Desde hace meses, prácticamente vive en una furgoneta. «Llevamos hechos ya 60.000 kilómetros», afirma el líder de Vox, Santiago Abascal, empeñado en llevar su mensaje a todos los rincones en este denso año electoral. Curioso destino para alguien que se reconoce amante de la naturaleza, las montañas, los árboles y los bonsáis que, además, cultiva con mimo en su casa. Ahora, su mente está en el 23-J y en pasar página del sanchismo. Y para lograrlo tiene claro que es preciso construir «una alternativa» (palabra que utiliza constantemente) donde el PP y su partido deban entenderse.
El 28-M constató la irrupción de Vox en ayuntamientos y comunidades, cosechando un considerable respaldo y convirtiéndose, en muchos casos, en la llave de la gobernabilidad. ¿Qué esperan conseguir en las generales del 23-J?
Nos presentamos a las elecciones y yo lo hago como candidato a la Presidencia del Gobierno. Lógicamente, cuando uno concurre a las elecciones con esa intención y con esa denominación, es porque espera ganarlas. Pero bueno, serán los españoles los que decidan en qué posición nos ponen. En cualquier caso, esperamos que el voto a Vox sea un voto decisivo en el futuro de España para la alternativa que hay que construir contra Pedro Sánchez.
La izquierda mantiene el discurso del miedo para frenar el avance de su formación, pero no funcionó en Andalucía ni en Madrid ni tampoco el 28-M. ¿Cuál es su lectura?
Lo valoramos con hartazgo, pero también con tranquilidad. Esa demonización contra Vox, esa permanente llamada al miedo la hacen aquellos que han incorporado a ministros comunistas al Gobierno, que han incorporado a ETA a la dirección del Estado y que han pactado con el separatismo golpista de Cataluña, indultándolo. Pero esos insultos no hacen que nuestros apoyos se vean menguados, porque el respaldo a Vox es muy grande y nos ha convertido en la tercera fuerza política. Muchas de las cosas que dice Vox y por las que nos demonizan, cuando se le preguntan a los españoles sin la sigla de Vox, comparten nuestros principios. Los comparten los votantes de Vox, pero también los del PP e incluso los del PSOE.
El primer Gobierno autonómico en el que entró su formación fue el de Castilla y León. Son muchas las críticas por falta de coordinación y por algunas salidas de tono que se están produciendo. ¿Qué balance hace después de más de un año en el Ejecutivo regional? ¿Este es el espejo de la gestión que van a hacer en otras comunidades?
Yo hago el mismo balance que hice al día siguiente de la elección de este Gobierno. Dije que nacía con muchísimos enemigos y que iba a ser atacado a diestra y siniestra por parte de la izquierda, lógicamente, pero también por parte de un Partido Popular que no quería que ese fuese el modelo a importar en otras comunidades autónomas y en el Gobierno de la nación. Por tanto, todas esas salidas de tono que plantea en la pregunta, en realidad yo creo que son exageraciones y propaganda por parte de los que han querido acabar con ese Gobierno. Lógicamente, no todos estamos acertados todos los días, pero el ataque al Gobierno de Castilla y León ha sido sistemático y yo creo que va a seguir siéndolo, aunque es verdad que ese modelo ya no es único. Se ha producido el mismo modelo en la Comunidad Valenciana, demostrando la utilidad de Vox, acabando, por ejemplo, con la imposición lingüística. Hay acuerdos en Extremadura, en Valencia y en Castilla y León y yo espero que haya más en otros lugares.
Todos los pactos llegan de la mano del PP. Pero en Génova hay sectores contrarios a alianzas con Vox y otros, como Díaz Ayuso, que rechazan las líneas rojas. ¿Cuál cree que es la corriente mayoritaria?
No tengo ninguna duda de que la corriente mayoritaria entre los votantes del PP es la del sentido común, igual que en Vox y que entienden que estamos obligados a construir una mayoría alternativa a Pedro Sánchez . Pero en la dirección del PP, la corriente que cree que se puede construir una mayoría alternativa con Vox es totalmente minoritaria.
Al hilo de esta cuestión, ¿cree que los pactos entre PP y Vox terminarán normalizándose?
No es que se deba, es que son unos pactos normales. Vox es un partido que defiende el orden constitucional, que respeta la legalidad y que defiende como ninguno la unidad nacional... entonces creo que es obligatorio normalizar los pactos con una alternativa como Vox.
La mayoría de las encuestas coinciden en dar la victoria al PP el 23-J, pero la gobernabilidad podría depender de Vox. ¿Darán su apoyo a Feijóo para ser presidente?
A ver cuáles son las encuestas que aciertan, porque hay algunas que indican que no habrá una mayoría alternativa, otras que sí, y, además, las horquillas que estamos viendo son gigantescas. Pero lo que sí puedo decir es que nosotros lo que haremos al día siguiente de las elecciones, si hay una mayoría alternativa, es tratar de construir esa mayoría y de responder al deseo de los españoles.
¿Se ve como vicepresidente?
(Sonríe) No, yo me veo como presidente. No sé si los españoles me ven, aunque si no lo hacen lo aceptaré. Pero hasta el último día, hasta el 23 de julio, yo me veo como presidente porque para eso me presento a las elecciones.
¿La Vicepresidencia sería una exigencia irrenunciable en un hipotético pacto con el PP?
Nosotros no hemos planteado eso. Para nosotros lo importante es que exista una alternativa. Lo que nos preocupa es que el Partido Popular parece que simplemente está en el relevo como el que coge el tique de la charcutería y dice que le toca el turno, pero parece que no tiene el cuajo y la valentía para cambiar muchas cosas de las políticas de la izquierda. Entendemos que eso es lo principal, más allá de la formación de una coalición de Gobierno. Lo principal es si va a existir un cambio de rumbo o no, más que los sillones o la presencia en Gobiernos.
¿Es usted partidario de que gobierne la lista más votada?
Si eso supone que gobierne Bildu en el Ayuntamiento de Vitoria, lógicamente no. Me parece que plantear la lista más votada en un sistema parlamentario como el español no tiene ningún sentido. Eso es una ocurrencia del señor Feijóo contraria al sistema parlamentario.
Una parte de la sociedad sigue viendo a Vox con recelo. Les tildan de ser un partido reaccionario y tóxico. ¿A qué cree que se debe?
Yo creo que se debe a que Vox ha abierto todos los debates. A que hemos roto el consenso existente entre el PP y el PSOE, que votan juntos en Europa todos los días y que durante esta legislatura en el Parlamento nacional han coincidido más veces entre ellos que lo que el Partido Popular lo ha hecho con Vox. Entonces, cuando aparece Vox y abre debates que otros quieren cerrar sobre asuntos en materia de género, en política migratoria o en relación al Estado de las autonomías, a las subvenciones públicas, a sindicatos, se abren brechas en unos temas en los que una parte significativa del establishment no está cómoda. Tampoco digo que no tengamos ninguna responsabilidad porque decimos las cosas con contundencia y nos gusta hablar con claridad y sin paños calientes.
Uno de esos colectivos es el LGTBI, que les tilda de homófobos, aunque usted sostiene que muchos homosexuales se sienten más protegidos con Vox.
Bueno, ese lobby LGTBI supongo que llamará homófobos a todos los homosexuales que nos votan y que tienen nuestro criterio y que se sienten más protegidos por Vox porque somos un partido preocupado por determinado tipo de inmigración ilegal procedente de culturas que degradan a la mujer y a las personas homosexuales que los querrían ver colgados de una grúa. Y no tengo ninguna duda de que, a pesar de lo que se dice, los homosexuales caminan con mucha más tranquilidad por países como Hungría y Polonia que por la Francia de hoy o por la Cataluña de hoy, donde la inmigración de carácter islámico es la característica principal de la sociedad.
¿Qué opina de la Ley Trans?
Lo que hace esa ley es un borrado de la mujer, por eso muchas feministas clásicas se han opuesto. Minusvalora la feminidad y coloca a las mujeres en una situación de inseguridad en determinados ambientes.
La violencia machista es otro de los temas candentes. ¿Por qué Vox no cree en la violencia de género?
Nosotros pensamos que hay que perseguir los discursos civiles y religiosos que justifican la degradación de la mujer o la violencia contra la mujer. Esta ley no sirve para proteger a las mujeres, sirve únicamente para una guerra de sexos y a nosotros nos parece inaceptable. Y sirve también para la criminalización del varón y para que la presunción de inocencia de los hombres sea pisoteada. ¿Que hay violencia machista? Claro que la hay, pero nosotros no vamos a entrar en esa terminología del género que quiere la izquierda. Querer transmitir que los hombres están detrás de una especie de organización terrorista machista para acabar con las mujeres, que es lo que hacen las ministras lunáticas de Podemos y del PSOE, es algo que no aceptamos.
Su partido también es contrario a la Agenda 2030 y es negacionista con respecto al cambio climático...
No es que seamos críticos con el cambio climático. El cambio de clima se produce y serán los científicos los que tengan que decir de qué manera. Nosotros somos críticos con las políticas que se derivan como consecuencia del debate climático, que perjudican al campo, a la industria y, sobre todo, a las clases medias. Esas políticas están detrás de la voladura de presas y de centrales térmicas.
Muchos ciudadanos tienen dificultades para llegar a fin de mes. ¿Cuáles son las propuestas de Vox para mejorar la economía?
En primer lugar, bajar los impuestos, pero para bajarlos hay que tomar decisiones políticas muy audaces. Es precisa una gran reestructuración del gasto público, reduciendo el gasto político y el gasto ideológico, que creemos que es gigantesco y muchas veces asociado al Estado de las autonomías y a ministerios que no tenían ni que existir.
Vayamos al modelo territorial. El PSOE presume de que el desafío secesionista catalán ha perdido fuelle con ellos en el poder. ¿Qué opina de este diagnóstico?
Me parece que no se puede decir que ha perdido, sino que han sido tratados de una manera que yo no llamaría magnánima, sino cómplice, que ha puesto al Estado en gravísimo riesgo. La sociedad catalana, no como consecuencia de la acción del Gobierno de Pedro Sánchez, sino debido al gigantesco error del desafío separatista, ha ido dando la espalda en parte a los dirigentes secesionistas. Pero el problema sigue ahí, igual que en mi tierra, en el País Vasco, donde el hecho de que ETA no mate no significa que los partidos políticos que se han aprovechado de la existencia del terrorismo para hacer avanzar su agenda política sean más débiles, de hecho, hoy son mucho más fuertes.
Usted ha sufrido en sus propias carnes al terrorismo de ETA. ¿Cómo sería , en su opinión, el encaje de un partido como Bildu en el tablero político?
Para mí no hay encaje, la única posibilidad es la ilegalización. Un partido que lleva en sus listas a terroristas y asesinos debería estar ilegalizado. Me preocupa mucho más el despiste del PP de Guipúzcoa, por ejemplo, que tiene un líder que dice que no se puede pactar con Vox y sin embargo ha dicho que creía que podía llegar a acuerdos con Bildu si eran en favor de la sociedad.
La presidenta de Covite ha pedido no utilizar el ya famoso lema 'Que te vote Txapote' porque hace daño a las víctimas. ¿Qué le diría?
Es una posición personal y hay muchas víctimas que no lo creen así.
¿Su opinión sobre la Ley de Memoria Democrática?
Cualquier ley que faculte a un Gobierno para dictar la memoria de un pueblo o para enfrentar a unos españoles con otros es una ley totalitaria y que debería ser inmediatamente derogada. Eso no es obstáculo para que nosotros pensemos que el Estado puede ayudar a las personas que buscan a familiares desaparecidos.
Vayamos al panorama internacional. ¿Cómo valora la revuelta social que sacude a Francia?
Obedece a lo que ha hecho Francia estos años. Ha sido un país que ha metido a personas que no sabía cómo eran y que además no se sienten franceses. Las políticas de inmigración masiva procedentes de países con un modo de vida incompatible con el nuestro da lugar a gigantescos problemas de convivencia. El multiculturalismo es muy bonito en la mente de los progres, pero también tiene una mala cara.
¿Podría experimentar España en el futuro una situación similar?
Nosotros no queremos que eso pase en España. Es verdad que aquí no hay un nivel de inmigración procedente de ese tipo de países como la que hay en Francia, pero eso en 15 años podría cambiar. ¿Soluciones? Las hay. Básicamente una política razonable de defensa de nuestras fronteras y una política de inmigración ordenada en función de las necesidades de la economía nacional y de la capacidad de adaptación de los inmigrantes.
¿A qué cree que se debe el giro dado por Pedro Sánchez con respecto al Sáhara y Marruecos?
Todo son elucubraciones, pero es muy difícil de comprender que Sánchez haya cambiado la postura histórica de España sobre el Sáhara. Tenemos que pensar lo peor.
Al presidente le preocupa qué imagen quedará de él para la historia. ¿Usted como lo definiría?
Como narcisista y peligroso. El presidente Sánchez es un auténtico peligro para la prosperidad y seguridad de los españoles y también para las mujeres por las políticas que ha hecho excarcelando s violadores. Es también un peligro para la concordia y la unidad de España.
¿Qué diría a los españoles para que confíen en Vox el 23-J?
Que si simplemente quieren un relevo, que no voten a Vox, pero que si quieren una alternativa y un cambio de 180 grados, en nosotros pueden tener una esperanza.