazarse a otros pueblos para hacer la compra. ¡Maravilloso!