Pacientes de Burgos con una patología grave de la válvula aórtica y riesgo de no sobrevivir a una cirugía a corazón abierto para que les solucionen este problema -que impide la correcta circulación de la sangre- tienen que desplazarse desde este mes a otras provincias de Castilla y León para que les apliquen una técnica que también practican desde hace tiempo los cardiólogos hemodinamistas del HUBU para corregir esta disfunción: la implantación de una prótesis de la válvula aórtica mediante cateterismo (más conocido como TAVI, por las siglas en inglés).
La causa de esta sinrazón es administrativa: los hospitales cuya cartera de servicios no incluye la Cirugía Cardíaca, como es el caso del HUBU, tienen que garantizar que hay un cirujano cardíaco en el complejo mientras se están colocando este tipo de prótesis. Después de varias idas y venidas, la dirección del HUBU llegó el año pasado a un acuerdo con el Hospital Clínico de Valladolid para garantizar la continuidad del programa de prótesis aórticas, pero la planificación de intervenciones en Burgos ha tenido que suspenderse otra vez en mayo porque no hay constancia de que cirujanos del complejo vallisoletano vayan a seguir desplazándose al menos una vez a la semana para que los cardiólogos hemodinamistas del HUBU puedan hacer su trabajo.
Y eso a pesar de que el cirujano cardíaco no participa en ningún momento en la intervención mediante cateterismo porque no hay razón para ello: el programa TAVI compete exclusivamente a Hemodinámica, ya que la prótesis se introduce por la ingle del paciente y se lleva con un tubito (un catéter) hasta la válvula aórtica enferma, que se sustituye y se permite así que la sangre vuelva a circular correctamente.
Pero lo más kafkiano de la situación es que incluso en el caso de que hubiera un problema durante la colocación de la prótesis, el cirujano tampoco podría hacer nada, porque los pacientes candidatos al cateterismo tienen una condición clínica que desaconseja una cirugía tradicional. Básicamente, por el elevado riesgo de que no sobrevivieran a la operación a corazón abierto. Si no se considerara que tienen un «alto riesgo quirúrgico» se les derivaría directamente a un hospital con Cirugía Cardíaca para la operación convencional; es decir, al Clínico de Valladolid o a los complejos de León y Salamanca.
Burgos es la única ciudad grande de la región cuyo hospital no tiene Cirugía Cardíaca y, por tanto, el HUBU depende siempre de otro centro sanitario para que sus hemodinamistas puedan aplicar una técnica que es de su exclusiva competencia. El año pasado por estas fechas sucedió lo mismo -los cirujanos de Valladolid dejaron de acudir por razones no explicadas- y el HUBU tuvo que cancelar un programa del que se benefician cada año unas 50 personas. Lo pudo retomar con garantía de continuidad a finales del pasado verano, pero ha durado ocho meses. No se sabe ni por qué no tienen previsto acudir en mayo ni cuando volverán a hacerlo.
Así que todos los afectados por una valvulopatía aórtica grave tendrán que tratarse fuera de Burgos por esta enfermedad que, según la Fundación Española del Corazón, afecta a la estructura que conecta la aorta con el ventrículo izquierdo. Puede manifestarse como obstrucción y dificultad en el flujo desde el corazón por estrechamiento de la aorta o como un flujo anormal de sangre de la arteria al corazón porque la válvula no funciona bien.