Una pastelería viral a los 50 años

ÓSCAR CASADO / Miranda de Ebro
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Sabando cumple medio siglo de vida en un momento en el que las redes sociales revolucionan a este negocio tradicional. La causa está en nuevos productos como las palmeras o cruasanes rellenos

En su mostrador conviven los productos tradicionales con las novedades. - Foto: Ó.C.

En 50 años de vida, un negocio ha podido ver de todo. En una pastelería, seguramente se hayan puesto de moda algunos productos, se han superado crisis, vivido vacas gordas y en este caso, en concreto, incluso ha contado con el relevo de la segunda generación. La encabeza Eduardo Sabando, quien reconoce con la sonrisa en su rostro que atraviesa unas semanas «en que las que la verdad es que estamos alucinando». El motivo está en las redes sociales y el impacto de varios vídeos colgados por influencers. Gracias a eso, no solo han conocido el significado de la palabra viral, también han comprobado cómo puede cambiar todo de un instante, porque «la verdad es que no damos abasto», afirma Eduardo con cierta satisfacción. 

La culpa de todo la tienen dos productos: los cruasanes y las palmeras. En el caso de los primeros los rellenan de chocolate, pistacho o cheese cake. En el segundo, suman hasta quince sabores como happy hippo, kinder, mermelada y naranja o caramelo. En 2020, Sabando recibió el premio regional y el provincial al mejor comercio tradicional y cuando lo recogieron, su responsable ya confesaba que todo lo que salía en redes sociales tenía un impacto directo en la pastelería, por lo que tenía claro la línea a seguir. Aun así, no imaginaba hasta qué punto las redes podían influir. 

La palmera tradicional siempre ha estado en su obrador, aunque esa evolución del relleno «la empezamos a meter hace año o año y medio» y casi fue entre bromas con amigos. Eduardo explica que el cambio en Sabando resulta evidente. La cliente no solo ha crecido, también se ha rejuvenecido. Vienen de puntos lejanos como Madrid, pero sobre todo de ciudades próximas como la capital provincial, Logroño o Vitoria. «Vemos gente los fines de semana y también entre semana, como hace poco antes de abrir la tienda, porque había una pareja de Burgos que había venido tres días a por cruasanes y se habían acabado», cuenta Eduardo, quien remarca que no solo da valor a esa primera vez, sino «que para nosotros también es importante que vuelvan, porque eso ya lo hacen no por lo que han visto en Instagram, sino porque está bueno», apuesta. 

Eduardo Sabando, la segunda generación en la pastelería, muestra una bandeja de cruasanes.Eduardo Sabando, la segunda generación en la pastelería, muestra una bandeja de cruasanes. - Foto: Ó.C.

La buena materia prima hace de base y la gente joven también lo valora. En responsable apunta a un cambio de tendencia. En las pastelerías tradicionales, en las que el producto y los tiempos ganan relevancia, siempre han puesto el foco en la encrucijada entre precio y calidad. Durante mucho tiempo, han visto que el aspecto económico primaba, «pero nosotros desde la pandemia hemos visto que la gente joven ha cambiado el chip y en lugar de ir a comprar al supermercado prefieren comer algo bueno, aunque tengan que hacerlo menos veces».

Eso se ha acentuado en las últimas semanas, por lo que Eduardo trata de estar al día de todas las novedades y «ahora hay unas caracolas de crema que están en tendencia y me voy a poner a hacerlas, porque hay que estar atento porque es lo que mueve la gente», opina el pastelero, quien recuerda cuando «mis padres decían que los clientes, al ser mayores se morían, pero ahora vemos que con todo esto ha empezado a venir gente joven, que antes era más difícil».

Las palmeras se rellenan una a una con alguno de los quince sabores.Las palmeras se rellenan una a una con alguno de los quince sabores. - Foto: Ó.C.

La segunda generación de Sabando empezó a coger las riendas cuando rondaba el 2011 «y espero seguir hasta que me jubile», bromea. Ahora, vuela solo y reconoce que «antes quería cambiar todo, porque lo veía muy clásico, pero me acabé dando cuento de que tenía que ser un conjunto de las dos cosas, porque lo tradicional de toda la vida al final tiene que estar».

Su madre le dice que «con las palmeras pierdo dinero», pero con el 50 aniversario sobre la mesa, Eduardo reconoce que «mis padres también están muy contentos e ilusionados», porque aunque la pastelería en Miranda «y también fuera», siempre ha estado valorada, ahora notan un cambio de velocidad. Es lo que tiene convertirse en viral.