«Un pueblo sin bar no es un pueblo»

ARSENIO BESGA / Miranda
-

Varios municipios de la comarca de Miranda de Ebro han reabierto sus locales en los últimos tiempos, algo esencial para la «dinamización social» y «el turismo»

Valdospino regenta el bar de Suzana y cree que este servicio se necesita en todo municipio, «por muy pequeño que sea». - Foto: A.B.

Pancorbo, Treviño, Santa Gadea del Cid, Ircio, Suzana, Miraveche, Orón, Valluércanes, Bozoó... Estos pequeños municipios tienen dos cosas en común. Por un lado, pertenecen a la comarca de Miranda y, por otro, sus habitantes disfrutan de un servicio que en el entorno urbano se da por hecho, pero que en otros lugares a veces se echa de menos: el bar. Durante los últimos tiempos, algunas de las localidades rurales de esta zona del norte de Burgos se han terminado sumando a ese listado, como ocurre con Ayuelas o Bugedo, donde han reabierto sus establecimientos hosteleros este mismo año. Y no se trata de una cosa menor, puesto que «un pueblo sin bar no es un pueblo».

Así lo cree Samuel Valdospino, el gerente del local ubicado en la pedanía mirandesa de Suzana, quien destaca que este servicio resulta indispensable porque, «por muy pequeño que sea», en cualquier municipio «siempre se necesita un lugar donde los vecinos puedan encontrarse para conversar, jugar la partida y entretenerse». En resumidas cuentas, este punto de reunión se alza como el «elemento fundamental» para garantizar la «dinamización social» de los entornos rurales. En esos términos se expresa el alcalde de Ayuelas, Javier de Echevarría, quien se muestra plenamente satisfecho al ver que el establecimiento de esta localidad ya funciona a pleno rendimiento desde abril, tras haber acumulado varios meses con la persiana bajada.

Según apunta el primer edil de esta pedanía,  este tipo de pequeños negocios «son muy importantes», pero no solo para los vecinos que residen allí de forma regular, sino que también necesitan tener algún establecimiento hostelero abierto «para cualquier evento que se haga en el pueblo, porque sin un bar no se pueden ampliar los servicios y atraer a población satélite de los pueblos cercanos». Su opinión la comparten en Santa Gadea del Cid, donde recientemente se ha vuelto a licitar la gestión de su local con el objetivo de renovar el contrato y garantizar el mantenimiento de actividad. Su alcalde, Jorge Ortiz, destaca que «es clave para la población de aquí, pero sobre todo para el turismo que se está recibiendo ahora».

En este sentido, el dirigente de esta pequeña localidad de la comarca mirandesa remarca que «es un pilar básico para generar ese movimiento porque sin el bar, sin un lugar donde la gente pueda tomar algo, es mucho más difícil que el resto de cosas a nivel de turismo vayan bien». La atracción que está generando Santa Gadea del Cid entre los visitantes de todo su entorno resulta tan elevada que su alcalde se plantea que tal vez hasta sea necesario «a la larga ampliar» la oferta del sector hostelero, puesto que en la actualidad notan que el notable flujo de foráneos ha provocado que el establecimiento del pueblo «a veces puede incluso quedarse corto».

Ahora bien, como todos los negocios, estos bares notan altibajos en el movimiento de sus cajas registradoras. El gerente del local de Suzana reconoce que, pese a los 'parroquianos' fieles, «los inviernos son un poco flojos, pero hay que saberlos llevar». Lo mismo opina Raúl Guinea, quien ha reabierto este mismo verano el bar de Bugedo y ofrece a sus clientes desde un café a variedades de arroces, pues se alzan como una especialidad de la casa porque él tuvo un restaurante en Miranda centrado en ello.

Según cuenta el hostelero, aun teniendo en cuenta la caída de visitantes cuando llega el frío, el cambio de la ciudad al entorno rural se alza como una opción ideal para quien está al otro lado de la barra porque «es todo más familiar, vienen los abuelos a echar la partida, es más tranquilo, algo diferente». 

En cualquier caso, las dificultades se logran sobrellevar en estos negocios. Al menos, en Ayuelas lo intentan. De Echevarría confirma que durante «la temporada alta» la población «hasta se llega a multiplicar por tres» mientras que el otoño y los meses posteriores «son más duros». Por ese mismo motivo, en esta pedanía de la ciudad del Ebro se plantean ajustar los servicios a la demanda que tienen en cada época del año y, de cara al periodo del frío, el primer edil avanza que «igual hay que abrir menos días y centrarse más en los fines de semana».