El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha ido a Roma a visitar a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, para aprender de sus políticas en materia de inmigración irregular, por si sus recetas son de aplicación en nuestro país, dado que ha conseguido reducir en un sesenta por ciento la llegada de migrantes a su país en el último año.
Se trata de un viaje propagandístico, para disputarle una batalla cultural a Vox y hacer del problema migratorio un caladero de votos a base de propalar una campaña de miedo que no se corresponde con la realidad, pero que espera que le resulte rentable políticamente. Es un viaje innecesario porque se conoce muy bien cuáles son las medidas adoptadas por el gobierno de Meloni para reducir esos flujos. En primer lugar, externalizar el control de las fronteras y firmar acuerdos con países considerados inseguros como Túnez y Libia, dos autocracias, para que eviten las salidas de las pateras y pesqueros hacia las costas italianas, con la sospecha de que las mismas mafias que antes embarcaban migrantes son las que ahora controlan que no salgan, algo que por supuesto no sale barato. La segunda medida es el anuncio de la construcción de campos de internamiento en Albania donde los rescatados en el mar tendrán que esperar a ver si se les considera acreedores de la condición de refugiados o son devueltos a sus países de origen, también a un coste oneroso aún por determinar. En tercer lugar, se trata de dificultar el trabajo de las ONG dedicadas al rescate de personas en el mar que denuncian como Italia se salta las convenciones internacionales en tierra y el derecho del mar. Con esas medidas, a 15 de septiembre, Italia ha conseguido que lleguen a sus costas un millar y poco menos de personas de las que han llegado a las Islas Canarias, y dos millares menos con respecto a Grecia, que se beneficia de que la UE subcontrate el control de su frontera exterior a Turquía.
Cierto que la visita realizada por el presidente del Gobierno a Mauritania, Gambia y Senegal no ha dado los resultados a corto plazo que se esperaban y que esos países siguen sin controlar la salida de cayucos como sería deseable, pero Mauritania sufre la presión de los ciudadanos de Malí que huyen de la guerra. De las tres medidas que aplica Meloni, a cuyo partido, Hermanos de Italia, trata de blanquear el PP, considerándolo de extrema derecha, pero un punto menos, a pesar de que es socio preferente de Santiago Abascal, no se tiene noticia de cómo piensa desarrollarlas Feijóo, si ha previsto enviar a los migrantes a campos de internamiento en otros países, y a cuáles; si va a entorpecer la labor de las ONG y piensa en la Armada; o qué volumen de fondos destinará a cooperación internacional para fijar la población en los países emisores de migrantes.
El PP acusa al Gobierno de carecer de una política en materia de migraciones y sus mandamientos para este asunto se encierran en dos, que el Gobierno financie mejor a las comunidades autónomas para acoger migrantes, y que acepte todas las propuestas firmadas con el presidente canario, Fernando Clavijo. Si no lo hace no habrá reforma de la ley de Extranjería ni reparto de menores. Y mientras tanto hacer creer que la inmigración es un problema -desmentido con datos objetivos- para quitarle votos a Vox y poner en un brete a Sánchez. .