Los dos presidentes de EEUU que pasaron mucho frío en Burgos

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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John Adams, segundo presidente tras suceder a Washington, y su hijo John Quincy, que sería el sexto mandatario de la emergente nación, estuvieron en tierras burgalesas en el invierno de 1780

John Adams (izda) fue presidente de EE.UU. entre 1797 y 1801. Su hijo John Quincy Adams lo fue entre 1825 y 1829. - Foto: Galería nacional de retratos. Washington D.C

Cualquiera diría que Massachusetts no es una de las regiones más frías de Estados Unidos después de saber que John Adams, quien fuera uno de los firmantes de la Declaración de Independencia y segundo presidente de los Estados Unidos, dejara anotado en su libro de memorias que en Burgos, provincia española que recorrió años antes de suceder a George Washington en la Casa Blanca, sufrió los rigores climatológicos más extremos y espantosos de su longeva existencia. Ya ven: Burgos dejó helado a uno de los padres fundadores de esa nación que ahora se encuentra en la encrucijada de elegir a un nuevo líder político para los próximos años; le dejó aterido a él y a uno de sus vástagos, John Quincy Adams, que siempre viajaba con él y que, con el tiempo, habría de convertirse en el sexto presidente del país de las barras y las estrellas. 

Era EE.UU. una nación recién nacida: había declarado su independencia en 1776, tres años antes de la llegada de Adams a España, que lo hizo en calidad de ministro plenipotenciario para las relaciones internacionales, esencialmente comerciales y de alianzas con países de la Vieja Europa, y con el fin de conocer constituciones y leyes que sirvieran de referencia a su futura Carta Magna. Los Adams habían zarpado de Boston en la fragata La Sensible y su destino era Francia, archienemiga nación de la Gran Bretaña de cuyo yugo se estaban liberando. Pero una tormenta terrible obligó al barco a arribar al puerto coruñés de El Ferrol. Y como el casco había quedado profundamente afectado, continuar la travesía por mar obligaba a los norteamericanos a permanecer por tiempo indefinido en tierras gallegas. Así que el estadista y diplomático decidió seguir el viaje por tierra.No le importó del todo: así podría conocer de primera mano España, aquel país -en ese momento gobernado por Carlos III, quizás el mejor monarca español de ese siglo XVIII- que había dominado el mundo durante siglos con un imperio irrepetible y por el que sentía admiración. 

Los dos Adams y su comitiva entraron en la provincia de Burgos el 11 de enero de 1780 en medio de atroz un temporal de nieve. En sus diario de memorias, que se publicaría con el título de The works of John Adams (Las obras de JohnAdams), recogió el futuro presidente de los Estados Unidos que entre las cuatro leguas que se separan Celada del Camino de la capital burgalesa sufrieron un infierno de «niebla, lluvia y nieve» del que pudieron guarecerse en la que, le había dicho al político su sirviente, «la mejor posada de la ciudad». Sin embargo, se llevaron un chasco tremendo al comprobar que ésta no tenía chimenea, teniendo que buscar calor en un improvisado brasero que alimentaron a base de carbón.

Los Adams estaban espantados: «Vamos estornudando y tosiendo, y más parece que deberíamos ir a un hospital que seguir camino (...) A menudo he sido objeto de severas pruebas, grandes dificultades, frío humedad, fatiga, falta de descanso y de sueño, mala alimentación, pero nunca había experimentado nada parecido», anotaría al patriarca, que desafió a la climatología para darse un garbeo por la Cabeza de Castilla, donde disfrutó de la contemplación de la Catedral -«es la más grande que he visto nunca», escribió-, de las ruinas del Castillo, los puentes sobre el río Arlanzón y las numerosas iglesias y conventos que se repartían por la vetusta ciudad, de los que llegó a hacer inventario: 33 templos religiosos llegó a contabilizar el mandatario norteamericano.

Con todo, decidieron continuar el camino, deteniéndose a hacer noche en Briviesca, donde al menos debieron cenar como príncipes, ya que Adams alabó las viandas de las que dieron buena cuenta destacando que «la cocina española es una de las mayores curiosidades del mundo». Pasaron las de Caín para atravesar el desfiladero de Pancorbo, siempre imponente: «Este paso separa Castilla la Vieja de Vizcaya», escribió el político.

Inquilino de la Casa Blanca. John Adams (padre) se convirtió en el segundo presidente de Estados Unidos en 1797, siendo el primero en ocupar ese edificio, símbolo del poder de la nación más pujante del mundo, que es la Casa Blanca.Antes de alcanzar la cima del poder participó en la Guerra de Independencia hasta el triunfo de las trece colonias sobre las tropas reales británicas tras la debacle de Yorktown (1783) y el Tratado de París (o de Versalles) que reconocía la independencia de éstas. A la firma del acuerdo asistieron David Hartley, en nombre del rey Jorge III, por la parte británica, y John Ad ams y Benjamin Franklin por los norteamericanos. Fue Adams vicepresidente en dos ocasiones. Cuándo George Whasington dejó el poder en 1796, concurrió a las elecciones, derrotando a Thomas Jefferson. Fue presidente hasta 1801. Su hijo John Quincy Adams, sexto presidente, gobernó EE.UU. entre 1825 y 1829.