Para Aspanias ayer fue, probablemente, uno de los días más importantes de su historia. El apoyo de la Casa Real a su trabajo con la presencia de la Reina Sofía en Burgos para celebrar su 50 cumpleaños es algo que la asociación va a colocar en el haber de su contabilidad intangible. Eran tantas las ganas de verla que cuando en la pantalla del Auditorio apareció el coche en el que llegaba, la gente no se pudo contener y rompió a aplaudir. Un singular entusiasmo que era el preludio del que luego notaría la soberana desde el principio hasta el final de su visita.
Y aunque era Doña Sofía el, digamos, plato fuerte de la jornada, realmente las personas con discapacidad intelectual y sus familias se llevaron todo el protagonismo, algo que, probablemente a la Reina le importó más que cualquier otra cosa, pues es conocido su apoyo a muchos colectivos vulnerables. Quizás por saber de esa debilidad, el presidente de Aspanias, Antonio Tajadura, pidió a toda la sociedad, con ella como testigo, que entienda como un proyecto propio de responsabilidad «los intereses, las demandas y las necesidades de las personas con discapacidad y otros colectivos en riesgo» y que a pesar «de las tareas pendientes, los derechos amenazados, las incertidumbres y las dudas sobre el futuro, no se puede minar, bajo ningún concepto, los niveles de bienestar conseguidos».
Tajadura se refirió también a los cambios de modelo que está experimentando la atención social «con soluciones a la carta y a la medida de cada una de las situaciones personales, una hoja de ruta no exenta de retos y dificultades» y a que Castilla y León es una comunidad «que marca la diferencia con un compromiso político demostrado». En cualquier caso, aseguró que los resultados conseguidos en 50 años de trabajo se han basado en tres claves fundamentales: La colaboración público-privada, el reconocimiento del retorno económico y de impacto social de las organizaciones y las empresas sociales y el compromiso de la Administración.
Doña Sofía aplaude una de las intervenciones de los alumnos de Aspanias. - Foto: Patricia
LOS AÑOS DUROS
La siguiente intervención emocionó a los que conocen a Aspanias desde sus primeros momentos. Caridad Castro, de 88 años y esposa de Juan Antonio González, uno de los fundadores junto con Federico Santamaría, José María Antón, Rafael Sánchez y Emilio Casado, recordó las inmensas dificultades de los años 60 «que nos hicieron valientes y duros y en las que pusimos el corazón, a veces dolorido y siempre cargado de amor, al servicio de nuestros hijos, y que hoy damos por buenas porque han mejorado sus derechos».
Jesús Cirujano, en nombre de las últimas familias en incorporarse a Aspanias, reclamó «el derecho y la dignidad de la diferencia porque todos somos únicos e irrepetibles» y apostó como irrenunciables para las asociaciones por valores y principios tales como situar a las personas por delante de las organizaciones; ser transparentes, instalarse en la cooperación frente a la competitividad y tener capacidad de asumir riesgos.
El trabajador de la asociación Daniel Urbaneja, que se presentó como «una persona con una capacidad diferente y un buen recepcionista», le pidió a la Reina que siga apoyando a las personas con discapacidad intelectual «porque una vez oí que los sueños se cumplen si se persiguen». Junto a Daniel se encontraba Ana Caballero, una alumna del Centro de Educación Especial Puentesaúco, que en un momento de su discurso se emocionó hasta la congoja y tuvo que parar de hablar mientras recibía una salva de aplausos iniciada por la propia Reina. Del trance le ayudó a salir María Benito, su persona de apoyo, y finalmente pudo explicar su mensaje: «Dicen mis profes que usted tiene mucho poder y yo me quiero aprovechar de esto: Me interesa mi futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida. Quiero ser cocinera y conocer a Bisbal».